Jorge Camil
Coincidencias
Escuché únicamente el final del reportaje por televisión: ``...con la estrepitosa caída de la Bolsa, la devaluación de la moneda, el mercado petrolero a la baja, la amenazante quiebra del sistema bancario, el país en manos de secuestradores y otras bandas de criminales y la lucha encarnizada por el poder entre todas las facciones políticas, la mayoría de los analistas considera inminente el colapso del sistema político...''. ¿Acaso CNN hablaba de México? No, de la Rusia de Boris Yeltsin. Sin embargo, ahí están las preocupantes coincidencias del presente y también las obvias semejanzas del pasado: la asfixiante dictadura paternalista de los zares (equivalente al porfiriato), la revolución convertida en ideología --y entronizada como leitmotif del monolítico partido comunista por la nomenklatura soviética (hermana de la no menos poderosa y longeva burocracia priísta)--, y, finalmente, una incauta apertura hacia la economía de mercado, aunque con ciertos resabios de centralismo estatal. Tiempos de confusión, tiempos de oportunidad; la época de los Robber Barons a la rusa y a la mexicana. Los Barones Depredadores que, aprovechando la apertura, se aferran al capitalismo sin escrúpulos y amasan fortunas asombrosas al amparo de una incierta transición hacia la democracia.
La actual crisis rusa no surgió de la noche a la mañana. Fue precedida por indicios inequívocos que la hicieron predecible. Al derrumbarse las murallas del Estado comunista la ciudadela cayó en manos de la canalla, representada por bandas de secuestradores, narcotraficantes, ladrones y tahúres. Poco a poco, como actualmente sucede en el caso de México, las empresas multinacionales, atraídas por el optimismo de la apertura, iniciaron el viaje de regreso para no exponer a sus ejecutivos a la ola de secuestros y criminalidad que azotaba al país. Otras, más intrépidas, o tal vez impulsadas por la codicia, dejaron los negocios locales en manos de ejecutivos rusos y optaron por enviar supervisores de la casa matriz escoltados por oficiales de la KGB con licencia para prestar servicios particulares.
La Rusia sin muros ni cortinas de hierro tampoco ha sido ajena a los contubernios entre el dinero y el poder. Durante la campaña política de Boris Yeltsin, en junio de 1996, se ``pasó la charola'' entre los nuevos empresarios millonarios surgidos, ellos sí, de la noche a la mañana. Boris Berezovsky, un oscuro profesor de matemáticas aplicadas que debutó en el mundo de los negocios en 1989, hizo contribuciones por 3 millones de dólares y ayudó a reunir 100 millones más (20 veces la suma permitida por la ley: ¿suena conocido?). Hoy, Berezovsky, con una fortuna personal de 3 mil millones de dólares, preside las poderosas empresas Logovaz y Autovaz, es subsecretario del Consejo de Seguridad y cruza las calles de Moscú a velocidades vertiginosas en un Mercedes blindado, precedido por un BMW (también blindado) y rodeado de jeeps Mitsubishi con 20 guardias de la KGB a su servicio. Dice la prensa internacional que es un espectáculo verlo pasar: ¡la imagen rediviva de la prepotencia ostentada diariamente por los beneficiarios de nuestras privatizaciones!
En 1995, durante la crisis mexicana, los analistas bursátiles de Estados Unidos, en un ejercicio de sadomasoquismo, se divertían calculando el valor en dólares de todas las empresas mexicanas cotizadas en bolsa: era como jugar ``turista''. Y varios tuvieron la osadía de expresar públicamente que cualquier multimillonario estadunidense podría adquirir todas las acciones de la Bolsa Mexicana. No es coincidencia que hoy, de cara a la crisis que tambalea al gobierno de Yeltsin, Gennady Zyuganov, el líder comunista, critique el desempeño de un gobierno liberal que ha colocado a su país en un peligro similar. Durante su campaña para las primeras elecciones libres Yeltsin ganó amenazando a los electores con el regreso de los ``emisarios del pasado''. Lo curioso es que hoy, dos años después, Rusia, igual que México, sumida en la desesperanza económica y confundida por la incertidumbre política, clama por un gobierno nacionalista y un mayor control estatal; quiere terminar con la pesadilla neoliberal. Pero los últimos rumores son desalentadores: indican que el empresario Viktor Chernomirdin --designado por Yeltsin como jefe de gobierno, mas no confirmado por la Duma-- regresó al poder por presiones de Boris Berezovsky, la eminencia gris de Boris Yeltsin. ¿Qué pasará en el caso de México?