Edificar un futuro próspero, con democracia y justicia social, y hacer de México una de las grandes naciones del siglo XXI fue, evidentemente, la convocatoria del titular del Ejecutivo al finalizar su mensaje con el cual dio cumplimiento a lo ordenado por el artículo 69 de nuestra Constitución al informar a la representación nacional y al país en general el estado que guarda la administración pública.
El doctor Ernesto Zedillo destacó el esfuerzo y la capacidad de los mexicanos para salir adelante y utilizar nuestra energía social. Esperanza y voluntad fueron, de hecho, los ejes fundamentales necesarios apuntados en el mensaje presidencial para luchar por el crecimiento de la nación. Y el núcleo central, la fuerza que debe permanecer por sobre todas las cosas, siempre: creer y pensar siempre en México y trabajar, más que nunca por México. La convocatoria para enfrentar juntos los desafíos que nos depara el porvenir exige, desde luego, que renovemos el ánimo y la decisión para salir adelante.
No obstante lo anterior, algunas voces se han levantado para cuestionar el mensaje presidencial, argumentando debilidad y falta de visión para el futuro. Olvidan que tender puentes a fin de que se logre la permanencia de los consensos y desahogar la agenda nacional es un acto de responsabilidad y madurez republicana. Conviene resaltar que la conducción de un país requiere de todos los actores políticos y de la respuesta positiva y vigorosa del pueblo mexicano. Quienes solamente miran hacia atrás, hacia el férreo presidencialismo de antaño, corren el riesgo de convertirse en estatuas de sal, transformarse en incapacitados políticos, estrechos de mira ideológica. Quienes observan con interés, profundidad y esperanza el futuro de México no pueden quedar impasibles. Todo desarrollo implica oposición. Todo régimen democrático significa diferencias, pero también consideración. Lo capital es que se logre el diálogo y el respeto, a fin de obtener resultados satisfactorios para la mayoría.
El respeto al pluralismo que en la actualidad campea en las instancias de gobierno, así como el sano ejercicio del poder exige corresponsabilidad, no la simulación política. La prudencia, nunca debilidad, mostrada por el titular del Ejecutivo, ha permitido el fortalecimiento y la consolidación de los mecanismos democráticos; aunque la contraparte habla de vulnerabilidad. Zedillo ha buscado, y propiciado, la coexistencia política, ha sabido superar las antiguas decisiones verticales.
El equilibrio de poderes, en tal sentido, ya es una realidad, pero en la práctica dicha apertura no ha logrado los frutos deseados para la vida pública nacional; lamentablemente, actitudes adversas han impedido que esta propuesta ética de cooperación se transforme en el principio rector que permita elevar significativamente la calidad del sistema político mexicano. Olvidan que la democracia es el sistema más óptimo para generar consensos, no la descalificación sistemática. Significa cooperación, participación. No es, de ninguna manera, sincretismo político. Ni el simple ejercicio de acudir a las urnas. Requiere, también, de crítica y autocrítica, perfeccionamiento e interés supremo para servir a los demás.
Los partidos políticos representados en el Congreso de la Unión debemos recordar que el trabajo legislativo implica buscar el avance del país, trabajando para dar voz y voto a quienes representamos. En ese sentido se inscribe el pacto de reconciliación nacional propuesto por Mariano Palacios Alcocer, presidente del Comité Ejecutivo Nacional del PRI, luego de la convocatoria presidencial del 1¼ de septiembre. Sin ``intransigencias ni posiciones irreductibles'' el PRI buscará que prevalezca la razón y no la pasión política; rechazará el sentido protagónico y las actitudes mesiánicas que buscan los reflectores de la opinión pública y resaltan las diferencias ideológicas o partidistas. El provecho político, llevar agua al molino partidista, no debe ser válido en este periodo, porque pueden levantarse tentaciones autoritaristas, actitudes caudillistas.
En tal orden de ideas, tampoco puede hablarse de omisión del Ejecutivo ni de repliegue de fuerzas por parte del PRI. Si a toda acción se opone una reacción igual, pero en sentido contrario, puede advertirse simplemente que falta mayor madurez política, más amor por la camiseta de México, más acceso al diálogo y a la comunicación, mayor capacidad de respuesta de las otras fuerzas políticas. El PAN y el PRD, de acuerdo con sus voceros, pretenden sentar las bases mínimas de entendimiento. El PRI, previamente, ha postulado ``nuestra disposición de sumarnos a este pacto en el que todos los mexicanos, sin distingo tenemos cabida'', a fin de que consigamos desahogar los asuntos pendientes que todavía existen en la agenda nacional.
Así, la convocatoria presidencial de luchar juntos por México, ofrecerá sus mejores frutos: la responsabilidad de cumplir con la unidad y la perseverancia de los mexicanos. Hay riesgos, hay desafíos. Pero también hay talento, energía social, una raigambre histórica que nos hace fuertes y firmes para enfrentar, juntos, el futuro de la nación. No debe haber fallas ni pruebas de acierto y error. México, más que nunca, requiere del esfuerzo de todos, indistintamente de cualquier giro partidista. Si hay pluralismo político y diferencias consustanciales, también debe haber respeto, diálogo y tolerancia. No hay de otra.
* Senador de la República