John Ross
Puestos en el borde
de una tierra que les perteneció
la vieron moverse.
Una muralla de metal
puesta por el ejército invasor
los exilaba de su propia California
unos metros más abajo.
Osaron trepar la barrera
o la cavaron por debajo para eludir
la melladura de sus dientes oxidados.
Ahora estaban dentro
de la California Americana.
Bromeaban, fumando, vivos y sin temor
a pesar de todos los muertos
que pasaron por ahí
antes que ellos.
La Migra llegó despacio
en el resplandeciente cielo del mediodía
como un insecto malévolo.
Por todo Dairymaid Road
recorren la planicie
las camionetas verdes de la Border Patrol
para proteger Amérika
de ese puñado calloso
de hombres y mujeres que vienen
a lavar sus carros y sus pañales,
a sembrar y cosechar para sus tv diners
y hacer los trabajos más sucios
al menor precio posible
y que ahora estaban ahí
maravillados de los millones
de dólares que el Gobernador estaba gastando
para bienvenirlos en su regreso a casa.
Venimos a construir y reparar,
limpiar, cargar y servir
y ustedes nos disparan como a perros,
nos amarran a los árboles,
golpean a los muchachos, les meten mano
a nuestras mujeres, y echan a patadas
a los niños de las escuelas,
escupió don Eduardo
en el polvo amarillo de la alcantarilla
que derrama las aguas negras de México
sobre las tierras robadas de Kalifornia.
¿Qué pasa con ustedes?
¿Han olvidado cómo sangrar?
Tijuana-San Isidro
Una vida de periodista entre San Francisco y la ciudad de México, beatnik de los que ya no hay, veterano conocedor y acompañante de las luchas campesinas de México, John Ross publicó ``en el corazón de Tenochtitlan'' los poemas de Jazz México (Ediciones Calaca de Pelón, 1997). Allí celebra sus dos pasiones: el bebop de Miles, Monk, Cherry, Coleman, Coltrane y Parker, y la vida y resistencias del pueblo-pueblo mexicano, de Tijuana a La Garrucha, pasando por Janitzio, la Costa de Guerrero y la calle 5 de Mayo en el Distrito Federal. También es autor de