La Jornada sábado 22 de agosto de 1998

Eduardo Montes
Definiciones políticas necesarias

Gracias a la oposición en la Cámara de Diputados y fuera de ella, particularmente de la actividad del PRD y su dirigente Andrés Manuel López Obrador, el intento gubernamental de convertir, sin mayor trámite, los pasivos del Fobaproa en deuda pública, trajo consigo algunos saldos saludables, positivos para la democracia.

Por primera vez en la historia reciente del país, un asunto económico de tal importancia y trascendencia sale de los lujosos despachos de funcionarios públicos y banqueros para ser ventilado públicamente; se impide que el Presidente imponga el borrón y cuenta nueva tradicional; se imponen las auditorías y la entrega de información detallada a la Cámara y con las propuestas de PRD y PAN, coincidentes en algunos aspectos importantes, se han creado las condiciones para que la iniciativa presidencial sea rechazada. En su lugar, si el PAN no cede a los interesados halagos del secretario de Hacienda y del presidente de la Asociación de Banqueros, la oposición en la Cámara puede construir y aprobar una propuesta de solución a este problema que impida que los altos costos de la crisis bancaria y el manejo ilegal y corrupto del Fobaproa caiga de nueva cuenta sobre las espaldas de la mayoría de los mexicanos.

El debate evidencia además, que este problema es apenas una manifestación del fracaso, ya inocultable, del modelo económico impuesto a toda costa por el grupo tecnocrático en el poder desde 1982, con el apoyo incondicional de todo el priísmo. Contrariamente a los dogmas del neoliberalismo, la acción del mercado muestra su incapacidad para autorregular los procesos económicos; éstos requieren de la intervención de la política, de la sociedad y sus órganos, de la acción de un Estado democrático; de otra manera la economía saldrá de una crisis para entrar a otra con altos costos para el pueblo mexicano. Fue la ausencia de controles democráticos sobre la economía, además del manejo clasista de estos problemas por parte del grupo en el poder, lo que permitió la creación de este hoyo negro o frankenstein económico llamado Fobaproa.

Al discutirse este problema se ha puesto en el orden del día de los problemas nacionales el revisar a fondo, sin dogmas de ninguna especie, la estrategia económica; ya no puede seguirse admitiendo sin más, que el único camino es el impuesto al país por De la Madrid, Carlos Salinas y el Presidente actual; es evidente la necesidad de reformas de fondo de esa estrategia, cuestión que será central en las elecciones del cercano año 2000.

Al enfrentar la crisis bancaria y sus costosas consecuencias, que el gobierno y los banqueros aún insisten en que sean pagadas por los contribuyentes, los partidos de oposición han tenido que adoptar definiciones de fondo y en alguna medida romper con la lógica del sistema de dominación, con las viejas prácticas de los hombres del dinero y el poder que ven a México como una gran sociedad anónima de la cual ellos son los propietarios y hacen los que se les antoja, de acuerdo con sus intereses. No ha sido fácil para los partidos y seguramente en su interior hay tensiones. Con mayor o menor fuerza subsiste la idea de que es posible idear astutas políticas y soluciones que satisfagan a todos los grupos y clases sociales. Pero en general eso es ilusorio o falaz en una sociedad profundamente dividida por intereses materiales opuestos.

Y si nos referimos al Fobaproa es imposible conciliar los intereses de los principales beneficiarios por el Fobaproa -pocos banqueros y unos cientos de otros empresarios- con los cientos de miles de pequeños y medianos deudores necesitados de apoyo. Los partidos y sus diputados deberán tomar en cuenta esas abismales diferencias al momento de decidir la suerte del Fobaproa, además la necesidad de construir una economía más sana y un sistema financiero en el que no tenga espacio la complicidad corrupta de funcionarios y banqueros.

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