Luis González Souza
Guerrerismo sin respaldo
Malas noticias para los saboteadores de la transición democrática en México: su guerrerismo no tiene mayor respaldo ni en el plano internacional ni entre los propios mexicanos. Al menos hasta ahora, así lo corroboran varios indicadores, entre los que sobresalen dos muy recientes.
En lo internacional, la impresionante solidaridad concitada por la lucha de los indígenas zapatistas en Chiapas por sí sola indica el aislamiento del clan guerrerista en México. Ahora esto vuelve a confirmarse con la resolución recién emitida (21 de agosto) por la Subcomisión de Prevención de Discriminaciones y Protección a las Minorías, de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU. Entre otras cosas, ahí se exige al gobierno mexicano que respete los tratados internacionales que ha firmado; que otorgue la más alta prioridad al combate contra la impunidad de los violadores de derechos humanos, especialmente cuando las víctimas son ``numerosos miembros de las poblaciones indígenas''. Y de manera diplomática, también se exige el respeto a los acuerdos nacionales: que ``las partes signatarias de los acuerdos de San Andrés'' reasuman el diálogo (lo que obviamente supone cumplir con lo firmado).
Por si fuera poco, también hace unos días la prestigiada Fundación Arturo Rosenblueth dio a conocer los resultados de una interesantísima encuesta sobre la forma en que la sociedad mexicana percibe hoy el conflicto en Chiapas. Seguramente esa encuesta dará mucho de qué hablar, porque en verdad no tiene desperdicio. Aquí sólo hay espacio para comentar los resultados que directamente confirman la soledad de los guerreristas.
En definitiva el gobierno queda mal parado. Sus toneladas de propaganda dizque pacifista han hecho muy poca mella. Más bien aquél tiende a descubrirse como el principal promotor del guerrerismo. Sólo 35% de los encuestados (que fueron casi 5 mil personas de lo más variadas, en 86 municipios correspondientes a 23 entidades federativas) piensan que el gobierno ha hecho su mejor esfuerzo para lograr la paz en Chiapas. Apenas 22% piensa que aquél ha sido congruente entre lo que dice y lo que hace. Y esta incongruencia no excluye el verdadero problema que tiene descarrilado al proceso de paz: el incumplimiento de lo firmado con el EZLN. Sólo 30% considera que el gobierno ya cumplió con los Acuerdos de San Andrés. Y para colmo, apenas 23% afirma que aquél ha logrado el mejoramiento de las condiciones de los indígenas, no obstante el caudal de dinero (y discursos) supuestamente destinado a Chiapas.
Justo o no, emboletado o partícipe del guerrerismo por cuenta propia, el Ejército tampoco sale bien parado. Sólo 42% piensa que esta vital institución ha sido útil para preservar la paz en la región chiapaneca. Apenas 25% considera que ha tratado con respeto a las comunidades indígenas, mientras que 55% lo ve como un peligro para dichas comunidades. Lógicamente, una proporción muy similar (56%) concluye que aquél debe retirarse de éstas. Pero hay algo peor, referente a la punta de lanza en toda guerra sucia: los grupos paramilitares. Apenas 28% de los encuestados está seguro de que el Ejército no ha permitido o fomentado la formación de esos grupos.
Aquí las malas noticias no son sólo para el núcleo guerrerista sino para todo el país. Porque, como se sabe por otras encuestas, el Ejército es de las poquísimas instituciones de México que aún gozan de cierto prestigio. Pero además, aquí y en China, un buen Ejército -respetuoso lo mismo del pueblo que de la democracia- es vital para salvaguardar la soberanía, máxime si se padecen vecindades belicosas como en nuestro caso. Y máxime cuando la fortaleza de nuestro Ejército de por sí es mellada al involucrarlo en tareas sumamente riesgosas (lucha antidrogas) o de muy dudosa legalidad (labores de policía). Ni qué decir de un Ejército entrampado en una guerra contra su propio pueblo.
Mas la noticia principal de este artículo es buena para todos los amantes de la paz y de la democracia, que sin duda constituyen la mayoría. El guerrerismo no tiene muchos apoyadores en México, ni en el extranjero. Pero los que sí tiene, ciertamente son poderosos. Por eso no puede bajarse la guardia hasta que la transición democrática y pacífica llegue a buen puerto. Si el Guerrero Mayor ya casi no tiene quien le escriba, con mayor razón hay que apurarse. Nunca faltarán guerreros menores que quieran pasarse de listos.