Angeles González Gamio
Limpia general

Como sabemos, México Tenochtitlan tenía una excelente traza urbana, caracterizada por su división en cuatro grandes barrios y al centro el majestuoso Centro Ceremonial, del que sobreviven vestigios de su Templo Mayor. Esta distribución fue básicamente conservada en la traza de la ciudad española, que realizó el jumétrico Alonso García Bravo, entre 1521 y 1522.

Resulta muy interesante conocer como la nomenclatura ha reflejado el mestizaje que se inició desde esos primeros tiempos. Por ejemplo, en relación con los nombres de los barrios, se conservaron los indígenas agregándoles el de un santo. Así entraron a la historia San Pablo Zoquipan (en el lodazal), San Juan Moyotla (lugar de mosquitos), Santa María La Redonda (sobre la calzada) y San Sebastián Atzacoalco (donde está el dique).

En este último barrio, que tenía ese apelativo por encontrarse en él una compuerta para regular el flujo de las aguas de los lagos, se fundó una de las primeras parroquias: la de San Sebastián, cuya primorosa iglesia aún existe y conserva el techo de dos aguas que caracterizó las construcciones del siglo XVI; ello nos habla de su antigüedad.

Enfrente del templo se encuentra la Plaza Gregorio Torres Quintero, con encanto a pesar del abandono en que se encuentra; allí se hallaba, en soberbia casona del siglo XVIII, el Museo del Deporte, hoy cerrado. Una callecita comunica esta plaza con la Del Estudiante, amplia y bella, rodeada de hermosas residencias de siglos pasados, y en espera de que se les restaure.

El sitio recibe ese nombre porque allí se construyó a principios de siglo un magnífico edificio de ladrillo con adornos de azulejos y balcones de hierro forjado, para alojar a los estudiantes de provincia, toda vez que a sus alrededores se encontraban las instituciones educativas más importantes, comenzando por la Universidad. La Casa del Estudiante fue llamada originalmente Casa José Ives Limantour --poderoso ministro de Profirio Díaz--, siendo inaugurada el 6 de julio de 1910. Aunque parezca increíble, aún funciona.

Actualmente en esa plaza, bellamente arbolada, está ubicada la primera agencia investigadora del Ministerio Público. El sitio que estaba descuidado, mostrando su decadencia física y moral, ha tenido una remodelación en todos los sentidos; ahora está limpio, bien pintado, el personal es muy amable y por todos lados hay letreros con teléfonos para quejas. Allí acaba de iniciarse un operativo especial para combatir el robo a transeúnte, el delito más común en el rumbo.

Ahora, agentes vestidos de civiles están atrapando a esos maleantes que arrebatan las bolsas, arrancan cadenas y en ocasiones con más audacia le muestran un puñal para que les dé el reloj y la cartera o le aplican una lleve china. También se ha desarrollado un operativo para combatir la drogadicción, causante de muchos delitos.

Aunado a la limpia generalizada en esta dependencia tan importante para los ciudadanos, se está despejando la plaza de vendedores ambulantes que la tenían totalmente invadida, permitiéndole volver a lucir su hermosura y apreciar desde ella las casonas que la rodean, entre otras, la que ocupa la cervecería La Traviata; ésa si muy bien pintadita en un subido color amarillo yema de huevo, que la hace inconfundible.

Tras beber una refrescante cerveza, puede caminar plácidamente hasta la calle de San Ildefonso y degustar una sabrosa comida mexicana de mucha calidad, en el anexo del restaurante El Cardenal, de la calle de Palma, ambos lugares con la atención personalísima de los hermanos Briz.