La Jornada viernes 28 de agosto de 1998

Astillero Ť Julio Hernández López

En el fragor de las actuales batallas partidistas, electorales y parlamentarias (escenificadas principalmente por élites que con frecuencia son acusadas de secuestrar la movilidad social y política, y de convertirla en mera moneda de cambio) suele relegarse (a los planos de lo ritual o lo conmemorativo) el valor y la trascendencia de la auténtica y genuina lucha popular.

Abiertos hoy los canales de la participación política, doblados algunos de los mecanismos tradicionales de control social, cercana y alcanzable, en hipótesis, la posibilidad de poner fin al priísmo septuagenario, pareciera a veces que basta con saber manejar con inteligencia los puntos clave de la estructura política para lograr los cambios democráticos deseados.

En ese tenor, los movimientos sociales son entendidos con frecuencia como instrumentos de organización electoral y de aprovisionamiento de votos, pero no necesariamente de inducción y presión para conseguir las transformaciones profundas buscadas. También es común que sean tomadas como inmaduras e inútiles las exigencias de líderes sociales en el sentido de fomentar la lucha política más allá de las necesidades de las urnas y de los esquemas partidistas.

Un hoy que viene de (cuando menos) 30 años atrás

Ayer, para no ir más lejos, se realizó una marcha del Museo de Antropología al Zócalo. La manifestación pública fue organizada por algunos líderes del 68 que forman parte del colectivo La Nave Va.

Hoy, madres de presos y desaparecidos políticos recordarán, en el atrio de Catedral, con doña Rosario Ibarra de Piedra como figura central, la primera huelga de hambre que realizaron en exigencia de justicia para sus hijos, padres o esposos detenidos, secuestrados, torturados, desaparecidos o asesinados por la represión gubernamental contra hombres de conciencia que resultaron inadmisibles para el régimen, ya por su participación en luchas sociales y políticas, ya porque, desesperados, optaron por la vía armada.

Pero en ambos casos, en la manifestación de ayer y en la ceremonia de hoy, está presente la esencia que han logrado en México los insuficientes y a veces mediatizados cambios políticos que se viven actualmente: la conciencia social, la inconformidad, la organización, la lucha y la protesta, la movilización.

Treinta años atrás (con el recuerdo y la experiencia de las luchas de los ferrocarrileros, médicos y campesinos, como los guerrerenses) hubo mexicanos de conciencia que decidieron salir a las calles a exigir y a actuar política y socialmente. El régimen optó por la fuerza, por la represión. Y llegó el 2 de octubre.

Convencidos de que las opciones de la lucha política estaban cerradas, algunos escogieron el camino de las armas con la esperanza de forzar el cambio. Frente a ellos, el gobierno federal desarrolló una sangrienta lucha que aplastó las disidencias, dejando una larga estela de crueldades. La contraguerrilla dejó a los presos, perseguidos, desaparecidos y torturados que han sido el motivo de lucha de mujeres heroicas como doña Rosario.

Hoy, a pesar de que el barullo del interior de los recintos parlamentarios y gubernamentales no les deja a los de adentro escuchar bien las voces y los gritos del exterior, conviene tener presente que los juegos de poder son meros malabares intrascendentes si no tienen tras de sí la movilización popular y si no responden de verdad a los genuinos intereses de las mayorías.

Más de uno (muchísimos más que uno) de quienes podríamos clasificar hoy dentro de la franja de la izquierda mexicana, harían bien en recordar que sus sitiales de importancia (en los que algunos han mostrado impúdicos apetitos de poder, desesperados por los beneficios de las nóminas, la asignación de personal, los privilegios del chofer y el ayudante) provienen de las anónimas tragedias de muchos mexicanos que con marginación, cárcel, maltratos o muerte, han hecho avanzar a este país.

Todo es consecuencia

Con sus divinas palabras ha hablado Angel Isidoro. Sus culpas son menores, dice, y para que no se queden en su regazo todas las manchas ha comenzado a repartirlas entre los que asegura son sus verdaderos propietarios. Una de esas pignoraciones indeseadas es la del dinero que entregó a Oscar Espinosa Villarreal para la campaña presidencial de Ernesto Zedillo.

No son poca cosa las divinas palabras. Sobre todo si se toma en cuenta que tienen como antecedente las del señor Gerardo de Prevoisin, ex director de Aeroméxico, quien dice haber aportado también sus milloncitos de dólares para la citada campaña. Y el señor Lankenau.

En el último punto de su gira nacional de difusión del caso Fobaproa, Andrés Manuel López Obrador pronunció el concepto clave: ilegitimidad en el ejercicio del poder. Años atrás, el propio Ernesto Zedillo había dicho en el extranjero, en declaraciones a periodistas, que las elecciones de 1994 habían sido inequitativas.

Hoy, los fantasmas de El Divino, De Prevoisin, Lankenau, Carlos Cabal Peniche, y la presencia retadora de Roberto Madrazo Pintado, parecen transmutar la idea de la inequidad en la sensación de la ilegitimidad.

Y apenas se va a leer el cuarto Informe. Y aún se están poniendo de acuerdo los coordinadores parlamentarios con el secretario de Gobernación para la agenda de trabajo de las próximas sesiones legislativas, en las que se abordarán los casos Fobaproa y Chiapas. Y las turbulencias económicas internacionales. Y todo lo que está por venir...

Astillas: No hay que perder de vista la gresca priísta que se vive en Guerrero. Nunca antes se había dado un pleito interno tan abierto y verbalmente violento como el que hoy protagonizan en aquellas tierras diversos personajes del tricolor. Es posible que el retrato más descarnado de lo que ha sido el PRI tradicional lo estén haciendo hoy los aspirantes a la candidatura a gobernador. René Juárez se ha lanzado duro contra los proyectos familiares y ha denunciado acarreos, manipulaciones y demás prácticas de las que, por lo demás, a él le acusan desde el flanco de Manuel Añorve, primo del actual gobernador. Porfirio Camarena, senador cetemista, se ha vuelto también un agudo crítico del sistema y de sus vicios. Miguel Osorio Marbán, representante del jurásico tricolor, se ha transformado en feroz crítico. Bueno, hasta Lupita Gómez Maganda ha dejado la prosapia ortodoxa. Y el atildado y cuidadoso Florencio Salazar Adame también anda con la escopeta declarativa humeante. ¡Ah, los tiempos en los que la sabiduría del dedo resolvía todo..! Por lo pronto, el choque en las alturas, protagonizado por el gobernador con licencia, Rubén Figueroa, y el mandatario sustituto, Angel Aguirre Rivero, abre una brecha todavía más favorable para el PRD, en caso de que logre postular a un candidato al Ejecutivo local que no genere rupturas... Un grupo de periodistas de México hoy, dirigido por Miguel Cantón Zetina, ha hecho llegar a esta columna un amplio relato sobre los conflictos internos que se han desatado al imponer los directivos de ese nuevo diario criterios ajenos al interés periodístico y más bien orientados a la promoción de la figura de Roberto Madrazo como aspirante presidencial, y de defenestración de Cuauhtémoc Cárdenas. En la versión que han enviado a Astillero dicen que el lunes 17 del presente mes hicieron un paro de hora y media para protestar por la manipulación de sus textos y la imposición de criterios futuristas en el cabeceo y la redacción de las notas. Dicen también que como consecuencia de esa acción fueron despedidos algunos periodistas. Todo sea por el 2000...

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