La Jornada 23 de agosto de 1998

Llama Samuel Ruiz a la sociedad civil a participar con madurez en lograr la paz

Alma E. Muñoz Ť Durante la Asamblea Nacional por la Paz diversos organismos anunciaron la realización de acciones concretas en favor de Chiapas. Ahí, el obispo de San Cristóbal de la Casas, Samuel Ruiz García, instó a la sociedad civil a participar con madurez en la solución del conflicto y avanzar por caminos nuevos hacia una ``verdadera justicia y paz''.

Al mismo tiempo, el prelado aclaró que la sociedad no debe caer en el ``juego'' gubernamental para buscar sólo el fortalecimiento de algunos grupos y olvidar la solidaridad hacia aquellos precursores de nuevos componentes históricos.

Ese tipo de unidad, caracterizada más por la subordinación que el apoyo, es cosa del pasado y ``ahora entendemos que no es lo cuantitativo sino el pensamiento cualitativo'' lo importante para alcanzar la integración nacional. Por ello, dijo, ``le doy gracias a Dios de que el actor principal del cambio, que es la sociedad civil, esté en este proceso de gran madurez, y por lo mismo arroje en medio de las nubes y oscuridades presentes una firme esperanza de que podremos avanzar por caminos nuevos hacia la verdadera justicia y la verdadera paz que se funda en ella''.

Por su parte, el ex secretario técnico de la extinta Comisión Nacional de Intermediación, Miguel Alvarez, explicó que la caracterización de este proceso de paz y negociación debe dejar de lado el desconocimiento hacia los grupos de coadyuvancia e interlocución, como pretende hacerlo el gobierno, para evitar ``caer en su juego''.

Así, definió cinco elementos que impiden reconocer el origen del conflicto chiapaneco, y en donde se presenta como uno de los puntos principales la discusión por el desarme del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN).

Para Alvarez, el gobierno minimiza la interlocución del movimiento insurgente al situar las bases del conflicto en la capacidad militar de los zapatistas, sin tomar en cuenta la presencia de los guerrilleros a nivel nacional. Es decir, (lo que) abrió las puertas para la discusión en el terreno de la democracia y el establecimiento de un estado de derecho.

Dentro de estos lineamientos ubicó como segundo elemento que el diagnóstico federal califique este caso como un conflicto estatal, ante la insistencia de que ``Chiapas es una sucesión de problemas locales derivados de la pobreza y expresados principalmente en el enfrentamiento entre comunidades y organizaciones indígenas, que sirven de base para argumentar que dentro de las partes en el conflicto ya no incorpora la responsabilidad del gobierno y del Ejército federal''.

Criticó entonces que la presencia de las fuerzas militares en el estado se reduzca a la definición de un ``actor del orden y estabilidad'' para, a la vez, minimizar la capacidad de interlocución del EZLN y ubicarla dentro de los grupos más pobres frente al gobernador del estado, Roberto Albores Guillén.

Un cuarto elemento es la falta de aprobación de la Ley sobre Derechos y Cultura Indígenas, en donde se desconoce la firma de los acuerdos de San Andrés Larráinzar, después de que en esta mesa de negociaciones el EZLN ``empezó a crecer políticamente y San Andrés se convirtió en el gran espacio de interlocución popular y civil con el gobierno'', y lo transformó en ``un problema para la lógica del Estado''.

Con base en esta apreciación, Alvarez cuestionó la intención gubernamental de establecer un diálogo directo sin el compromiso de una agenda de trabajo ya establecida. Finalmente, denunció la intención por ``relativizar la problemática'' chiapaneca y colocarla fuera del proceso de transición a la democracia y la reforma del Estado.

Al acto acudieron, entre otros, Mariclaire Acosta, presidenta de la Comisión Mexicana para la Defensa y Promoción de los Derechos Humanos, y la escritora Elena Poniatowska, quien reconoció los esfuerzos de la iglesia de San Cristóbal de las Casas por el restablecimiento de la paz en Chiapas y la defensa hacia los pueblos indígenas.

En el marco de la Asamblea Nacional por la Paz, añadió: ``Queremos decirle a los más pobres que estamos dispuestos a construir una nación que los alimente, beneficie, los admire como lo merecen, los comprenda y sobre todo los apoye en sus demandas y en sus necesidades que el Ejército Zapatista de Liberación Nacional, a partir de enero de 1994, fue el primero en reconocer, asumir y si es indispensable morir al pie del cañón''.

Las sociedad civil y las ONG discutieron en cada estado las acciones para avanzar en el proceso de paz, y ayer llevaron planteamientos que permiten ``conjuntar fuerzas de millones de mexicanos a fin de lograr una participación más directa en la difícil situación de Chiapas''.