LUTO EN EL CINE
Agencias, Tokio, 6 de septiembre Ť Akira Kurosawa, el cineasta que narraba, el ensayista de los grandes temas como la soledad, el poder, la guerra; el polémico autor de la cinta en que Richard Gere pedía perdón a nombre de Estados Unidos por el lanzamiento de la bomba de Hiroshima: el primer cineasta japonés que Occidente reconoció y premió; el maestro de Rashomon; el artista atormentado que en la década de los setenta intentó suicidarse, murió este domingo.
Una treintena de cintas queda para recordar la obra de Kurosawa, quien nació el 23 de marzo de 1910. Con ochenta y ocho años cumplidos, Kurosawa falleció a causa de una hemorragia cerebral, de acuerdo con fuentes familiares citadas por la agencia japonesa Kyodo.
Descendiente de una familia de guerreros samurais, Kurosawa estudió bellas artes en Tokio y se integró a los estudios cinematográficos Toho en 1936, donde comenzó su carrera como asistente del realizador Kajiro Yamamoto. Siete años después hizo su primera película: La leyenda del judo.
Su comienzo artístico, sin embargo, fue en la pintura, si bien al alcanzar el éxito quemó todos sus lienzos. Y casi para terminarla regresó a ella. De esa relación entre solución plástica y cinematográfica se haría finalmente su estilo, al que se le agregaría la reflexión vital, histórica y filosófica.
Con la influencia del neorrealismo italiano, sus dos siguientes películas son retratos personales del Tokio de la posguerra: Un domingo maravilloso (1947) y El perro rabioso (1949).
Un año después de este último filme Akira Kurosawa realizaría la película que lo lanzaría a Occidente, a la fama internacional y a los reconocimientos: Rashomon. Basada en una historia de la Edad Media en Japón, con su actor por excelencia, Toshiro Mifune, obtuvo el premio León de Oro del festival de Venecia y el Oscar. Se trató de la primera película japonesa que logró impacto mundial.
Poco tiempo después se repetiría la mancuerna Mifune-Kurosawa en la adaptación a la historia de Dostoievski de El idiota. Mifune participó, asimismo, en la adaptación de Macbeth, que Kurosawa tituló El castillo de la araña, así como en Los bajos fondos, inspirada en la obra de Gorki. Mifune se le adelantó a su amigo y cómplice, casi un año. Falleció en diciembre de 1997. Los siete samurais (1954), una de sus películas clásicas, constituye el aporte filmográfico histórico, junto con Barbarroja (1965).
El reconocimiento mundial de Kurosawa no concordó con el obtenido en Japón, donde era un incomprendido, lo cual en el año 1971 lo acercó al suicidio. Sin embargo, el éxito de Kurosawa en el mundo todavía estaría avalado por premios en la ex Unión Soviética, en 1975; en Hollywood, en 1985, con Kagemusha; en el festival de Cannes, en el que obtuvo la Palma de Oro por Sueños, en 1989, y en Francia, donde se premió su filme Ran, en 1985. Todas estas obras constituyen meditaciones del hombre con experiencia, que opina sobre la soledad, la guerra, el poder, la creación.
En Rapsodia de agosto, película que para muchos era el intento de Kurosawa por alcanzar el reconocimiento en Japón, el cineasta cuenta la historia de un estadunidense de origen japonés (Richard Gere), quien vuelve para visitar a su familia en Hiroshima y se excusa por el bombardeo atómico. En esta ocasión, la incomprensión vino del exterior de Japón, donde se le cuestionaba que no se abordaran las atrocidades cometidas por los japoneses en la guerra.
Reconciliado con la pintura al final de su vida, con todo tipo de reconocimientos de gobiernos (en Francia le dieron el grado de Comandante de Artes y Letras), y de Hollywood (donde le otorgaron un premio especial por el conjunto de su obra, en 1990), Kurosawa recibió este domingo un homenaje en el Festival de Venecia, ciudad en la que se le descubrió como artista. El cineasta trazó, durante 50 años de trabajo, algunos de los puentes fundamentales entre Japón y Occidente en este siglo, como algo más que un interprete: Akira Kuorosawa terminó por ser una figura artística universal.