José Cueli
La ilógica en la obra de Elena Garro

Decir Elena Garro --quien murió el sábado pasado-- es nombrar la posmodernidad en la literatura femenina de este siglo en México. Su obra se coloca en el ritmo de cierta filosofía francesa actual, enfocada a la especialización del tiempo y la temporalización del espacio, movimiento que marca la ``diferencia'' (Derrida), la ausencia de la palabra, el deseo que surge en ese tiempo y espacio en que los objetos son huellas de otras huellas, cuyo origen es el no origen.

Gloria Prado, la maestra de teoría literaria, sobrina de Elena, la ha estudiado con cuidado. Es lástima que su esplendido trabajo En el escenario del tiempo transmutado, la narrativa de Elena Garro, no haya sido publicado. Gloria ve más allá de lo inmediato en su tía Elena. Anclándose en lo cotidiano y evidente y sin perderlo de vista, lo traspasa y lo aprehende simultáneamente en diversos planos de la realidad, tan reales unos como otros, en una proyección múltiple de pases, cuadros y escenas.

La mirada pluriperspectiva de Gloria Prado es también traslación física y metafórica en la obra de Elena Garro. Intromisión en el tiempo para romperlo, embrujarlo, transformarlo en fragmentariedad espejeante, luces de prisma en movimiento, inaprehensibles para la conciencia.

Tiempo que se torna en muchos tiempos, juego de tramoya en que se devanan épocas, momentos, semanas, días, transmutados del tiempo cronológico, lineal, perentorio, en temporalidad poética, rebelde, irreductible.

La narrativa de Elena Garro se constituye de esta manera en trayectoria ininterrumpida de trastocamientos tempo-espaciales que descubre y abre puertas ocultas a mundos de prodigio y de magia. Los fantasmas desaparecidos de un ayer remoto perduran hasta que los despierta del mundo de las sombras, en medio de visiones y llamaradas borrosas, envueltas de ideas y nuevas ficciones, hasta llegar a esas frases melodiosas de son poroso mexicano y lejanos ritmos de meceo de cuna.

Para Elena Garro hubo otras leyes distintas de la lógica que organizan el acontecer temporal y la espacialidad de acuerdo a sus visiones particulares y sobrenaturales de seres humanos que no acatan lo establecido. Juegos en un espacio mágico en que organiza los días a su manera. La ordenación de domingo a lunes va en sentido contrario a lo acostumbrado (La semana de colores).

Bien meditado por Gloria Prado, en la obra de Elena Garro, actúa la especialización de la temporalidad, como la atemporalidad del espacio en su transcurso por los caminos de la metáfora, recreación fulgurante de la realidad que Elena configura. Las metáforas se revelan en su diafanidad y pureza y brillan, en esa red apretada de música e imágenes policromas que se engarzan en un lienzo esplendoroso, artificio de juegos y luces.