Gustavo Viniegra González

Difícil desarrollo tecnológico en la industria mexicana

Una queja frecuente entre científicos e industriales mexicanos es la incomprensión mutua para llevar a cabo los desarrollos tecnológicos que requiere el país. Quizás se deba a que ninguno de los dos lados tiene suficiente experiencia al respecto. El escaso número de plantas registradas a nombre de mexicanos y los pocos desarrollos tecnológicos nacionales indican que muy pocas personas han demostrado saber cómo llevarlos a cabo. Los científicos suponen, erróneamente, que basta demostrar con experimentos de laboratorio un proceso para poder montar la fábrica respectiva. A su vez, los industriales piensan, también equivocadamente, que aquéllos deben hacer los planos de la fábrica, supervisar su construcción y arranque y arreglar los problemas técnicos de su operación.

El desarrollo tecnológico es como la agricultura. Se requieren semillas de buena calidad (son las invenciones), pero también se necesita cultivarlas y cosecharlas, y ése es el desarrollo tecnológico. En tecnología, las semillas se llaman ``ingeniería conceptual'', y se inventa en los laboratorios. Los planes de cultivo equivaldrían a la ``ingeniería básica'' y requieren ingenieros de proceso que hagan los experimentos piloto y los cálculos de las máquinas, los balances de materia y energía, así como las reglas de operación a escala industrial. Este es el corazón de la tecnología; también se le llama know how y es la materia principal de la propiedad industrial.

Los programas detallados de cultivo serían la ``ingeniería de detalle'' y requieren ingenieros, diseño y cálculo. Ahora se hacen cada vez más mediante computadoras y se contratan a destajo en bufetes especializados. Finalmente, viene la procuración del equipo, el montaje, el arranque y la corrección de los defectos del proceso. Es cierto, se pueden comprar los alimentos enlatados y listos para comer (tecnología ``llave en mano'') pero son mucho más caros y los controla quien los produce y distribuye.

Los dueños de la tecnología invierten mucho en las ingenierías conceptual y básica, y por ello controlan los mercados; 15 por ciento de la población mundial es dueña de 90 por ciento de la tecnología patentada, controla 70 por ciento de la producción económica y se encuentra en los países industrializados de Europa Occidental, América del Norte y Asia. La población mundial restante vende materias primas a bajo precio o realiza tareas de ensamble industrial o comercio mal pagadas, ya que el valor agregado del mercado se queda con los dueños del conocimiento.

Así, es necesario que los científicos y los empresarios entiendan sus papeles respectivos en el desarrollo tecnológico. Los empresarios deben decidir si asumen o no un papel efectivo en la competencia económica mundial. Si quisieran competir, tendrían que gastar 2 por ciento de sus ventas en desarrollo tecnológico (2 mil 860 millones de dólares anuales de los 143 mil millones que vendieron en 1997 las 500 mayores empresas mexicanas), pagando ingenieros propios que hicieran desde la ingeniería básica en adelante, y no los 200 millones que gastaron en 1996.

Los científicos que quisieran contribuir, tendrían que buscar a los pocos industriales mexicanos (no hay más de 10 centros privados de investigación tecnológica) dispuestos a cumplir con su parte y financiar parcialmente la investigación. De esa manera, tendríamos menos quejas y más ejemplos de tecnologías útiles al país.

Comentarios a:

[email protected]