``Desde 1968 he caminado entre espinas'', afirmaba
Francisco Guerrero Garro, corresponsal, Cuernavaca, Mor., 22 de agosto Ť Desde hace algunos años, Elena Garro sostenía largas conversaciones con este corresponsal y con Gerardo Ortiz con la idea de publicar un libro con tales testimonios vertidos en esa serie de entrevistas, la última de las cuales ocurrió hace apenas dos sábados. A continuación, algunos fragmentos de esas sesiones, de las cuales la última constituye la entrevista póstuma.
Un día después de la muerte de Octavio Paz, por ejemplo, dijo: ``Yo lo perdono y se que él me ha perdonado, espero pronto encontrarme con él''.
La muerte, decía Elena Garro, ``es vivir para siempre dentro de la obra que cada quien crea y la vida no es más que un espectro de la muerte misma. Cuando uno muere, vive para siempre, dependiendo del camino que uno elija: el lleno de rosas te lleva al infierno, y el lleno de espinas, al cielo''.
Se decía amante platónica de la vida y a la vez de la muerte, pero temerosa de la oscuridad. ``No es que me dé miedo morir, a mí la muerte no me da miedo, pero sí su oscuridad y el infierno, que imagino un lugar solo donde uno está y llamas a todos y no hay nadie; ese infierno me da mucho miedo''.
Se confesaba creyente de la vida después de la muerte: ``Si fuimos malos, Dios nos castiga. Pero como desde 1968 he caminado entre tantas espinas, creo que me voy a ir al cielo. Dicen que cada quien es arquitecto de su propio destino, pero el mío ha sido terrible''.
Decía: ``Quiero morir durmiendo. A veces me imagino el sepelio: hay un campanario y estoy allí, muy contenta, viendo las campanas y la gente que entra a la iglesia. Quiero ser un ángel, aunque creo que fui un demonio''.
Se recordaba niña en un colegio de monjas, donde le decían que la vida era un valle de lágrimas, a lo que replicaba: ``Pero estas monjas están locas, cómo que un valle de lagrimas si yo estaba muy contenta. Pero más tarde comprendí que aquello era verdad''.
Mientras contaba todo esto, refrendaba su deseo de alcanzar a escribir una biografía de sus gatos Conradino, Pico, Pancho, Colie, hasta sumar 16. ``Si hay vida después de la muerte y rencarnas, me gustaría ser un gato. Sí: en mi otra vida quiero ser un gato''.
-¿Por qué, Elenita?
-Porque los gatos tienen siete vidas.
``A mí la vida me ha pegado mucho, muy duro. Hay días difíciles y amargos. Los felices se van rápido y las desdichas te duran y duran y te preguntas: ¿cuándo saldré de esto? Y me respondo: sólo cuando uno muere, cuando la vida se apaga y duermes para siempre.
``Todo tiene vida y tiene muerte: los segundos, los minutos, las horas, los meses y los años. A todo se lo lleva el tiempo. Cuando el Sol sale, es la vida, cuando la Luna aparece, es parte de una muerte efímera, donde duermes y sueñas.''
En sus pláticas insistía: ``Para saber de la vida de un escritor, tienes que leer su obra, porque casi todo es autobiográfico en todos los escritores. Claro, más o menos disfrazado, más o menos disimulado, pero esencialmente reflejan una parte o una manera de ser. Un día, por ejemplo, comencé a recordar mi infancia y esos son Los recuerdos del porvenir''.
Y festejaba: ``Todos seguimos siendo niños, y sólo cuando dejamos de serlo descubrimos que somos grandes; pero a mí siempre me ha gustado ser niña''.