La Jornada Semanal, 30 de agosto de 1998
¿Es el silencio el lenguaje del poeta?
-El silencio... es el lenguaje de la mafia (risas). El lenguaje del amor o el de la mafia, no lo sé. Depende de qué tipo de silencio.
-Hay un silencio que tú ves, y pregunto ¿qué cosa es el silencio que ves?
-Es una transmisión de pensamientos, con la mirada que siempre es diálogo.
-El silencio de la mirada.
-Yo tengo un vecino que no me mira y no me habla. No sé por qué... no me mira.
-¿Es Proserpina quien te detiene en el Hades, el abandono de Demeter, tu plegaria?
-El predicamento de Proserpina es ser una criatura arrebatada, aunque es feliz sólo porque vive. Proserpina es lo materno, la madre, la tierra; pero también la muerte, la vida. Proserpina crea una locura que es la joya de vivir. No se detiene a ver si tiene tiempo de vivir o de morir. El tiempo no existe.
-¿Cuál es la medida de la vida en Proserpina?
-Su locura, la que no conoce el tiempo porque es eterna. La gente vive pegada a la muerte, tiene miedo a la enfermedad, tiene miedo a la vida. Proserpina no. A Proserpina no le importa la muerte. Es quien combate la muerte. La única cosa válida que combate la muerte es la paciencia, aquella que los hombres... aquella que Proserpina, en su renovación, acepta. Acepta la muerte pero está fuera de la muerte.
-¿Quién espera en el Hades?
-Proserpina no puede estar en el infierno. Cuando Orfeo la mira, es el infierno lo que la destruye. Puede atravesar el infierno pero no lo entiende. Proserpina está por encima de todo. Es el alma mas no el cuerpo. Es un cuerpo el alma de Proserpina, es Orfeo; y el cuerpo de Proserpina es Orfeo. Como si se tratase de una construcción andrógina. El alma es femenina, el cuerpo es Orfeo.
-Dos en una sola criatura.
-Que luego se matan... Los dos son como si fueran narcisos.
-Existe un doble escenario en la idea del nacimiento entre Proserpina y Perséfone debido al mito reportado por Ovidio.
-La primavera... la primera estación, el florecimiento de la tierra, pero... ah, en la primavera también existe un cierto tipo de desorden; es un devenir la primavera, pero inasible; no se puede tocar, tampoco amar la primavera.
-Es el alma, es el pensamiento al que se accede cuando se está en devenir.
-La poesía es filosofía.
-Es lo que dice Octavio Paz.
-Pero dice también: la primavera es la diversidad y afortunado el que es diferente, desgraciado aquel que aun siendo normal se considera diferente. La primavera es la diversidad.
-Y el hombre...
-El hombre es diverso. Cuando escribí El diario de una diversa, yo era una persona libre, no quería protección, no trabajaba, era alguien que prefería el manicomio a la sumisión, al dinero, al trabajo. No quería brillar la primavera, no quería estar atada a nada, no quería ser guiada ni siquiera por cosas amorosas; quería estar libre y no tener que pagar tributos. La madre de la primavera está preocupada porque ella es desconsiderada, ¿no? Y ahora que puede... porque en la mitología la posee el demonio y la lleva al infierno.
-¿Lo atraviesa?
-La primavera se muere porque, no obstante, la tierra está llena de odios. La primavera quiere flores, quiere las cosas, aunque las cosas en ocasiones son el infierno. Muere como muere el poeta cuando no escribe. La poesía siempre es vida, es lo que libera de toda constricción. El poeta se aparta, se aleja de los demás que quieren la normalidad, el trabajo, el dinero.
-¿El dolor en tu obra?
-Tú dices que sufres cuando lees mi obra. Sientes empatía por mis versos, te conmueven porque hay una parte de primavera en ti por el deseo de libertad, porque has sido castigada como yo. El modo en que viví los 12 años en el manicomio -que para mí fue el infierno- era, sin embargo, el sitio donde yo me encontraba bien, donde era libre.
-Quizá más libre...
-Sí, porque el manicomio era el elogio de la locura; el manicomio, desde fuera, dicen que no es normal, pero es donde se está más libre porque se está en un sitio donde la locura es la normalidad, se es libre de ser lo que se es. Es el sitio, el único sitio escogido por tantos escritores como un modo de alejarse. A la gente común no le gusta la diversidad, tienen miedo; pero el poeta tiene miedo de la sociedad, de una sociedad sometida, fraudulenta, falsa. La primavera es libre. La primavera es la verdad. Lo que buscan algunos seres que se sienten normales con su normalidad de todos los días es poner esto en su lugar, cada cosa donde tiene que estar: comer al mediodía, dormir en la noche. Para el poeta es poner allá lo que no tiene que estar aquí; si no, no hay forma de escribirlo. Por ello la primavera es un riesgo, la poesía es un riesgo.
-La helada, la sequía...
-El que renueva arriesga mucho todos los días; estar siempre en los límites de la muerte como el amor. El ímpetu de volar es más fuerte que el ímpetu de la carne, pero quizás es lo que pueda llevarte verdaderamente al paraíso.
-¿Cómo te detienes?
-Ah, de modo automático. Lloro un poco, luego lloro, lloro y digo: mañana es otro día; un poco ir día con día. Si recuerdas, Scarlet O'Hara, esa mujer salva toda la situación del desastre, ella, quien al parecer es un poco loca. Es lo que hace la poesía, salvar a los demás, pero el hombre no lo entiende. El hombre no quiere ser salvado, quiere precipitarse, se siente culpable. La primavera hace un poco las veces de la religión cuando dice que nadie es culpable, que Dios es grande, que la tierra es grande,Êque el universo es misericordioso. La primavera se parece a Venus, sin ningún pudor. Es la inocencia.
-La culpa ha hundido al hombre en todas las sociedades.
-Es el hombre quien a sí mismo se carga de sentidos de culpabilidad, de adulterio, de malas mujeres.
-¿Es ese adulterio que le da la mano a Manganelli en uno de tus poemas?
-Fui mujer de Manganelli cuando había dejado a su mujer.
-Pero Venus es estrella y estrella vespertina.
-Siempre es una estrella. No hay que sufrir en la vida; hay que conmoverse con las cosas que suceden en el mundo, hay que festejar las emociones, incluso, hay que festejar el mal, ¿no? Hasta a las serpientes las domesticamos. Hay que celebrar el dolor. Ustedes en México están todos deprimidos. Con el tráfico que hay de órganos deben cuidar sus ojos y no llorar en demasía.
-Para mí es importante este encuentro.
-A los poetas no habría que encontrarlos, habría que leerlos.
-Encontrar un libro con tu poesía es una estrella.
-A mí ya no me dicen nada. Los leo pero ya no me dicen nada nuevo. Tú vienes de México. Mis antepasados eran argentinos; se llamaban Merini y Menetto, Merinos en español. Al casarse mi abuelo con mi abuela, fue repudiada porque era una modesta campesina. La familia del abuelo era muy importante, de mucho dinero, era un conde. Se casó con mi abuela porque era muy bella. Le quitaron la herencia y se quedó pobre. Tengo dos hermanos que viven aquí en Milán, que han hecho mucho dinero y son así, muy importantes. Para ellos la forma como vivo yo es inconcebible.
-¿No te has dejado seducir?
-No, por la riqueza no. Yo dejé a Manganelli porque era rico. Pienso que si yo me hubiera hecho rica, no habría escrito más. Mis hermanos siempre están enfermos, siempre están desesperados, siempre quieren más dinero. Nunca están contentos. Sin embargo, yo soy feliz. Si tengo 100,000 liras, doy 50,000 a un pobre. He salvado tantas vidas, tantas... Me he acercado a los barboni, gente que no tiene nada y de la que hay muchos en las calles. A lo mejor mueren de frío en las calles. Ellos son mis amigos.
-¿Quién te llenó a ti de amor?
-Todos los pobres que han venido aquí. Los que encuentro en la calle, los cuatro o cinco que me esperan cuando bajo. En ocasiones les doy 10,000 liras; lo triste es que se drogan. En el manicomio yo era pobre también y fueron los pobres los que me salvaron, los que me cubrieron, quienes me dieron su dinero.
-¿Qué escribiste en el manicomio?
-Nada. No podía ni escribir porque no había papel; esto te da la idea, que muchos dicen que comparten, de que la poesía salva la vida, pero es la vida la que salva la poesía. Los enfermos eran la poesía, el amor por los enfermos, el amor que ellos tenían por mí. Fueron catorce años, yo tenía 28 años cuando entré y salí a los 42.
-¿Qué hiciste para salir de ahí?
-No lo sé, una mañana me sentí bien y me fui.
-¿Por qué no vienes a México?
-Porque México me da miedo.
Deslío el cigarro
como si fuera una hoja de tabaco
y aspiro
ávidamente
la ausencia de tu vida.
Es tan bello sentirte
fuera,
deseando verme;
pero no te he escuchado.
Soy cruel, lo
sé,
mas es esta la jerga del poeta:
un largo silencio
encendido
después de un larguísimo beso.
Si alguien buscara comprender tu mirada
Poeta defiéndete de su
crueldad
tu mirada son esas cien miradas que lamentablemente te han
visto temblando.
Nací el veintiuno en primavera
mas nunca supe que nacer
loca,
abrir el surco
pudiera desatar tormentas.
Proserpina
así leve
ve el llover en la hierba,
sus gruesos trigos
gentiles
y siempre llora al véspero.
Tal vez sea su ruego.