Horacio Labastida
USA: política y dinero

Una vez que Jefferson y sus colegas suscribieron la Declaración de Independencia (1776), trasfondo del Estado confederado que surgió luego del triunfo de Washington sobre los ejércitos de Jorge III, y después de que los congresistas hamiltonianos de Filadelfia sustituyeron la Confederación por la Federación de los Estados Unidos de Norteamérica, según su Constitución de 1787, vigente a partir de 1789, echáronse las bases político-históricas de la naciente democracia del dinero prefigurada en la cultura de la Ilustración y convertida en proyecto ecuménico a partir de la Revolución Francesa: fue liquidado el sistema aristocrático de la monarquía absoluta al entregar la soberanía a un pueblo modelado a más y mejor en la ideología del capitalismo emergente en los fines del siglo XVIII, cuyos principios políticos habían sido expuestos en la centuria anterior por John Locke cuando la Revolución de Guillermo de Orange en Inglaterra, y posteriormente y de manera magistral por Rousseau, en su célebre Contrato Social (1762). Las lecciones de tan profundos cambios están simbolizadas en el pueblo iracundo que echó abajo las murallas de La Bastilla y los opulentos banqueros que edificaron la monarquía burguesa de Luis Felipe.

La nueva democracia adquirió muy pronto las características que florecieron en los actuales Estados Unidos de Norteamérica. Tres son sus elementos esenciales: a) el pueblo es un pueblo formado por la élite empresarial y una enorme masa ciudadana de trabajadores de todo tipo; b) la élite empresarial se encarga de normar la práctica del poder político dentro del Estado, en nombre de sus propios intereses y de los intereses del resto de la población, pues estos últimos son subsumidos en los primeros con el fin de elevar al conjunto social a su más alto grado de bienestar, y c) las relaciones de la élite empresarial y el resto del pueblo se regulan por medio de un régimen electoral que en lo teórico permite a la masa elegir por sufragio a los gobernantes, sujetando a juicio de valor la pureza del voto sólo desde un punto de vista formal y no en el ángulo de los vicios que lo manchan en la realidad al verse sumergido en los vórtices de la ignorancia, la miseria y las amenazas con que lo presionan las clases opulentas.

Estos principios de la democracia real se corresponden con los del liberalismo económico, hoy neoliberalismo, definidos por Adam Smith en 1776: la libre circulación de la riqueza no obstaculizada por el Estado eleva a las naciones al máximo bienestar material dable, sin importar que los marginados mueran de hambre, pues así lo disponen las leyes del mercado. De esta manera los señores del poder económico resultan dueños del poder político y de los mercados del mundo, y consecuentemente de las haciendas y vidas de los individuos. Quizá no hay ninguna mejor manera de describir lo que es el liberalismo democrático en el hogar del Tío Sam.

Con las anteriores premisas y teniendo en cuenta que la ganancia y la acumulación de riqueza son la lógica del capital, es posible esclarecer el significado de los escándalos que suelen conmover la política estadunidense. Hay cosas que se saben y otras que medio se saben. Por ejemplo, se sabe que Lincoln fue asesinado por el conservadurismo esclavista, porque se propuso acabar con la esclavitud; más o menos se sabe que Kennedy pagó con la vida su propósito de integrar a negros y blancos y el no autorizar el bombardeo de Cuba con motivo del fracaso de Bahía Cochinos; y también medio se sabe que la inminencia de juicio político que obligó la renuncia de Nixon estuvo enhebrada con los guerreristas que deseaban continuar la conflagración estadunidense en Indochina, y los grupos que se oponían a la apertura hacia la República Popular China.

Ahora los enredos amorosos de Bill Clinton agitan otra vez la poco tranquila vida de Washington. ¿No vale entonces la pena hacer a un lado las ligerezas sexuales del jefe de la Casa Blanca y preguntarnos sobre los enormes negocios que desde los entretelones atizan las escaramuzas que vinculan a la señora Lewinsky con el presidente Clinton? ¿Cuáles son las grandes firmas no favorecidas por los presupuestos del gobierno? ¿No valdría la pena saberlo si en cuenta se tiene la fuerte gravitación que nos ata con el país del time is money?