Si las cosas salieran bien el Fobaproa pudiera constituirse en un hito; es decir, si los partidos hacen bien las cosas, especialmente sus bancadas de diputados. Pero nada está garantizado: la posibilidad de arribar a un consenso por los tres partidos principales pende de un hilo.
El fideicomiso de triste fama podría ser ocasión de una gran acción político pedagógica, una lección (apenas una) respecto a la crítica necesidad que este país tiene de aprender a cumplir la ley; y puede ser ocasión también de emprender la reforma de la esfera financiera, uno de sus sectores más frágiles. No es poca cosa.
Todo depende de que los partidos delimiten con el máximo cuidado su interés político partidario para dar paso de veras al interés general. El PAN ha estado haciendo un esfuerzo explícito en tal sentido, lo cual es independiente del alcance y contenido de su propuesta. El PRI ha presentado ya su posición. Ambos partidos están en posibilidades de negociar una salida que, de cualquier modo, tendrá un alto costo para la sociedad. La propuesta del PRD está amarrada a la consulta ciudadana que llevará a cabo a fin de mes.
Este país está urgido en grado máximo de pasar ya a una era en la que la observancia de la ley rija a la sociedad, a los individuos y al gobierno. A los gobernantes explicablemente en todo tiempo les exigimos el cumplimiento de la ley, pero los ciudadanos y la sociedad civil propiamente dicha se hallan muy lejos de atender los deberes instituidos por unas leyes que, de otra parte, demandan a gritos mil reformas.
México fue un país regido en gran medida por las reglas variantes no escritas dictadas por la dominación político ideológica del que fuera partido casi único. De ese modo el país funcionó por muchas décadas. Pero dejó de funcionar. El nacimiento y los prolegómenos del crecimiento de la pluralidad ideológica y política que hoy vivimos, sustituyó a la sociedad infantil aprisionada en el marco corporativo hasta los años 70. Los distintos que una pluralidad es, o se rigen por la ley, o la pluralidad no puede ser.
La observancia generalizada de la ley, sin embargo, no va a ocurrir por el decreto ni la voluntad de nadie. Ocurrirá sólo si existe una cultura (como ahora se dice para todo) jurídica de la sociedad. Y esta cultura sólo puede ser resultado de grandes actos pedagógicos producto de procesos políticos en los que las ganancias para la sociedad sean contundentemente claras. Es en tal sentido que los partidos siempre tienen la palabra.
Para ese propósito, el consenso entre los tres partidos principales sería la mejor salida, pero ello no parece estar a la vista. Falta ver aún el manejo político que cada partido haga respecto a la forma en que supedite o no su interés partidario al interés general, a pesar de los componentes del problema.
El consenso sería posible porque los tres partidos han planteado los tres componentes principales: a) castigo ejemplar a quienes delinquieron; b) obligación de pago a los abusadores oportunistas, y c) apoyo a los deudores que lo necesiten a partir de los montos insolutos que aún deben ser acordados. De ahí derivaría una reducción del costo fiscal futuro para la sociedad. A ello se añaden mecanismos para aplicar las decisiones (comisión, instituto) y acuerdos sobre la reforma de las instituciones del sector (incluidas las reformas legales), a efecto de: 1) fortalecer en serio la función de intermediación, 2) ejercer vigilancia efectiva sobre la operación bancaria, 3) sentar las bases jurídicas y organizativas de una operación bancaria no especulativa, 4) fijar reglas claras para la operación del multiplicador crediticio, 5) formular bases para otorgamiento de crédito vinculado a productividad y rentabilidad futura de los proyectos, 6) ampliar la responsabilidad de los propietarios del capital bancario, y 7) evitar los cruzamientos viciosos, ventajistas, entre firmas bancarias e industriales y comerciales.
Una salida al Fobaproa al menor costo posible, una lección política sobre la observancia de la ley y una reforma de la esfera financiera son objetivos posibles para los tres partidos. Pero rara vez todo puede ser alcanzado.