Masiosare, domingo 30 de agosto de 1998



Los dedos de la mano


Benito Taibo

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Mónica: ¡Guarra!


A mí realmente el caso bautizado por los medios como sexgate en los Estados Unidos me importa muy, muy poco. El hecho de que su caliente presidente ande detrás de becarias, asesoras, unicornios o quimeras no me quita el sueño, como parece, por ciertas encuestas, que no se lo quita a cientos de miles de americanos que andan más preocupados por la proliferación de pandillas en sus barrios, droga al por mayor en sus esquinas o nuevos atentados contra sus embajadas.

Lo que sí me conmueve hasta las lágrimas es la aparente ingenuidad de la chica Lewinski, que sería una curiosa versión porno de la famosa ``chica Cosmo'' de los ochenta, la cual guarda celosamente un vestido manchado con la savia presidencial como un totémico trofeo de caza para ser enseñado, junto a la estatuilla de ``campeona de volleyball playero de Wichita'', a sus mejores amigas mientras se discuten un ``Sara Lee'' doble-chocolate y beben capuchinos con moka descafeinados.

Si mi abuelo viviera, al enterarse del caso seguramente hubiera gritado en la sala de su casa y con la vista levantada encima de la sección deportiva del periódico: ``¡Mónica, guarra!''

Porque, francamente, guardar vestidos manchados me parece de un mal gusto soberbio y un atentado a todos los productores de detergentes.

Me imagino a la guarra de Mónica organizando un tour por su guardarropa a quince turistas japoneses, cámaras de video al ojo, mientras ella, muy risueña dice mientras acaricia suavemente sus prendas: ``Bill, Silvester, Al, ¡ayyy, Boris!''.

medio

con la vara que mides


No conozco a Javier Solórzano, el locutor-comentarista de MVS, pero tengo buenas referencias suyas de los tiempos de la UAM; algunas veces lo oigo en el noticiario de radio y siempre me ha parecido un cuate bastante liberal y objetivo, pero hace unas cuantas semanas de plano me sorprendió con el más que manoseado tema del ``Fobaroba''.

Comentaba Javier que le parecía una actitud extremadamente ``partidista'' y con afán de ``llevar agua a su molino'' la postura del PRD al respecto, y que la pregunta hecha por el partido a todos los mexicanos (``sabía usted quiénes van a pagar la deuda del Fobaproa'') estaba sin duda expresada con una ``doble intención''. Bien, creo que tiene todo el derecho del mundo (¿verdad, Francisco Zarco?) a expresar sus opiniones sobre cualquier otro tema y las respeto enormemente; no pretendo entablar ninguna polémica.

Unos días después, habló Javier sobre una encuesta publicada en Este País en la que la pregunta principal rezaba más o menos así : ``Está usted de acuerdo con que el Fobaproa se convierta en deuda pública o que, en caso contrario, quiebren los bancos, y la economía mexicana sufra un colapso irreversible''

La respuesta la omito por obvia.

Lo que no se vale es no comentar en el mismo talante tan ``llevadora de agua a su molino'' encuesta, donde -ante la carencia de opciones- el ``sí'' se convierte en inobjetable. Aún escucho a Javier sin rencor, pero estoy convencido de que debemos medir a todos con la misma vara. Yo por lo pronto no pedí prestado y me rehuso a pagar deudas que no adquiero.

pulgar

lógica empresarial para sociópatas


"¡Cayó Arizmendi!'', escucho que dicen en las calle dos señoras con sus bolsas del mercado semivacía entre los brazos. Ya por la noche lo veo por la televisión. Me concentro en sus ojos, dos rendijas acuosas que han transitado por el dolor ajeno sin siquiera parpadear; intento entrar en su cabeza, en esa herramienta siniestra, en el método esquemático y destructivo, en el rompecabezas que encierra la mente de un sociópata y muy pronto descubro que no puedo, mi pasaporte no tiene visa para tanto horror y tanto desprecio. Lo escucho atentamente; esquivo esa mirada fría. Oigo más de seis veces la palabra ``centrado'' refiriéndose a sí mismo. Me estremezco y agradezco ser, sobre esa misma teoría, un pobre loco más. Mientras lo escucho recuerdo la frase de un poeta: ``Quien no tiene sintaxis, no tiene alma''. Lo confirmo.

Poco a poco encuentro el hilo de la madeja, la carencia total de emociones, el sistema contractual con el que realizaba sus ``operativos'', la frialdad con la que se refiere a asesinatos, desentierros de cadáveres, complicidades y, sobre todo, la ausencia de parámetros acerca del bien y del mal en la vieja tradición cristiana.

Una revelación se apodera de mí: ``¡Es sólo un empresario!'' Corta orejas con el mismo desparpajo con el que un director general cierra de un plumazo la planta de Cuernavaca y deja sin empleo a 3 mil trabajadores con el argumento de ``el bien del negocio''.

Desentierra al muerto y lo fotografía con la misma sangre fría con la que el contralor general sugiere incendiar la bodega de Cuajimalpa para cobrar el seguro.

Acumula el dinero con la mentalidad con la que el especulador de la bolsa hace una ``quiebra técnica'' ficticia.

Para entonces, me tiemblan las manos y las orejas, me acuesto y pienso en el debate sobre la pena de muerte. En una de esas habría que reabrir el Cerro de las Campanas y poner en la misma bolsa a los cortaorejas y a ciertos malíficos empresarios.

anular

encíclica del papa nicolau


Yn letrero inmenso pintado sobre una barda del Periférico Sur me hace sonreír todas las mañanas. En enormes letras dice: ``¿Ya te hiciste el papanicolau?'' Yo, le contesto también todas las mañanas: no.

Me parece muy loable que las autoridades sanitarias estén tan atentas de nuestra población femenina, pero haciendo un rápido sondeo en mi cuadra descubrí que una sola de cada cinco vecinas sabían de que se trataba tan importante estudio. Por lo que infiero que valdría más difundir acerca de qué es un papanicolao y no proponer tan de golpe practicárselo sin mediación ni aviso previo. Cuando le pregunte a Nati, mi vecina del 11, ¿conoces el papanicolau?, muy oronda me respondió a bocajarro: ``¿Qué, ya no es Juan Pablo II?''

meñique

despedida


Ya me pasé de los caracteres que me solicitó mi editor. Lo siento. Sólo quiero decir que desde que se acabo La usurpadora dejé de mentar madres de 9 a 10 de la noche, que mi salud mental va mejorando y que lo siento por Aurelio y Christopher, pero el padrino de la niña ¡soy yo!