Las calamidades bursátiles y las inclemencias meteorológicas que en los últimos días se han cebado sobre México, particularmente sobre Chiapas, tienen como una de sus características desde luego la confesada imprevisión, pero también la incapacidad oficial para hacerles frente, no en el momento de la tragedia, sino desde antes, desde mucho antes, como lo mandan los cánones de la autenticidad científica y la responsabilidad moral y política. Lo peor es que dejan en el ánimo colectivo un sentido de desesperanza y pesimismo, como otro de los saldos de la crisis, que también va a costar mucho trabajo remontar desde abajo, en la reconstrucción de la República. No puede ser de otra manera, cuando se confrontan con los hechos, las hueras afirmaciones del secretario de Hacienda sobre la bonanza de nuestra economía, en la glosa del Informe.
Tiene razón el doctor Pablo González Casanova cuando, en su agudo análisis sobre la situación actual de México en la dominación globalizada -que pervierte a la ciencia, tergiversa la verdad y corrompe a la moral-, expresa lo siguiente: ``La verdad privatizada y elitista desarrolla más su inteligencia que su moral. Sabe que hace `el mal', y lo oculta: descubre para sí, y encubre para los demás los `efectos laterales' de sus prácticas teóricas (de sus realidades virtuales, de sus modelaciones y simulaciones matemáticas) y de su prácticas políticas (de sus `cartas de intención', de sus `ajustes estructurales' comprometedores y comprometidos). Ninguna explicación de B por A es aceptable si B es un `efecto no deseado' y si A es la política neoliberal de las fuerzas dominantes o el tipo de sistemas de estructuras y de instituciones que éstas han impuesto. En ambos casos, hasta la más rigurosa y fundada explicación de los mecanismos por los cuales A genera a B es ninguneada, rechazada con violencia, o tolerada como opinión sin bases. El cúmulo inmenso de pruebas que disconfirman los dogmas teóricos del neoliberalismo es sometido al fuego de lo inexistente''. (La Jornada, 9 de septiembre, p. 12).
Eso fue puntualmente lo que se observó el pasado miércoles en la cámara, y que La Jornada adecuadamente tituló el día 10 ``Diálogo de sordos durante más de cinco horas en San Lázaro''. Felizmente, para todos existe desde hace años en México una sociedad civil cada vez más organizada, vigorosa, propositiva y digna, a la que en primer plano pertenecen los indios, en la que, como afirma González Casanova, hay que depositar principalmente la esperanza: ``Todo parece indicar que la construcción del mundo actual implica la construcción de un mundo nuevo desde la propia sociedad civil, el mundo de una democracia de todos, plural, participativa y representativa. Más allá de los conceptos clásicos de reforma o revolución, entre revoluciones y reformas, entre conflictos y consensos, entre inmediaciones violentas y mediaciones negociadoras, desde la sociedad civil hecha de muchas sociedades civiles se construirá, se defenderá e implantará el derecho a construir un mundo más justo y más libre. Y es precisamente allí donde aparecen en primer plano los indios de México entre las avanzadas de un movimiento de alcance mundial que, desde la cultura maya y occidental, no se propone tomar el poder sino construir el poder, construir el mundo'' (Ibid.).
Ello implica de parte de sus organizaciones el seguir sumando fuerzas, voluntades y corazones al campo de una paz duradera, justa y firme, demostrando las múltiples facetas de la lucha de los pueblos indios y reivindicando al mismo tiempo lo que tiene que ver con la moral, con la ética. Y de parte de los demás actores sociales, sobre todo políticos, el tomarla cada vez más en serio, responsablemente en serio.
Por ello nos alegramos de la aceptación del EZLN a la invitación al diálogo por la paz hecha por la sociedad civil, para analizar propuestas y llegar a acuerdos en torno a la realización de la consulta nacional sobre la reforma constitucional en materia de derechos y cultura indígenas y, además, para un intercambio de juicios, puntos de vista y alternativas posibles de solución al conflicto en Chiapas pues, como también afirma el subcomandante Marcos, ``tenemos que construir la paz como de por sí se construyen las cosas que son sólidas y duraderas: desde abajo''.