``No sé qué hacen los escritores de México para ganar dinero''
Elena Garro
El epígrafe es el encabezado de la página 20 de La Jornada del domingo 23 de agosto, en que nos enteramos de la muerte de la escritora.
Mirando su rostro lleno de ternura y leyendo por boca de ella sobre sus penurias económicas, me entró una furia horrible al pensar en tantísimas entrevistas que le hicieron desde que llegó a México. Tantos periódicos y publicaciones se enriquecen, y ella, siendo quién fue, quién es, y en la posición que la veían los entrevistadores, nunca cobró ni siquiera porque cada uno dispuso tanto de su tiempo. No está loco Ricardo Garibay cuando exige que las entrevistas hay que pagarlas. Elena Garro en esta entrevista que le hizo Cesar Güemes dice que cuando la trajeron ``de forma definitiva a México'' le fue asignada una cantidad que posteriormente le fue restringida por parte de las autoridades culturales del país. La Garro dice: ``No sé cómo le hacen los escritores en México para ganar dinero, no sé, llevo 40 años escribiendo, ¿seré mala escritora?''
Si Elena Garro no pudo vivir de sus regalías, qué podemos esperar los que sólo tenemos tres libros publicados. Ahora corren todos a hacerle honores, y hablar de la importancia de su obra.
Sí, muy famosa Elena Garro, pero vivió en la miseria. De fama y admiración no se vive. Y me puse a mascullar mi propia rabia, claro, cómo se va a poder vivir de regalías, si tardamos un buen rato quizá uno, dos, tres años, sino es que 10, en reflexionar, planear, escribir hasta terminar una novela o un libro digno de publicarse. Los editores nos pagan normalmente el 10 por ciento del costo y al autor que llega nuevecito le ofrecen el 8 por ciento, al fin el escritor está tan agradecido, ellos saben que hasta podría entregárselos tan sólo porque se lo publiquen. Y no hay seguro social ni Infonavit, vacaciones pagadas ni jubilación. Nada.
Una casa editorial francesa hace dos años quería traducir Novia que te vea, sólo que en la primera edición no me iban a pagar nada. Y me di el lujo de enojarme y no aceptar (podría confesarles que ha habido momentos en que me he arrepentido). Pero no se las di. Me da rabia que otros ganen y yo aquí, con ganas de una computadora portátil, ir a Cuba de paseo, de invitar a mis nietos un fin de semana de viaje o hasta algún día tener la dicha de conocer la India.
¿Qué no se les puede exigir a los editores un porcentaje más honrable para quién escribe el libro? Todos ganan menos el autor. El que escribe tiene que hacerlo por amor al arte, y ante todo hacer un voto de pobreza, tomar cursos intensivos de cómo vivir en la miseria, y de invitaciones.
Tengo un libro de cuentos terminado y me da tristeza entregarlo a un editor si voy a ganar tan poco, y sólo de pensar en el tiempo que me tomará escribir otro, lo dejo en mi escritorio. Terminado. Y quiero publicarlo antes de que entregue la novela que ya mero... claro, tengo la opción de imprimirlo por mi cuenta, conseguir quien me lo financie. De acuerdo, pero, ¿quién lo va a distribuir cuando yo termine de venderlo entre mis amistades? Pues un distribuidor que tenga entrada en las tiendas grandes. Sí. Sólo que también tendrá que llevarse 60 por ciento. Eso cobran. ¿Qué no hay otra posibilidad que resignarse a no ampliar nuestros mundos si decide uno que ser escritor es la única forma en que nos es dado dar a los demás lo que aprendemos de la vida?