Las contradicciones de la política oficial frente a la crisis económica explotaron durante la comparecencia del titular de la SHCP en la Cámara de Diputados. Esas contradicciones se expresan en tres tesis equivocadas que maneja Gurría: los factores exógenos explican la crisis económica; ésta interrumpió la recuperación; el gobierno ha actuado de manera responsable. La comparecencia revela que el gobierno no puede explicarse la crisis, carece de un pronóstico sobre su evolución futura, y es incapaz de ofrecer una política económica para enfrentar la coyuntura actual y construir una economía más sólida.
La explicación de Gurría sobre la crisis es falsa. Se invoca el colapso en Rusia, la recesión en Japón, la caída de los precios del petróleo. Y junto con este razonamiento se introduce el supuesto de que México estaba en plena recuperación. Pero si la crisis en los mercados financieros es real, no está claro por qué nos tiene que afectar tan intensamente. ¿Cuál es la correa de transmisión? Es más, la tasa de interés en Estados Unidos puede bajar, o permanecer estable en los próximos meses y eso conviene al gobierno dentro de la lógica de las expectativas de los especuladores. ¿Por qué tiene que subir tanto la tasa de interés aquí? Porque México está compitiendo no con Estados Unidos, sino con Brasil, Rusia, Malasia y Tailandia, en donde se ofrecen tasas de interés reales altísimas para atraer capitales de corto plazo.
Es decir, el gobierno también busca arraigar desesperadamente fondos de corto plazo en México. ¿Por qué? Porque el déficit en cuenta corriente es ya muy abultado: 15 mil millones de dólares. Dos fuerzas explican ese déficit: el desequilibrio de la balanza comercial, y el servicio de la deuda externa. Este año la inversión extranjera directa necesaria para cubrir ese déficit será raquítica. Las tendencias hasta el primer semestre de este año indican que dos terceras partes del capital necesario para cubrir ese déficit tendrán que provenir de inversión en cartera. En otras palabras, el gobierno de Zedillo sigue hundiendo al país en el mismo pantanal de la crisis de 1994.
También es falsa la tesis de la recuperación de la economía mexicana. El único argumento del gobierno es el crecimiento del PIB. Pero las distorsiones sectoriales han sido muy fuertes, y la tendencia a la desaceleración ya era clara. Además, el crecimiento en 1997 conlleva el regreso del déficit comercial, de donde se impulsa el desequilibrio en cuenta corriente. Se mantuvo el deterioro en el salario real y persistió la mala calidad de los pocos empleos generados (en términos de remuneraciones y estabilidad). Sobre todo, se profundizó el descalabro bancario que el gobierno pudo tapar temporalmente con la cobija de pagarés ilegales del Fobaproa. La recuperación solamente existió en las ilusiones del gobierno, pero los mismos datos del cuarto Informe desmienten esta visión.
A diferencia de las afirmaciones de Gurría, la acción gubernamental ha sido irresponsable. Es claro que el funcionario se refiere a los recortes, como si la limitación del déficit fiscal fuera todo. Habría que preguntarle si el gasto está estancado, ¿por qué subsiste el déficit fiscal? ¿Qué rubros están detrás del déficit fiscal? Rescates ruinosos, y pagos de intereses.
En realidad, el gobierno ha sido negligente, incompetente y cuando ha sido necesario, ha violado leyes federales, usurpado funciones reservadas al Congreso, y roto el orden constitucional. Teniendo la información a su acceso, fue negligente cuando envió un presupuesto para 1998 basado en previsiones ilusas sobre precios del crudo. Fue incompetente cuando pensó que un débil acuerdo entre productores para recortar la producción de crudo podría repuntar los precios.
El gobierno se colocó fuera de la ley con las actividades encubiertas en el Fobaproa. Aunque Gurría recitó su sobada propaganda, y reafirmó el engaño convertido en mentira oficial, a nadie convenció sobre este punto.
Ahora las opciones de política que ofrece el gobierno se sintetizan fácilmente: no hay nada que hacer porque no controlamos los estornudos de Yeltsin. Pero ese análisis es incorrecto. La turbulencia financiera externa tiene correas de transmisión que afectan a nuestra economía. Sobre esas correas se puede actuar. Pero con la pasividad del gobierno sí es creíble la promesa de Gurría hace dos días: nos va a ir peor. ¿Promesa o amenaza?