Malbarataron Asemex en 120 mdd a Romo y Aspe: El Divino
Mireya Cuéllar y Alonso Urrutia Ť En un capítulo más de la pugna judicial --que ha entrado al terreno político-- entre Angel Isidoro Rodríguez y las autoridades financieras del país, el ex presidente del grupo Banpaís informó ayer que la empresa Aseguradora Mexicana (Asemex) --que él compró el sexenio pasado en 630 millones de dólares y que fue intervenida por la Comisión Nacional Bancaria y de Valores junto con todo su grupo financiero-- fue vendida a los empresarios Alfonso Romo y Pedro Aspe Armella en 120 millones de dólares, provocando un ``golpe patrimonial'' que abultó el monto del grupo Banpais, que tuvo que ser llevado al Fobaproa.
``Los funcionarios que participaron en la intervención del grupo financiero, dentro de su afán desmedido por justificar una situación caótica, decidieron malbaratar una empresa por la que ni siquiera dos años antes el gobierno federal había recibido 630 millones de dólares'', apuntó.
El escenario fue el auditorio norte de la Cámara de Diputados, a la que Rodríguez acudió invitado por la subcomisión legislativa que da seguimiento a programas de saneamiento financiero (Fobaproa, carretero...) en medio de una gran expectación y la ausencia de los legisladores de su partido, el PRI.
El también conocido como El Divino hizo varias precisiones sobre la forma en que Banpaís, como institución, financió la campaña priísta de 1994: le entregó un donativo por 2 millones de pesos, absorbió el pago de la renta de uno de los edificios del Comité de Finanzas --la oficina de Oscar Espinosa-- ubicado en la colonia Polanco y pagó la póliza de seguros de la campaña completa, con un costo de un millón de dólares, que cubrió los gastos del sepelio de Luis Donaldo Colosio y el seguro de vida que fue entregado a su familia.
--¿Estos recursos fueron una aportación de accionistas o de la institución? --le interrogó el diputado Marcelo Ebrard.
--De la institución --respondió sin dudar.
(Rodríguez reivindicó la legalidad de las aportaciones de Banpaís entregadas, según dijo, directamente en la oficina de Oscar Espinosa; sin embargo, el Cofipe prohíbe expresamente en el artículo 49 inciso G, las aportaciones de instituciones mercantiles.)
De acusado a acusador
Angel Isidoro Rodríguez llegó a San Lázaro con la intención de reiterar una misma tesis, y así lo hizo: cuando la CNBV intervino su banco, éste era financieramente sano, y fueron los interventores quienes ``quebraron'' a la institución, para justificar la intervención.
El Divino devolvió las acusaciones. Puso a sus acusadores, específicamente a Guillermo Ortiz --quien fue, dijo, su ``gran amigo''-- y a Eduardo Fernández --``quien cuando llego a la presidencia de la CNBV no lo conocía ni Dios''-- en el banquillo de los acusados. ``Son los verdaderos responsables del quebranto de Banpaís.'' Según sus cifras, en diciembre de 1994 la cartera vencida del banco era de mil 670 millones de pesos, y una vez intervenido (el 3 de marzo siguiente) pasó a 11 mil 600 millones de pesos en julio de 1995. ``Creo que la intervención de ninguna manera agotó todas las posibilidades de cobro.''
Acusó una vez más a la administración del interventor gerente, Manuel Espinosa de los Monteros, y de la CNBV, de realizar ``operaciones ruinosas transfiriéndole al Fobaproa una carga financiera de 24 mil millones de pesos, cuando al momento de la intervención la cartera calificada como irrecuperable o de difícil recuperación era de no más de mil 500 millones y, según un estudio ordenado por la autoridad y los accionistas a Rotshchild & Sons seis meses después de la intervención, la cartera irrecuperable fue estimada en no más de 4 mil millones de pesos''.
Es inexplicable, apuntó, que esa cartera se haya convertido en un quebranto de 47 mil millones de pesos, es decir, que absolutamente todos los créditos del banco se quebrantaron, incluidos algunos muy importantes al sector financiero, por un monto de mil 500 millones de pesos y 900 millones más que eran préstamos a los gobiernos de Sinaloa y Nuevo León y a la alcaldía de Tijuana.
Apuntó que no se hizo ninguna gestión para renovar estos créditos, por lo que todos ellos se fueron a cartera vencida. Todos estos elementos, dijo, hacen pensar que hubo ``gran negligencia y gran ineptitud''.
Y entonces se fue sobre Espinosa de los Monteros: lo acusó de enriquecimiento inexplicable. ``Quien vivía en una casa rentada en la calle de Vistahermosa y hoy vive en un departamento en el complejo de Santa Fe... es un señor que evidentemente se ha beneficiado, ha hecho actos de corrupción y en conjunción con el doctor Pedro Zamora han escogido despachos pues como el de un señor Farell, y los han instruido para que arreglen algunos asuntos de créditos dentro del banco y por los cuales se ha tenido conocimiento de que ha habido algunas corruptelas''.
Durante los años 1995, 96 y 97, bajo el rubro de ``comisión por intervención'', la gente de la CNBV tomó de Banpaís 15 millones de pesos ``que no tienen ninguna otra justificación''. Además, ``se violentó la cartera vencida del banco haciendo un crecimiento espectacular que orilló a la institución a tomar una reserva crediticia de alrededor de 6 mil 140 millones de pesos. Esto le costó al banco 12 mil 80 millones y estos son quebrantos total y absolutamente responsabilidad del señor interventor'', señaló.
Las casi tres horas que El Divino estuvo ante los diputados fueron suficientes para que diera detalles de la estrecha relación que durante muchos años mantuvo con la familia feliz del sector financiero. Lo que nunca pudo dejar muy claro fue qué ocasionó el rompimiento. De Guillermo Ortiz recibía recomendaciones ``de amigo'' para el manejo del banco; viajaron juntos en el avión fantasma --así lo calificó la CNBV-- a Nueva York, para promover el esquema económico del Presidente; cenó con Pedro Aspe y el propio Ortiz después de firmar un memorándum de entendimiento sobre la administración de Banpaís (signado el 6 de octubre de 94 con Eduardo Fernández). Su familia ha colaborado en las campañas presidenciales del PRI, desde la época de López Mateos.
Señaló que tan sabían de sus operaciones la CNBV y el Banco de México, que le autorizaron su solicitud para que se autoprestara 250 millones de dólares para soportar la adquisición de Aseguradora Mexicana. Citó que en el oficio T317023, de marzo de 94, el banco central le otorgó la autorización expresa, poco después de que el propio Guillermo Ortiz como subsecretario de Hacienda avalara esa operación el 17 de febrero de 1994. Sobre los créditos cruzados a Jorge Lankenau y Carlos Cabal Peniche, explicó que en el caso del ex presidente de Banca Confía, le fueron renovados por Espinosa de los Monteros cuando ya estaba intervenido el banco. ¿Si había irregularidades, por qué la ratificación?, se preguntó.
``Estos créditos que existían dentro del banco y que la interventoría resolvió otorgarle la renovación al señor Lankenau, lo hizo con plena autorización de Eduardo Fernández''. Destacó que, además, había dentro de Banpaís otros 12 créditos a empresas propiedad de banqueros. Reconoció que, efectivamente, hubo autopréstamos y créditos relacionados, pero defendió su legalidad en el artículo 73 de la Ley de Instituciones de Crédito y la anuencia de la CNBV.
Siempre ambiguo, Rodríguez dijo que el origen de sus problemas fueron ``diferencias personales'' con Eduardo Fernández, y adelantó que más adelante podrá acreditar que también existieron diferencias ``políticas''. Aludió a que nunca quiso contratar a Juan Díaz Canedo como presidente ejecutivo del grupo, como le sugirieron Fernández y Guillermo Ortiz. ``Díaz Canedo se presentó en mi oficina... y se jactó de que si yo lo contrataba mis problemas desaparecerían, y que seguramente algunos de los bancos intervenidos pasarían a formar parte del patrimonio de Banpaís... quizá fue una mala decisión política de mi parte no aceptar''. Además, apuntó, Ortiz le recomendó a Adolfo Lagos, como alguien que debía participar en el grupo, ``insinuaciones que fueron desechadas''.
Al final, entregó seis expedientes de pruebas para que sean entregadas a los auditores del Fobaproa. A la salida, y de muy buen humor, El Divino --manos muy cuidadas, cabello perfectamente en su lugar-- soltó: ``Si ya cayó Arizmendi, ahora tiene que caer el Mochaorejas del sector financiero, que es Eduardo Fernández''.