Llega al Capitolio el informe Lewinsky
Jim Cason y David Brooks, corresponsales, Washington, 9 de septiembre Ť Tomando por sorpresa a la Casa Blanca y a los legisladores, el fiscal independiente Kenneth Starr entregó esta tarde al Congreso su informe sobre el caso Lewinsky, con lo que concluyó un proceso legal manejado en secreto durante ocho meses y se inicia un proceso político público para determinar el futuro de la presidencia de Bill Clinton.
El vocero del fiscal independiente, Charles Bakaly, declaró este miércoles que su oficina, cumpliendo con la ley que rige estas investigaciones, entregó al Congreso ``información sustancial y creíble que podría constituir las bases para la destitución del presidente de Estados Unidos''.
La Casa Blanca reaccionó de inmediato.
``No hay ninguna base para la destitución'', declaró en forma escueta David Kendall, abogado personal de Clinton, y sostuvo que el informe sólo ``representaba los alegatos del fiscal''.
Solicitó nuevamente, ahora al Congreso, que la Casa Blanca tenga oportunidad de revisar el informe antes de que se difunda a los legisladores y al público para poder emitir su respuesta a las acusaciones contenidas en el documento (la misma solicitud fue rechazada la víspera por Starr).
Bajo guardia, la documentación
Mientras tanto, el Congreso no ha determinado cómo manejar este proceso.
La Cámara de Representantes, encargada de empezar el proceso de evaluación e investigación sobre la información del fiscal Starr, estaba apenas este martes definiendo el proceso a seguir.
El presidente de la Cámara, Newt Gingrich, declaró que el documento fue entregado al ``sargento en armas'' de la Cámara ``y que será mantenido bajo guardia hasta que la Cámara apruebe una resolución'' de cómo proceder en su manejo.
``Nadie de nosotros lo verá hasta que eso se lleve a cabo'', dijo.
Indicó que probablemente la resolución no sería presentada al pleno hasta el viernes, pero la misma podría llegar al pleno el jueves; primero, el Comité de Reglas se reunirá para redactar la resolución, y se espera que la recomendación será asignar el caso al Comité Judicial.
Como ha sido su estilo, Starr envió el informe en forma sorpresiva, y entre sus razones para hacerlo, según versiones, estuvo evitar que una maniobra de los abogados de la Casa Blanca obstaculizara o demorara la entrega del documento.
Poco después de las 16 horas locales, dos camionetas que transportaban 36 cajas y dos copias del informe de 500 páginas de Starr llegaron al Capitolio desde las oficinas del fiscal independiente; fueron oficialmente entregadas al Poder Legislativo, y con esta acción el asunto fue puesto en manos del Congreso.
Los alrededores del Capitolio fueron inundados por los medios, y todos hablaban de ser testigos a la historia.
De hecho, fue un acto sin precedente.
Nunca antes un fiscal independiente había presentado un informe al Congreso para principiar un procedimiento de posible destitución de un presidente, por esto mismo no existían reglas ni procedimientos ya establecidos para manejar la entrega del informe del fiscal.
Ahora, en manos del Congreso
La entrega del informe marca el fin del manejo del caso, tanto por el fiscal como por la Casa Blanca y los abogados, y es el principio de las estrategias políticas.
Primero, y ante todo, el Congreso debe definir cómo manejarse, no sólo en el sentido técnico, sino políticamente ante este asunto.
Entre las primeras cuestiones a resolver están: ¿Cuándo y cómo dar a conocer este documento en publico? Esa cuestión, y el manejo del caso, será definido por el liderazgo de los dos partidos en la Cámara.
Esta mañana, Gingrich, el líder de la minoría demócrata, Richard Gephardt, el segundo en la jerarquía republicana, Richard Armey, y el titular del Comité Judicial, Henry Hyde, junto con el demócrata de más alto rango de ese comité, John Conyers, se reunieron para determinar los primeros pasos.
Lo más notable en el Congreso estadunidense, y la peor pesadilla para la Casa Blanca, es que los demócratas no están defendiendo al presidente.
En vez de hablar, como ha sido el caso hasta hace poco, de que Starr es un fiscal con una agenda política propia y parte de un ataque político contra Clinton, en los últimos días --incluso este miércoles--, los legisladores se han limitado de hablar, en tonos muy sombríos, del ``proceso'' que ahora deben empezar.
Hablan de la responsabilidad constitucional, tal vez la más seria para el Congreso, de evaluar la posibilidad de llevar a cabo un proceso de destitución.
Para la Casa Blanca, los legisladores demócratas son la base política más importante del presidente, y si la está perdiendo, tiene implicaciones muy preocupantes.
Mientras tanto, el cálculo político para los republicanos gira en torno a no parecer que están procediendo por motivos políticos, y por lo tanto han subrayado la necesidad de llegar a acuerdos bipartidistas para llevar a cabo este caso.
Aunque muchos de ellos ya han decidido que el presidente debería renunciar o ser destituido, no necesariamente pueden manifestarse en ese sentido.
Políticamente, los republicanos tienen un gran obstáculo: aunque podrían tener esa opinión, la destitución no la comparte aún la mayoría del electorado estadunidense.
Para los demócratas, siguen con el mismo problema: buscar distanciarse o no de su presidente en este momento de crisis.
Para todos, por lo menos en esta coyuntura, todo está calculado con miras a las próximas elecciones legislativas en noviembre, y todos procederán con esto como su primera consideración.
En la Casa Blanca
Una reunión de emergencia de los asesores y estrategas de la Casa Blanca fue convocada después de que se informó de la entrega del informe de Starr.
El presidente, por su lado, viajó a Florida donde de nuevo expresó su desencanto consigo mismo, y nuevamente ofreció disculpas por su comportamiento y sostuvo estar ``determinado a redimir la confianza del pueblo estadunidense''.
Poco antes de salir de viaje, Clinton se reunió con algunos de los legisladores demócratas más cercanos a los que también expresó su pena, pero analistas políticos dicen que sus nuevas disculpas podrían haber llegado demasiado tarde.
Hoy Clinton recibió un golpe devastador, y nadie está seguro si esta vez lograra superar lo que parece ser la peor amenaza a su presidencia, y lo que algunos dicen podría resultar ser la peor crisis constitucional desde los tiempos de Nixon.
Pero otros se preguntan: ¿El presidente del país más poderoso del mundo en verdad puede caer por su comportamiento sexual (aunque los cargos son sobre perjurio y obstrucción de justicia en el caso)?, y expresan la duda de que esto se resolverá de manera tan dramática.
Bill Clinton afirmó ayer en Orlando, Florida, que está dispuesto a ``reconquistar la confianza'' de los estadunidenses, en un nuevo intento por disculparse de su relación con Monica Lewinsky, que lo tiene en las puertas de un posible juicio político, el primero desde Richard Nixon por el escándalo Watergate, hace 25 años.
``Les fallé a ustedes. Le fallé a mi familia. Le fallé a este país. Estoy decidido a que nunca vuelva a ocurrir'', dijo el presidente a donantes de su Partido Demócrata durante una reunión en Orlando para recaudar fondos.
``Díganles --pidió-- a sus amigos y vecinos que estoy agradecido y determinado a reconquistar la confianza de todo el pueblo estadunidense''.
Poco antes, el presidente se había reunido en Washington con los líderes demócratas de la Cámara de Representantes.
``Lo que vimos fue a un padre, a un esposo, al líder de un país que estaba arrepentido y lamentaba mucho sus actos'', declaró el representante David Bonior tras el encuentro, y afirmó que sus otros siete colegas que se reunieron con Clinton lo perdonaron, pero reiteró que el mandatario debería expresar sus disculpas y arrepentimiento una y otra vez ante los estadunidenses, de la misma manera como lo hizo en el encuentro a puerta cerrada.
¿Qué clase de comportamiento puede dar lugar al juicio político de un presidente de Estados Unidos?
La Constitución estadunidense sólo alude a ``traición, soborno u otros delitos y contravenciones'' sin definirlos.
El Comité Judicial de la Cámara de Representantes debe determinar si la conducta de Clinton, tal como la describe el fiscal Kenneth Starr, está realmente encuadrada en esa caracterización.
``Este es un trabajo asqueroso que alguien tiene que hacer. Nadie desea emprender este viaje traumático que estamos empezando'', declaró el presidente del Comité Judicial, Henry Hyde, poco después de que el informe de Starr llegó ayer al Capitolio. Ap y Reuters.