Astillero Ť Julio Hernández López
De no haber sido porque un mal día se produjo una falla en la tarea de tirar a la vera de un camino el cadáver de un secuestrador incómodo, ayer un gobernador, un procurador y un jefe policiaco hubiesen aplaudido con fuerza y entusiasmo el anuncio presidencial de la cruzada nacional contra el crimen y la delincuencia.
Instalados en las butacas de honor, Jorge Carrillo Olea y sus subordinados directos --el procurador estatal de justicia y el jefe de la policía de la entidad-- se habrían convertido de inmediato en los cruzados morelenses contra el delito. A la salida del acto (motejado por algunos, de manera obsoleta, cortesana, como reunión de la República), Carrillo Olea y sus colaboradores podrían haber ofrecido declaraciones de prensa elogiando la propuesta presidencial, sumándose a ella, garantizando resultados.
Carrillo Olea y compañía ya no pudieron estar ayer en las primeras filas de la clase política nacional, pero en su lugar se presentaron, desde luego, otros personajes de características similares: gobernadores que han encabezado el saqueo de las arcas públicas, procuradores de justicia y jefes policiacos que han sido verdaderos capos del crimen organizado, directores de cárceles que encabezan las listas de la psicopatía, jueces y magistrados convertidos en atildados engranes de la maquinaria delincuencial, ladrones y violadores de la ley vestidos con cuello blanco, corbata, traje y gafete identificador de su condición de funcionarios públicos.
Es una lástima que don Jorge esté todavía enredado en los asuntos morelenses de la industria del secuestro, pues, de otra manera, él, con su impresionante curriculum, con su conocimiento de las artes de la inteligencia y la seguridad nacionales, y de la lucha contra el narcotráfico, hubiese sido un excelente secretario técnico de la cruzada presidencial anunciada ayer y, dentro de algún tiempo (¿uno, dos años?), podría rendirnos excelentes informes de cómo se combate al crimen y a la delincuencia.
Miseria y corrupción
Toda intención de combatir el crimen y la delincuencia debe ser apoyada pues, si es genuina, entraña la convicción y el compromiso de luchar contra el signo de malignidad social más importante que viven los mexicanos actualmente. Ayer, en el Museo de Antropología e Historia de la ciudad de México, el presidente Ernesto Zedillo habló con emoción y, en momentos, con voz afectada por haber escuchado, de viva voz, el relato de uno de los muchísimos casos de cruel secuestro y fatal desenlace que se han vivido en los meses recientes.
Pero, por desgracia, no hay, más allá de las explícitas buenas intenciones presidenciales, asideros para el optimismo. El diagnóstico gubernamental es limitado y superficial ya que, para empezar, pretende corregir las consecuencias sin modificar las causas. El incremento de la delincuencia, y de su escalada de violencia, es resultado de la política económica y social que han desarrollado los gobiernos priístas y, en especial, los de Miguel de la Madrid, Carlos Salinas de Gortari y el de Zedillo. Pretender enfrentar a los delincuentes con la mano dura anunciada, y mejorar los preceptos legales que les fuesen aplicables, es apenas una parte de la tarea por realizar.
La otra parte, la más importante, la definitoria de verdad, es la corrección de la política económica que ha lanzado a miles de mexicanos a las calles a atracar, a robar, a herir y a matar, a cobrarse el drama propio dañando con saña a todo aquel que tiene un mejor nivel de vida.
¿Qué resultados ha dado la política económica llamada neoliberal? Fábricas y empresas produciendo desempleados, plazas de gobierno recortadas, instituciones de bienestar social convertidas en macabros, insuficientes e insultantes paliativos para la creciente desgracia del pueblo, y una economía injusta que hunde a la mayoría en la desesperación mientras genera el vergonzoso milagro de que los supermillonarios ganen cada vez más y más dinero.
Y el aparato estatal convertido en tierra de saqueo, con funcionarios transformados en negociantes y comisionistas, atentos a los porcentajes y las participaciones más que al verdadero servicio público.
La corrupción, y la miseria, son los principales causantes de la desgracia nacional. Mientras no se combatan satisfactoriamente estos elementos, las fórmulas mágicas, de buena fe, apasionadas, sólo quedarán en eso y, acaso, en una frustración más.
La grilla, ah, la grilla...
No es posible ocultar el hecho de que, con la cruzada nacional contra el crimen y la delincuencia, se pretende, también, rescatar a Francisco Labastida Ochoa del rango de virtual comisionado para Chiapas en que se ha mantenido, y colocarlo en tareas de dimensión nacional. En su propio discurso de toma de posesión, el sinaloense hizo un marcado esfuerzo por colocarse por encima de los asuntos chiapanecos y, desde entonces, trazó el problema de la seguridad pública como su principal preocupación.
Sin embargo, su ubicación como puntero del equipo zedillista en la búsqueda del relevo presidencial del año 2000, convierte también a Labastida Ochoa en un personaje con una altísima carga de futurismo electoral que daña los proyectos de mediano y largo plazos.
Desde ayer mismo algunos asistentes al acto del Museo de Antropología se preguntaban qué tan adecuada operación de una cruzada nacional tendrá un político al que otros desean obstruir en su camino hacia la candidatura presidencial. La ausencia del gobernador guanajuatense Vicente Fox, por ejemplo, generó suspicacias en ese sentido.
Otra objeción se da en cuanto a la habilitación de todo tipo de sinaloenses como ejecutivos de los programas de Bucareli relacionados con prevención social, readaptación y otras tareas policiacas y de seguridad pública. Esa selección de funcionarios a partir del paisanaje no infunde confianza en quienes ayer vieron a esos personajes como séquito, y mañana, acaso, como equipo de campaña.
La venganza de Catalina Creel
Roberto Madrazo Pintado debería regresar al Palacio Legislativo de San Lázaro para recibir en devolución el parche de Catalina Creel con el que meses atrás montó un show para defenderse de las pretensiones de diputados federales de investigar sus manejos de dinero público en asuntos electorales.
El rescate de la prenda usada por la actriz María Rubio para cubrir uno de sus ojos tiene un alto valor estratégico, pues al paso que va, don Roberto tendrá constantes propuestas de trabajo en la farándula, habida cuenta de la excelente actuación que está demostrando ante la resolución de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, que acaba de validar la investigación hecha por una comisión de diputados federales acerca de la aplicación del ramo 26 del presupuesto gubernamental para, presuntamente, apoyar campañas priístas en Tabasco.
Derrotado por la máxima instancia jurídica del país, sometido en su intentona de golpe político contra el Congreso de la Unión, exhibido junto con los controladores priístas de la Cámara de Diputados tabasqueña, Madrazo Pintado pretende convertir el drama en comedia, y aparecer sonriente, diciendo, ganéÉ
Ya ni Catalina Creel
Astillas: En Reynosa, con la explosión en la que perdió la vida el comandante Raúl Manuel Ruiz Guerra, se envió un mensaje siniestro a otros jefes policiacos del país. Elaine Shanon, en su libro Desperados, narraba cómo algún capo del narcotráfico habría dicho en Guadalajara, al comandante de la Judicial Federal: ``¿Qué prefieres: plata, o plomo? De lo que escojas tengo para llenarteÉ'' ¡Zaz!, el famoso cantante Francisco Xavier, de apellido Berganza (diputado federal para mayores datos), se registró como precandidato panista a la gubernatura de Hidalgo. Con ello, plantea el mayor reto, acaso fatal, a la pretensión de lanzar una candidatura conjunta de panistas y perredistas en aquella entidad. Pero, de lo que pasa en aquella tierra de los Lugos, los Rojos y los Murillos, platicaremos más delanteÉ
Fax: 5 45 04 73
Correo electrónico: [email protected]