ASTILLERO Ť Julio Hernández López
En Chiapas se viven cuando menos dos realidades: la oficial y la real.
Miles de millones de pesos se han enviado en años recientes para combatir la pobreza, según las cifras gubernamentales, pero, al mismo tiempo, el pueblo sigue sin recibir tales beneficios, cada vez más miserable que el día anterior.
Decenas de miles de soldados tienen tomada la región, pero oficialmente sólo se dedican a tareas de servicio social y a la persecución de poseedores de armas de fuego y explosivos.
Hay un gobernador que es sustituto de otro sustituto (Roberto Albores Guillén suplió a Julio César Ruiz Fierro, que a su vez relevó a Eduardo Robledo, quien oficialmente ganó las elecciones aunque tuvo tales problemas de legitimidad que prefirió irse de embajador a Buenos Aires), pero oficialmente tal personaje se hace llamar depositario de la voluntad popular.
Todo lo que el gobierno federal hace gira en derredor del subcomandante Marcos y los zapatistas, pero oficialmente ni siquiera se les menciona en los informes presidenciales.
Y ahora, oficialmente se censura el uso partidista de los recursos públicos destinados a la atención de los damnificados por las lluvias en Chiapas pero, en realidad, ayer, hoy, y mientras se mantenga la misma estructura tradicional, clientelista, manipuladora y caciquil, las obras, los servicios, las ayudas, llevan el sello, impreso o implícito, del partido que ha estado en el poder y que hará lo que sea, pasando por encima de discursos y buenas intenciones presidenciales, para aprovechar todo cuanto pueda para sostenerse.
Amenazas, reprimendas, enojos y tonos subidos ya se han dado antes, muchas veces, para que en momentos como los actuales no se partidicen las tareas de ayuda a la población. En Chiapas se vive una situación de extrema irregularidad, pues en el gobierno estatal está instalada una cúpula insensible, rijosa, que además de sus propias fobias y tendencias naturales tiene en estos momentos el compromiso de mantener en el poder a sus compañeros de partido que competirán en las elecciones municipales del próximo 4 de octubre.
Una manera concreta, indudable, de atenuar la manipulación electorera de los recursos de apoyo para los damnificados, sería posponiendo tales comicios municipales, como lo ha propuesto el senador priísta chiapaneco Pablo Salazar Mendiguchía.
De lo contrario, las advertencias sólo serán un ingrediente más de la dualidad chiapaneca, en la que una cosa se dice y otra se hace.
Hidalgo, de alianzas y periodistas
En Hidalgo, los partidos Acción Nacional (PAN) y de la Revolución Democrática (PRD) están por decidir algo más que su propia candidatura al gobierno del estado: por una parte, la viabilidad de una alianza electoral que podría sentar las bases para posteriores acuerdos similares en otras partes del país (y acaso hasta a nivel nacional) y, por otra, la apertura de los caminos partidistas a la participación política de periodistas.
El proceso hidalguense ha concentrado así elementos de particular interés. Uno de ellos, acaso el más llamativo, estriba en la posibilidad de que PAN y PRD pudiesen deponer sus intereses particulares para impulsar una inusual alianza electoral que ha propuesto el periodista Miguel Angel Granados Chapa como única forma sensata de intentar poner fin a la cadena de priístas que desde siempre han controlado la vida pública de aquella entidad.
De no darse este intento unitario, es muy posible que continuase la hegemonía priísta que durante décadas ha instalado en el poder a distintos miembros de unas cuantas familias, ya como gobernadores, ya como legisladores, ya como integrantes de gabinetes o encargados de puestos públicos clave.
Sería de suponerse que tal alianza debe lograrse tan sólo por el temor de que se prolongase políticamente el estilo de gobierno del actual mandatario Jesús Murillo Karam (lo que sucedería en caso de ganar las elecciones internas priístas el diputado federal Manuel Angel Núñez), o de que se encaramasen en el poder personajes como el senador y experto en asuntos del bajo mundo electoral, José Guadarrama Márquez, o el jefe de la mafia universitaria local, Gerardo Sosa.
Ahora bien, la propuesta unitaria ha encontrado una buena respuesta en el perredismo hidalguense, que ya sea por una genuina vocación de cambio o por carecer de cuadros verdaderamente importantes para la búsqueda de la gubernatura, se ha manifestado oficialmente a favor de la candidatura de Granados Chapa.
En el Partido Acción Nacional las cosas son diferentes. En particular porque hay un aspirante deseoso de que se recorra a plenitud el proceso interno de elección de candidato. Diputado federal de mayoría por el PAN, el cantante conocido como Francisco Javier ha impedido (sin que en ello haya una condición ilegítima o mezquina, pues finalmente tiene pleno derecho a luchar por la candidatura de su partido) que se produzca de manera automática la alianza que el periodista Granados Chapa ha planteado.
Faltando por decidirse la citada elección interna del PAN (en la que el eventual triunfo del joven cantante significaría el retiro de Granados Chapa de la contienda, pues el autor de Plaza Pública ha adelantado su decisión de ser candidato conjunto pero no de uno solo de los dos partidos), el lance hidalguense ha producido ya un resultado interesante: la participación abierta de un periodista en activo en un proceso cívico y partidista.
En efecto, y a sabiendas de que su ejemplo abrirá brecha, Granados Chapa ha establecido ya un saludable precedente: el periodista es un ciudadano en pleno ejercicio de sus derechos constitucionales y, por lo tanto, puede, sin desdoro de su oficio, participar en procesos políticos y partidistas buscando la mejoría de su comunidad y el avance democrático.
Durante largo tiempo se ha sostenido la especie de que el periodista debe mantenerse alejado de las vicisitudes políticas, como si el ejercicio de sus funciones profesionales le arrebatara derechos y obligaciones cívicas. En los hechos, tales restricciones han afectado sobre todo a quienes pudiesen participar en flancos opositores al PRI pues, de manera abierta o encubierta, un buen porcentaje de periodistas ha prestado servicios o actuado a favor del sistema político dominante y de su partido. De hecho, sin credencial a la vista, columnistas, directivos y reporteros han actuado como militantes priístas.
Ahora, con su decisión de promover una alianza entre PAN y PRD para competir con éxito en los próximos comicios de Hidalgo, y de ofrecerse personalmente para ser candidato, el periodista Granados Chapa ha abierto uno más de los caminos que convergerán en el 2000.
Astillas: Los Cetes a 28 días elevaron sus intereses 10.92 por ciento. Es decir, quedaron en 47.86 por ciento. ¿Qué discurso de José Angel Gurría será recomendable para acompañar tan importante logro de la política económica?... Durante 37 años se mantuvo imbatible la marca del mayor número de jonrones bateados en una temporada de beisbol estadunidense. En la semana reciente, dos jugadores han superado los 61 batazos de vuelta entera que Roger Maris disparó en 1961: Mark McGwire, a quien se le festejó en grande la hazaña, y ahora Sammy Sosa, para quien los festejos fueron menores, acaso por un simple detalle, es dominicano. Sosa es nativo de San Pedro de Macoris, un lugar del que han surgido muchos jugadores para las Ligas Mayores de Estados Unidos. Por cierto, además de ser un gran bateador, es el jugador de los Cachorros de Chicago que más veces ha sido ponchado.