La lista debería estar en la canasta básica, afirman madres de familia
José Galán Ť La víspera del retorno a las aulas de más de dos millones de alumnos en el Distrito Federal -en el ámbito nacional son 28 millones 518 mil 600 en todos los niveles-, angustiados padres de familia recurrieron a la economía informal para aliviar aquello que los precios oficiales no les permiten: adquirir útiles obligatorios en escuelas oficiales y privadas.
Desde libretas profesionales cuadriculadas y rayadas, lápices, colores, plumas, juegos de geometría, sacapuntas y hasta diccionarios Larousse, están en oferta para quienes, a última hora, pretenden alargar un presupuesto de por sí escaso para cumplir con los requisitos que impone una lista escolar que, para algunos como Emma López Ugalde, ama de casa de 32 años, ``debería estar dentro de la canasta básica''.
En la zona de la líder priísta Silvia Sánchez Rico, el significado de hacer el agosto se revela a plenitud. Desde Moneda hasta Corregidora y Correo Mayor, atrás de Palacio Nacional, los tradicionales puestos de ropa, baratijas y chucherías se doblaron ayer y al lado se instaló una franela roja con lápices, sacapuntas, pegamentos, reglas, juegos de plumas y miles de cuadernos con el sello Kimberly Clark, ``originales, garantizados, patroncito'', gritaba Gloria en su puesto sobre Corregidora, a un lado de la antigua acequia.
``Yo todo lo que vendo es original. Me lo consiguen los compañeros de por aquí. Y si usted gusta le doy precio de mayoreo'', comentaba confiada mientras echaba un ojo al puesto de al lado, donde su pareja, Raúl, ofrecía fijadores para el pelo.
Con descuentos de hasta 40 por ciento menos que en papelerías y comercios del Centro Histórico, los precios de loa ambulantes son realmente un gran atractivo: juego de pluma y lapicero Paper Mate, 20 pesos; cuadernos profesionales Basic, de Kimberly Clark, 6; plumas tipo Bic, un peso; cajas con 12 lápices Sunshine, 6; diccionario Larousse de bolsillo, 15; lapicero asiático de ingenioso mecanismo, 6; juego de geometría compuesto por dos escuadras, regla de 30 centímetros, transportador y compás, 6.50. Incluso una caja de 64 crayones Made in China, 6 pesos.
Juan Domínguez Cota, de 39 años y herrero de oficio, se surtió con creces. ``Tengo dos hijos que entran a tercero y cuarto de primaria. Con todo eso de los uniformes y zapatos me he gastado fácil unos 600 pesos. Para mí es un chorro de lana. Y todavía me falta. Y el gasto que debo hacer es enorme. Pero aquí, en Corregidora, ora si que corrijo mi cartera en cualquier puesto'', añadió entre risas.
Así, madres y padres soportaron el calvario de sumergirse en el gentío para poder ahorrarse unos pesos que destinarán hoy para el transporte de sus hijos a la escuela en el primer día de clases.
``Mira, mano, con lo del Fobaproa y todo eso, el dólar a más de diez varos, hay que ahorrar. Ya no alcanza para nada'', comentó Pedro Coral Amezcua, quien se presumió como universitario y padre de cuatro niños, con los brazos repletos de compases, lápices y estuches de geometría. ``Nomás me falta un mapamundi y ya la hice. Y déjame decirte, maestro, que me ahorré como 40 por ciento. Si estuviera todavía en la UNAM no sé cómo le haría''.
María Morales trabaja como secretaria en una oficina federal, tiene un hijo que pasa a sexto año de primaria, ``y con todo lo que me exigen y lo poco que gano ya no sé cómo le voy a hacer. Aquí me ofrecen buenos precios, pero ni así me alcanza'', señaló con la desesperación reflejada en los ojos. ``Mi hijo no tiene papá que nos ayude, y quiere una mochila con las figuras de Dragon Ball Zeta. Pero valen 80 pesos, y ya no traigo'', comentó. ``Doy buen precio'', dijo el dueño del puesto al entrometerse en la conversación. ``Aquí damos barato, pero no hacemos milagros''.