Ana Luz Quintanilla Montoya y Efraín Abraham Gutiérrez Galindo
Revista Ciencias Marinas
La fe en la razón quiere decir confianza en la discusión, en los buenos argumentos, en la inteligencia que dirime las cuestiones oscuras, en contra de la pasión que las hace incluso más turbias y en contra de la violencia que elimina desde el inicio la posibilidad de diálogo.
Norberto Bobbio
Con atención e interés hemos leído varios comentarios que ha publicado atinadamente La Jornada sobre múltiples aspectos de las revistas científicas mexicanas, y como editora y colaborador de una de ellas, Ciencias Marinas, deseamos dar a conocer nuestra opinión.
De inicio, no aceptamos el hecho de que no se reconozca que en el país existen revistas de óptima calidad, muchas editadas y publicadas con enormes esfuerzos, y que sí se acepta la gran mayoría de las extranjeras (no siempre internacionales) por el hecho de que se encuentran indizadas en el boletín que publica el Institute for Scientific Information (ISI) en Filadelfia, Science Citation Index (SCI), o simplemente porque se editan en el exterior. Nos parece desconcertante por parte de los académicos evaluadores del Sistema Nacional de Investigadores (SIN) el enviar dictámenes a investigadores mexicanos en los que se les penaliza por el hecho de publicar en revistas nacionales. ¿Por qué aceptar únicamente los impresos que se hacen en el extranjero (alguno considerados internacionales) y no reconocer que en México se editan y publican muy buenas revistas?
¿Por qué organizaciones nacionales como el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) e institutos internacionales como el ISI sí aceptan algunas revistas mexicanas como de calidad y aparentemente el SIN no?
Ciencias Marinas es un caso de una revista científica internacional, de aparición trimestral, que publica artículos originales de investigación en las áreas de las ciencias del mar; es editada y publicada en México por la Universidad Autónoma de Baja California, en el Instituto de Investigaciones Oceanológicas.
Todos los trabajos que se reciben son evaluados por investigadores tanto nacionales como internacionales y, al ser aceptados, se publican totalmente en español y en inglés, lo cual la hace casi única (al menos a nuestro conocimiento) en Latinoamérica y Europa, pues reconocemos la importancia del segundo idioma en el contexto mundial, pero sin menospreciar la importancia que tiene el nuestro.
Ciencias Marinas se distribuye en 88 países mediante suscripciones e intercambios con otras instituciones que editan publicaciones similares, y en casos excepcionales la revista se dona a organismos que no cuentan con los recursos para poder obtenerla. Como un solo criterio de calidad (existen bastante más), Ciencias Marinas está incluida en 17 índices o resúmenes (inclusive el SCI) y en el Indice de Revistas Mexicanas de Investigación Científica y Tecnológica, del Conacyt.
Se ha tomado como criterio de calidad casi único el que una revista esté incluida en el SCI. Eso es erróneo, pues no es el único que se toma en cuenta para determinar si una publicación es de calidad o no. No todas las revistas científicas tienen los mismos objetivos y, por tanto, si lo anterior fuese el único criterio, entonces no existirían en el mundo un número mayor que las que incluye el SCI.
Recientemente, el doctor Luis Benítez Bribiesca (Lunes en la Ciencia, agosto 17, 1998) afirma en su artículo que nuestras publicaciones son ``mediocres y locales''. A su vez, menciona la labor tan destacada y casi mística que llevan a cabo los editores de revistas científicas en México. El doctor Benítez Bribiesca dice lo siguiente sobre los editores: ``Son los Sísifos modernos, que a sabiendas de que no podrán llegar hasta la cumbre, permanecen fieles a su tarea sin recibir compensación alguna''. Efectivamente, en la mayoría de los casos los editores no reciben compensación monetaria, pero sí una recompensa muy importante: el reconocimiento de todos aquellos científicos que han depositado su confianza en las revistas mexicanas y que saben que en el país sí se pueden editar y publicar revistas de calidad, arbitradas, indizadas e internacionales.
Es recomendable que en lugar de subestimar y desestimular la edición de las revistas que se hacen en México, y por ende a los editores y colaboradores que con gran esfuerzo las mantienen vigentes, nos congregáramos (los interesados y críticos también) para crear mecanismos de comunicación y apoyo que beneficien el mejoramiento de la calidad de las publicaciones nacionales.
¿Es acaso posible que no podamos aceptarnos como una comunidad científica capaz de crear, mantener y mejorar revistas de calidad en México? ¿Acaso no es posible que los duros críticos y opositores del desarrollo de esos impresos puedan aportar iniciativas y su experiencia para mejorar los que tenemos y llevarlos al nivel de excelencia que reconocen en ediciones extranjeras o internacionales?
Finalmente, existen editores de revistas científicas nacionales que saben y tienen la confianza para llevarlas a la cumbre; no es necedad ni masoquismo, como menciona el doctor Benítez, sino una forma diferente de efectuar las múltiples funciones que como científicos debemos cumplir. También lo hacemos con el objetivo de no tener que mirar hacia el norte y pedir ayuda o permiso para publicar los resultados de la ciencia. Queremos contribuir en la construcción de un país soberano y libre que tome sus propias decisiones y criterios de calidad sobre la publicación en México de la ciencia que realiza la comunidad científica.
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