Subcomandante Insurgente Marcos
Montañas del sureste mexicano
Presente
Estimado subcomandante:
Muy pronto, el tiempo cumplirá dos años desde la última vez que tuve la oportunidad de saludarlo (a usted, no al tiempo). Ustedes andaban en pleno fast-track con Emilio Chuayffet, por las interpósitas personas de la primera Cocopa y, según esto, la Presidencia de la República estaba dispuesta a firmar un protocolo de paz con el Ejército Zapatista de Liberación Nacional, a más tardar, a principios de 1997.
Por el vértigo que estaban cobrando las negociaciones, los diputados y senadores de la Cocopa, un poco hastiados de ir y venir de la selva al Distrito Federal y de éste a aquélla, propusieron que usted y un grupo representativo de sus compañeros se instalaran -finales de octubre, principios de noviembre de 1996- en el ex Convento del Carmen, allá en San Cristóbal.
Ustedes aceptaron la invitación para facilitar las cosas. La Cocopa, previo acuerdo con el EZLN y con el doctor Ernesto Zedillo, estaba terminando de redactar un proyecto de ley sobre derechos y cultura indígenas, basado en los acuerdos de San Andrés, que por primera vez en la historia del México independiente albergaría a los pueblos indios en un lugar no especial, pero sí específico, de la Constitución de los Estados Unidos Mexicanos.
Hacia la segunda mitad de noviembre, usted lo recordará con más precisión que yo, la Cocopa finalizó su trabajo y entregó, de manera simultánea, una copia del borrador a Chuayffet -para que éste se le llevara al doctor Zedillo- y otra a ustedes. De inmediato, la delegación del EZLN enclaustrada con usted en el ex Convento del Carmen se puso a leer cuidadosamente el proyecto, y al cabo de una cuantas horas respondió que estaba de acuerdo.
En el DF, por el contrario, y en virtud de un cálculo de tiempo político cuyos fines ignoro, el doctor Zedillo pidió un plazo de tres semanas para estudiar el documento y expedir sus observaciones. Ahora todos sabemos que esas ``observaciones'' -que Zedillo les envió a principios de diciembre- no eran sino una contrapropuesta, desconocedora de los acuerdos de San Andrés, que echó todo el proceso por tierra...
Pero entonces, cuando ustedes recibieron la contraoferta de Los Pinos en San Cristóbal y comprendieron que todo había sido un engaño, el EZLN solicitó un plazo también de tres semanas para definir su postura. Desde luego, ustedes no podían salir al auditorio del Carmen y declarar delante de la prensa: ``Es una burla infame'', como lo asentaría, tres semanas después, el comunicado que usted leyó en La Realidad el 11 de enero de 1997.
Así, los errores de diciembre de 1996 -menos costosos para la economía del país que los errores de diciembre de 1994, pero menos sangrientos que los errores de diciembre de 1997-, destruyeron, debido a la frivolidad del ``gobierno'', toda posibilidad de entendimiento entre el EZLN y la administración del doctor Zedillo.
Además, como bien lo ha señalado Roger Bartra en distintos foros públicos, en 1996 aún era factible que un acuerdo entre el EZLN y el doctor Zedillo pasara a la Cámara de Diputados y se convirtiera, mágicamente, en reforma constitucional, gracias a la extinta ``aplanadora'' priísta (mecanismo que Bartra consideraba, con razón me parece, antidemocrático). Pues bien, la opción que disgustaba al autor de La jaula de la melancolía ya no existe. El PRI perdió la mayoría absoluta el 6 de julio de 1997, y su relación con los diputados que aún le quedan en la bancada del partido del régimen es insuficiente para resolver el problema de la ley sobre derechos y cultura indígenas a la antigua...
El tamaño de la catástrofe gubernamental que vivimos es tan grande, que empiezan a darse extraordinarios movimientos dentro del llamado ``centro político''. El PAN ha roto definitivamente con el PRI, porque la clase empresarial se ha dividido. Los hombres de negocios están alarmados con la táctica empleada por el Banco de México y la Secretaría de Hacienda para impedir la inflación y la fuga de divisas.
Por un lado, todos los días el ``gobierno'' retira de circulación millones de pesos, en virtud de lo cual el dinero se vuelve más caro. Por el otro, sube las tasas de interés para que los dólares que huyen de la bolsa se conviertan en Certificados de la Tesorería (Cetes) y se queden en México.
Pero al aumentar las tasas de interés que premian el ``ahorro'' de los especuladores bursátiles, el ``gobierno'' arrastra, obviamente hacia arriba, las tasas de interés que pagan los que tienen dinero prestado de los bancos, lo que hace más y más febles a los bancos. No le extrañe, subcomandante, que el dólar esté a 10 pesos y que la bolsa ande en 3 mil puntos, 2 mil 200 puntos menos de los que llegó a tener en su mejor momento del año. Es cierto que la crisis de Rusia, es cierto que la crisis de Japón... Sí, pero no todas las calamidades provienen del exterior. El ``gobierno'' está manejando la economía muy mal, y los ciudadanos debemos hallar el modo de detenerlo.
Por otra parte, subcomandante, no todos los hombres de negocios pertenecen al selecto círculo de los 10 grupos financieros que son dueños de 70 por ciento de todo en México, los mismos que ahora, a través del PRI, sugieren que del gigantesco volumen de deudas del Fobaproa, sólo se convierta en deuda pública... 70 por ciento. Una coincidencia más que sospechosa, ¿no es verdad? Pero le estaba diciendo que no todos los hombres de negocios están haciendo negocios; de hecho, una inmensa mayoría, 99.75 por ciento de los empresarios (grandes, medianos y micro), ha quedado fuera del juego. La desproporción y el desequilibrio son tan abismales que el país no puede continuar de brazos cruzados, contemplando a la élite que se adueña de todo con voracidad medieval.
Igual estoy delirando pero esto, me parece, explica por qué el PAN ha roto definitivamente con el PRI, y también explica por qué tantos electores tradicionales del PAN acudieron al llamado de Andrés Manuel López Obrador y del PRD y participaron en la consulta del domingo pasado votando contra el Fobaproa. También explicaría, supongo, por qué en las filas del partido del régimen hay tanta desesperación al ver que la política económica del gobierno les hace perder tanta clientela. Al PRI, subcomandante, ya no le quedan sino los más ricos entre los ricos y los más pobres entre los pobres, que por desgracia cada día son más numerosos. Lo cual también explica por qué las políticas vigentes insisten en generar más y más miseria...
A la ruptura definitiva del PAN con el PRI hay que añadir otros elementos de análisis. Las coincidencias que empiezan a darse entre el PAN y el PRD, a propósito del tema Fobaproa, reflejan que los hombres de negocios excluidos del círculo medieval del poder no son insensibles a los 3 millones de votos que el PRD logró convocar en su exitoso plebiscito. A la sociedad le repugna cómo el ``gobierno'' del PRI conduce la economía y lo ha manifestado. No escuchar la voz de esos 3 millones es tan absurdo como negar la transparencia del agua pura.
Si es correcto el panorama que le pinto, no habrá de extrañarle que el pasado martes primero de septiembre, minutos antes del Informe presidencial que no fue, el PRD afirmó en la máxima tribuna del Palacio de San Lázaro que apoya la consulta nacional, anunciada por el EZLN, para que la sociedad responda si acepta el proyecto de ley de Zedillo para los indios, o el texto elaborado por la Cocopa sobre derechos y cultura indígenas, basado fielmente en los acuerdos de San Andrés.
Y tampoco debe extrañarle que apenas anteayer, jueves, en las páginas de La Jornada, apareciera, subcomandante, la firma del empresario Juan Sánchez Navarro -el industrial más exitoso, decente y reconocido de México, y por ello, comprensiblemente, no el más rico, pues ni siquiera está en el Fobaproa, lo que habla bien de él-, mezclada con las firmas de tantas personas y de tantas organizaciones que le piden al EZLN que diga cuándo, cómo, dónde y con quién debe la sociedad ponerse de acuerdo para organizar la consulta zapatista.
En la muy particular opinión del tonto del pueblo que me dicta esta carta, el desplegado del 3 de septiembre -y fíjese cómo septiembre ha vuelto a meterse en la zona de las fechas históricas- es una invitación para que el EZLN se incorpore al nuevo ``centro político'' que la sociedad está construyendo con el PAN, con el PRD, con los empresarios y con los mismos tercos de siempre.
Es, bajo esta lógica, una respuesta positiva y favorable a la V Declaración de la Selva Lacandona, en la que el EZLN manifestó su disposición de sumarse a la más amplia alianza posible, y luchar pacíficamente del brazo de todas las fuerzas que lo quieran, para consumar la reforma constitucional sobre derechos y cultura indígenas, pactar una verdadera transición hacia una verdadera democracia, revertir la absurda militarización del país que daña tanto al Ejército, y alcanzar, al fin, la paz en Chiapas.
Llegado a este punto, subcomandante, se estará preguntando por qué el tonto del pueblo, por mi conducto, se dirige a usted usando el formato de una carta, cuando todo lo que ha dicho hasta ahora podría comunicarlo sin problemas en un artículo de opinión. Pues bien, Serapio Bedoya quiere, y yo me sumo, proponerle un mecanismo de propaganda y divulgación que acabamos de probar con éxito.
Nos referimos, por supuesto, al teatro de la calle, en la versión lúdica del teatro de cabaret. Entre el domingo 23 de agosto, día del estreno, y el domingo 30 de agosto, día en que clausuramos la temporada, El Gran Teatro del Fobaproa dio 80 -sí, 80, leyó usted bien- representaciones de un sketch que fue escrito y montado con el explícito fin de hacer del conocimiento público las grandes líneas del fraude más escandaloso de todos los tiempos.
Gracias al apoyo de Andrés Manuel López Obrador, que movilizó las finanzas de su partido, obtuvimos la suma de 100 mil pesos para pagar el trabajo profesional de nueve compañías de actores, de cuatro elementos cada una, que en menos de cinco días -en algunos casos, como el del Grupo Atotonilco, en tres- memorizaron las 18 cuartillas del texto, crearon sus rústicos vestuarios, aprendieron el ``trazo'' del espectáculo -el tránsito que debían seguir dentro del escenario- y se lanzaron a las calles, a las plazas y a los mercados, luchando patética y heroicamente contra el monstruo de la televisión.
Así, el Grupo Tlatelocas dio, en total, 18 funciones, 13 en la ciudad de México y cinco en Monterrey y sus alrededores; el Grupo Edgar dio 17 funciones; el Grupo Moisés, 12; el Grupo Fofo, 10; los Grupos Mariana, Atotonilco y Lera, seis; el Grupo Tino, cuatro, una de ellas en Cuernavaca, y el Grupo La Escuelita, una.
No, no le estamos ofreciendo, subcomandante, los servicios de una empresa; no le estamos vendiendo la fórmula, no le estamos pidiendo una contratación. Si le escribimos en carta pública, porque no hay de otra, es para invitarlo a que ahora sea usted quien escriba un sketch para la consulta zapatista, y si no tiene tiempo, convoque a los dramaturgos, a los actores, a los bailarines, a los directores, a los escenógrafos, a los coreógrafos y a toda la gente del mundo de las tablas, carpinteros incluidos, para que la experiencia del teatro de la calle, tan barata en su producción, tan costosa en su mano de obra, se multiplique por todo el país y promueva el debate necesario para la consulta.
Si lo hace, subcomandante, el arte será de nuevo, como nos lo enseñó la imaginación tenaz de los pueblos indios, el instrumento fundamental de la palabra que lucha.
No quedamos, por supuesto, en espera de respuesta alguna.
Sólo deseamos, por último, como Sabina, que no le falte salud, mujer y frijol.
Serapio Bedoya Arteaga (y su escribano)
Tecamacharco, 4 de septiembre de1988