La propuesta panista para dar una solución a la crisis bancaria es un buen intento; sin embargo, adolece de puntos débiles, provocados seguramente por la precipitación y la necesidad de no quedarse atrás en este asunto ni frente a sus competidores ni frente a la verborrea de Fox.
En un buen intento porque de entrada no acepta, enfrentándose así a la propuesta presidencial, que la deuda de Fobaproa con los bancos sea válida, ya que se contrajo violando la Constitución al asumirse sin la aprobación del poder Legislativo; es un buen intento porque aun cuando sea en forma bastante general, sin precisar procedimientos, enumera algunas buenas intenciones a favor de deudores, de ahorradores y del sistema en general.
Por el contrario, le falta rigor en algunos puntos y una de sus conclusiones finales acerca a la propuesta panista, más de lo que ellos mismos hubieran querido, con la propuesta presidencial.
Tiene además algún punto débil en el campo jurídico, un área en la que tradicionalmente el Partido Acción Nacional se distinguía.
En el punto III de su documento, los panistas pretenden colocarse en un justo medio entre la propuesta lisa y llana de convertir la deuda de Fobaproa en deuda pública y la que ellos definen como la propuesta para desconocer ``por completo'' la necesidad de dar una solución a los graves problemas del sistema bancario.
La disyuntiva que pretenden superar es falsa, puesto que nadie se ha puesto en el extremo de desconocer la necesidad de encontrar soluciones a los problemas en los que el sistema financiero y la economía nacional se encuentran. Todos, incluido el PRD y su grupo parlamentario al que estoy integrado, incluidos también los mismos panistas, los del PT, posiblemente los del Verde Ecologista y aun muchos priístas, estamos buscando caminos que eviten la quiebra de los bancos y por tanto protejan a los depositantes, pero que no premien simultáneamente ni a los banqueros ineficientes ni a los tramposos que aprovecharon el río revuelto para su pesca abundante.
Pero si esa disyuntiva es equívoca, uno de los razonamientos con que pretenden sustentarla es inaceptable y no hubiera sido suscrito ni por la solidez jurídica de un Preciado Hernández, ni por la sagacidad de un Adolfo Chritlieb; los panistas dicen: ``sería inadmisible un repudio generalizado a las obligaciones contraídas con adquirentes de buena fe, con inversionistas y, en general, con quienes tomaron decisiones económicas o de inversión sin ser advertidos por el gobierno (?) o por su propios asesores de la inobservancia de las disposiciones constitucionales''.
Los panistas olvidaron o soslayaron el principio jurídico de que la ignorancia de la norma a nadie beneficia: no pueden defender a los banqueros a los que ellos llaman inversionistas, y entre los que no dudo habrá algunos de buena fe, porque no les advirtió el gobierno o porque no les advirtieron sus propios abogados de la violación constitucional. Leo el párrafo y no lo creo.
Pero esa defensa oficiosa de los llamados inversionistas no advertidos, en realidad banqueros, es tan sólo un negrito en el arroz; reitero, la propuesta es un buen intento y junto con otras y con una reflexión común será posible encontrarle salidas al asunto de Fobaproa.
Una observación final sobre la propuesta contenida en el inciso c) del punto quinto, en el que los panistas proponen ``El canje de títulos en poder de los bancos por otros que sean negociables o de mejor calidad a cambio de una participación sustancialmente mayor en las pérdidas de cartera''.
En las discusiones futuras se tendrá que aclarar cómo, si se rechazan los pagarés avalados por Hacienda por contener deuda inconstitucional, pueden ser después reconocidos para ser canjeados por otros de mejor calidad; este punto y otros deberán ser motivo de las futuras reflexiones y negociaciones compartidas entre diputados de todos los grupos parlamentarios.