La Jornada lunes 24 de agosto de 1998
Protestan por agresión cometida contra un colaborador de Letra S
Señora directora: Manuel Figueroa Acuña, miembro de Letra S, salud, sexualidad y sida, fue agredido físicamente, inesperadamente, por el señor José María Covarrubias sin mediar pleito alguno. Con este acto de violencia se resume la andanada de calumnias que se vigorizó por un editorial nuestra publicación en el que criticamos la irresponsabilidad del señor Covarrubias al incluir por tercer año consecutivo en la Semana Cultural Gay, conferencias y publicidad en torno a la teoría según la cual el virus de inmunodeficiencia humana no causa el sida, no es infeccioso ni es sexualmente transmisible. Está probado en todos los foros científicos que el VIH sí existe y que sí se transmite por vía sexual; discutir esto a estas alturas es, en el mejor de los casos, irresponsabilidad necia.
A partir de esta crítica, el señor Covarrubias se dedicó a vituperar sin prueba alguna, alcanzando el clímax con la difamación de organizaciones de lucha contra el sida, muy en especial a Carlos Bonfil. No contento con esto, quiere ejercer los métodos represivos a su alcance para cancelar la crítica.
Protestamos de la manera más enérgica contra este atentado. Se ha levantado el acta respectiva (número 7/6080/98-08 en agencia del Ministerio Público) por la agresión a nuestro compañero y procederemos con la actitud que nos corresponde, de crítica y responsabilidad.
Atentamente
Por el Consejo técnico del suplemento Letra S, Salud, sexualidad, sida: Alejandro Brito, Arturo Díaz, Carlos Bonfil, Lilia Rubio, Manuel Zozaya y Jorge Huerdo.
Precisiones de la subdelegación de gobierno de la delegación Tlalpan
Señora directora: En relación con la nota publicada el viernes 21 en primera plana, en la página 59 de su prestigiado periódico sobre el desalojo en Tlalpan, le solicito dé cabida a la siguiente aclaración.
No he visto a la reportera Bertha Teresa Ramírez e ignoro si guarda molestias contra el delegado, doctor Salvador Martínez della Rocca, o contra su servidor. Mucho menos sé si algún directivo de este medio está molesto con el gobierno de esta delegación, lo que sí es claro es que estamos ante una nota en la que se ignora que la región conocida como el Ajusco, es punto fundamental del precario equilibrio ecológico con que cuenta esta ciudad capital.
En los llamados Bosques de Tlalpan se encuentran las dos terceras partes de la recarga de los mantos acuíferos y además dichos bosques proporcionan un poco de oxígeno.
Por el descuido de mucho tiempo, si no se visualiza un apoyo hacia la zona del Ajusco se corre el riesgo de que en muy pocos años perdamos esa zona ecológica que está entremezclada con predios agrícolas no autorizados para vivienda.
La pregunta que yo haría a la sección La Capital es ¿cuál es la política de este medio respecto a la conservación de las zonas ecológicas que existen en la zona conocida como el Ajusco?
Atentamente,
Lic. Juan N. Guerra Ochoa, subdelegado jurídico y de gobierno en la delegación Tlalpan.
Aclaración en torno a la demolición en el Ajusco
Señora directora: Mucho te agradeceré sean publicadas las siguientes precisiones en relación con la nota publicada el 21 de agosto en la sección La Capital y firmada por Bertha Teresa Ramírez.
La zona del Ajusco para el Distrito Federal tiene un alto valor estratégico en materia ecológica. Ingresa 70 por ciento del agua a los mantos freáticos del Valle de México, dada la gran capacidad de captación pluvial que tienen sus suelos filtrantes. Es barrera natural para la contaminación ambiental, regula el clima y permite la conservación de especies endémicas.
Los bosques y zonas rurales que aún existen en la ciudad, por acuerdo federal y de gobierno se encuentran bajo protección, por lo que está estrictamente prohibido el cambio de uso de suelo. Esto ha sido claramente señalado por el presidente, doctor Ernesto Zedillo, por el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas, jefe de gobierno del Distrito federal, y por los secretarios responsables del medio ambiente.
En este sentido, el delegado de Tlalpan giró instrucciones para realizar la demolición en el paraje conocido como El Llano, después de seis meses de negociación con la organización que adquirió este predio. Desde el inicio del diálogo entre autoridades y el dirigente señor Juan Sierra, se dejó claro que pueden ser legítimos propietarios de una zona agrícola, pero no pueden dar otro uso al suelo que no sea el otorgado.
Durante el operativo de demolición, los colonos que quisieron desmontar por cuenta propia, tuvieron el respaldo de las autoridades; de igual manera se brindaron los apoyos necesarios para el traslado de las pertenencias de los afectados hasta sus casas, incluso ubicándose algunas de ellas en el estado de México. Quienes no desocuparon voluntariamente podrán encontrar sus pertenencias en la Delegación Territorial de San Miguel Ajusco, perfectamente inventariadas, como fueron notificados sus propietarios.
Consideramos que La Jornada se caracteriza por brindar información precisa y veraz, por ello sorprende el ``guión'' que Bertha Teresa Ramírez hace a sus lectores al narrar un acontecimiento sin haber asistido al lugar de los hechos.
Con el argumento de este guión, también quisiéramos dejar volar la imaginación y despertar en un futuro, digamos cinco años, en el que el niño Antonio Rodríguez sigue habitando en El Llano, se levanta muy temprano --en medio de una película tipo fin del mundo. No puede siquiera lavarse las manos por falta de agua. Se dirige a la escuela y no logra llegar, pues cae asfixiado por falta de oxígeno.
La descripción anterior no dista mucho de ser real, ya que son múltiples los estudios que señalan claramente la urgencia no sólo de contener el crecimiento de la mancha urbana, sino de ampliar las zonas verdes de la ciudad.
Cada metro cuadrado construido o pavimentado en la zona del Ajusco equivale a la pérdida de mil 300 litros de agua para la recarga de los mantos freáticos, poniendo en peligro la zona urbana, de alta sismisidad, por los desniveles que genera la falta del líquido en el subsuelo.
Deseamos agregar que, lejos de ser las autoridades delegacionales las responsables de la pesadilla que vivió ayer el niño Antonio, lo son los dirigentes, como Juan Sierra, que al conocer la normatividad sobre el uso de suelo, promueven entre familias necesitadas la venta y lotificación de áreas comunales.
La carencia de leyes que tipifiquen estos actos como ecocidio, permiten que personas como Sierra realicen constantemente invasiones en zonas protegidas. Actualmente, este hecho es sólo falta administrativa.
Además, los comuneros del Ajusco han solicitado en diversas ocasiones al gobierno de Tlalpan la preservación de su entorno.
La ciudadanía ha solicitado al gobierno de la ciudad, sobre todo después de la terrible contingencia vivida la primavera pasada, la preservación de su entorno.
Brindar atención a una sentida demanda ciudadana, la conservación de su entorno, es lo que se está haciendo.
Atentamente,
Ireri de la Peña, coordinadora de Comunicación Social en la delegación Tlalpan
Respuesta de la reportera
Señora directora: En relación con las cartas enviadas por Juan Guerra, subdelegado jurídico y de gobierno de la delegación Tlalpan y de la coordinadora de comunicación social, Ireri de la Peña, quisiera hacer el siguiente comentario: nadie pone en duda la importancia de las reservas ecológicas en la ciudad, lo que sí resulta cuestionable es la forma en que el pasado jueves, personal de la delegación Tlalpan y policías llevaron a cabo el desalojo de las familias que habitaban en 250 casas del predio conocido como El Llano. La acción, lamentablemente, constituyó un hecho generado por la política de la delegación Tlalpan y no por una obra de la imaginación.
En el asunto parece haber puntos oscuros que aún no se aclaran. La información que se proporcionó por parte de las autoridades delegacionales fue consignada en la nota informativa y no hubo mayores comentarios.
La línea editorial de La Jornada ni está a favor ni va en contra de nadie, pero siempre condenará la brutalidad del signo y del coto de donde venga.
Atentamente
Bertha Teresa Ramírez, reportera de la sección La Capital.
Fe de erratas
En el edicto publicado el día 18 del presente, con número de expediente 947/93, en el inicio del quinto párrafo dice: Rochstrasser Javier. Debe decir: Hochstrasser Javier.