Astillero Ť Julio Hernández López
Como si de un buen reportero se tratase, Andrés Manuel López Obrador tomó semanas atrás una hebra informativa a la que siguió, limpió y dio el contexto adecuado para poder presentarla en público.
Decisión difícil, apuesta en el aire, riesgo de tropiezo acaso fatal, el tabasqueño actuó, como en muchas otras cosas, haciéndole caso a su conciencia.
Y así, de golpe, un día antes de que se cumpliera el plazo de diez días que había anunciado en Villahermosa para dar a conocer los nombres de los beneficiarios del Fobaproa, reunido con parte de su comité nacional (algunos de cuyos integrantes pensaban que la conferencia de prensa convocada era para anunciar apoyos al oaxaqueño Héctor Sánchez y su lucha por la gubernatura), López Obrador dio un histórico giro hacia delante a la manivela que abrió las compuertas del escándalo a la información específica y detallada de la manera como la riqueza nacional fue aprovechada por unos cuantos.
(Hasta entonces sólo había indicios, suposiciones, especulaciones. Ahora, con los datos presentados por el reportero López Obrador las cosas eran diferentes: nombres y cantidades suficientes para entender las maniobras con las que una vez más se pretendía hacer que la inmensa mayoría de los mexicanos pagásemos el boato y el derroche, el lujo insultante y el amasamiento brutal, inhumano, ofensivo, de esos, los grandes beneficiarios del Fobaproa).
El crujir de los intereses creados
El paso (salto, enorme salto) hacia delante dado por el presidente nacional del PRD jaló a la estructura política completa del país. Los empresarios protestaron y se dijeron víctimas de un acoso ideológico que revivía la lucha de clases (por cierto, ¿por qué razón ninguno habrá presentado una denuncia formal contra López Obrador por calumnias y difamación, ya que algunos se han quejado de equívocos e injusticias en su mención en labios de Andrés Manuel?). En la cúpula del gobierno federal hubo irritación grave que, en algunos momentos, hizo temer desahogos peligrosos de esa visceralidad herida. Al interior del propio PRD, la corriente dialoguista, concertadora, cercanísima en ocasiones a las posiciones gubernamentales, se sintió maltratada (acaso exhibida) por el golpe declarativo dado por el tabasqueño. El PAN fue tomado fuera de lugar, encaminado hacia la concertación con el gobierno federal. El PRI, como siempre, a la espera de la orden superior.
Andrés Manuel, mientras tanto, se lanzó a otra tarea de conciencia. Recorrer el país, a razón de dos capitales de estado por día, para promover la consulta ciudadana respecto al Fobaproa, que se realizará el próximo día 30, a 48 horas del Informe Presidencial.
En esa gira nacional, López Obrador fue víctima de maniobras intimidatorias: llamadas anónimas anunciando atentados contra su vida (una de ellas, cuando menos, nunca dada a conocer públicamente, tenía datos y menciones creíbles y de verdad preocupantes, a pesar de lo cual Andrés Manuel siguió su viaje solo, apenas acompañado por algún ayudante de confianza); hostigamiento en las ciudades que visitaba por parte de grupúsculos cetemistas o de algunas otras expresiones corporativas priístas que vociferaban y mostraban cartulinas contra el perredista y su campaña de difusión, e inclusive expresiones groseras de funcionarios federales y de empresarios, uno de ellos, del occidente del país, abiertamente amenazante contra la vida de quien reveló una ínfima parte de sus negocios ocultos y sus ganancias tramposas.
Un panorama diferente
Hoy, exactamente hoy, el panorama político ha sido transformado gracias a aquella decisión tomada frente a dos decenas de hojas blancas, acaso matrices bancarias, sin identificación suficiente para darlas a conocer en firme como documentos plenamente confiables, pero sí llenas de datos, montos y estimaciones indudablemente verídicos.
El gobierno ha reculado, el PRI anuncia una postura que busca beneficios a pequeños deudores y castigo a los grandes tramposos. El PAN prefirió una postura cercana a los intereses nacionales y no un arreglo privado con el gobierno. El PRD mantiene iniciativa y buena colocación pública.
Pero en aquellos días, López Obrador tuvo que hurgar, preguntar, documentar, complementar, hasta precisar y entender el significado de aquel volumen de información llegada de manos tan confiables como no revelables.
Y también tuvo que sopesar el riesgo de la guerra política. De las reacciones desmedidas, de la embestida contra él, contra su partido y contra los principales personajes del perredismo o, para no darle vueltas, contra el principal que cuando supo del asunto empujó también hacia delante, sin cuidar de eventuales coletazos sus expectativas electorales.
Hoy, además, la falsa estabilidad de la economía ha reventado. Factores internacionales, ciertamente, pero también la incertidumbre, la inseguridad, el silencioso reclamo contra la conducción errática e inconfiable de una nación.
Hemos llegado, ya, al momento de las definiciones, de la verdad, del conocimiento pleno de las cosas malas, pésimas, que contra el interés de la nación y de sus mayorías se ha realizado.
Ayer, con unos cuantos papeles en las manos, López Obrador dio el paso adelante. Luego, la nación entera, informada de nombres y datos exactos, ha generado una importante opinión pública. Los partidos han recompuesto sus posturas. La situación económica se agrava.
El gobierno federal necesita ahora dar su paso al frente. Informar, no con los precarios documentos de Andrés Manuel, sino con una verdad a plenitud. Proponer una salida inteligente y patriótica. Castigar a los beneficiarios dolosos, a quienes viven enriquecidos a pesar de que aparentemente han perdido dinero protegido por el Fobaproa. Beneficiar a los millones de mexicanos que sí perdieron su pequeño patrimonio y para los que nunca ha habido operación alguna de salvamento.
De otra manera, mantener la incertidumbre, el empecinamiento, el descontrol, puede ser gravísimo para una economía herida y una sociedad golpeada.
Astillas: Catherine Segal, corresponsal en México del periódico francés Liberation, abunda sobre la increíble pifia presidencial de creer que el tercer milenio comienza con el primer día del año 2000. Segal preguntó por escrito a esta columna si no le parecía fascinante que la Presidencia de la República hubiese decidido ``festejar un evento con... un año de anticipación, dado que dicho tercer milenio... y el propio siglo XXI... ¡no comienzan hasta el primero de enero de 2001! La única cosa que se puede festejar el 31 de diciembre de 1999, o el primero de enero de 2000, es precisamente el año 2000. Nada más''... El innegable yerro presidencial tiene, además, el agravante de la impunidad. No se ha hecho la corrección del caso (que a nadie agraviaría, pues el tamaño de una autoridad puede crecer cuando es capaz de reconocer en público sus naturales fallas), pues en éste, como en otros casos mucho más graves, los equívocos simplemente se esconden bajo la pesada alfombra de la desmemoria nacional... El Universal tiene una columna, en su sección estados, denominada Así piensa México, en la que participan diversos articulistas de provincia. Uno de ellos, Raymundo Martín Gómez, comentó en días pasados las famosas declaraciones en las que el gobernador electo de Aguascalientes, Felipe González, clasificaba regionalmente a México diciendo que el norte trabaja, el centro piensa y el sur descansa. Sureño el citado Martín Gómez (presuntamente de Quintana Roo), desarrolló todo su artículo mencionando que la polémica clasificación la había hecho... el zacatecano Ricardo Monreal Avila. Cuando menos este opinante sureño sí parece haber estado descansando cuando el panista hidrocálido González hizo aquellas declaraciones...
Fax: 5 45 04 73 Correo electrónico: [email protected]