En la tercera semana de julio, el EZLN hizo pública su voz después de un largo silencio de cinco meses. La respuesta del gobierno federal se dio en la misma lógica de prepotencia que lo caracterizara en los meses y años anteriores, incluyendo su plan de distensión que se quedó en declaración formal y que, en Chiapas, no ha hecho mella en el gobierno de Albores, quien continúa permitiendo, si no propiciando, acciones de fuerzas paramilitares en contra de las comunidades indígenas no priístas.
La consulta nacional sobre la propuesta legislativa de la Comisión de Concordia y Pacificación referida a los derechos y a la cultura indígenas acordados por el gobierno federal y el EZLN en febrero de 1996, se ha pospuesto con gran prudencia por parte del Ejército Zapatista. Según toda evidencia, el nuevo silencio zapatista obedece al revuelo que ha causado la denuncia perredista sobre los malos manejos de Fobaproa y la consulta nacional que el partido del sol azteca llevará a cabo sobre el tema.
Los zapatistas, interpreto, están a la espera no sólo del significado práctico del lío fobaproico, por lo que afecta al PRI y al gobierno, sino también de los resultados de la consulta que se ha planeado para fin de este mes. El caso Fobaproa ha tenido la virtud de mostrar tanto la corrupción en las esferas del poder político y económico como la debilidad del gobierno de la República ante las corrientes organizadas de la oposición y no pocos miembros del partido del régimen --de dentro y de fuera del Congreso de la Unión.
Si mi interpretación es correcta, la voz de los zapatistas volverá a ser escuchada después de la consulta del PRD, aunque podríamos leer otro comunicado de las montañas del sureste antes del informe presidencial, precisamente para recordarle al pueblo de México que la palabra del gobierno, en o al margen de informes, no merece credibilidad mientras no demuestre en los hechos su interés por el país y no por los negocios del gran capital.
Entre la fecha del informe de Zedillo y las elecciones en Chiapas (alrededor de un mes), sería deseable que se llevara a cabo la consulta nacional del EZLN sobre la iniciativa de la Cocopa y los derechos indígenas, lo cual querría decir que el gobierno enfrentaría dos plebiscitos consecutivos en los que, presumiblemente, se rechazarían dos aspectos decisivos de su política: Chiapas y Fobaproa, que juntos constituyen la piedra en los zapatos de Zedillo y de sus colaboradores, piedra que los llevará cojeando a la elección presidencial del 2000.
Agréguese a lo anterior que uno de los principales apoyos de Zedillo en el exterior, el presidente de Estados Unidos, ha quedado debilitado incluso ante sus partidarios, que se han sentido ``traicionados'' en el affaire Lewinsky. La posibilidad de una crisis constitucional y las próximas elecciones legislativas de noviembre en Estados Unidos podrían impactar al gobierno de Zedillo y fortalecer a quienes ven como un peligro nacional (y hemisférico) que en México no se solucionen los problemas internos provocados por la corrupción fobaproica y por la miopía tecnocrática en relación con Chiapas. Tomando en cuenta la posible admiración (y agradecimiento) que Zedillo tiene por su homólogo estadunidense, quizá se dé el caso de que nuestro gobernante también nos pida perdón y enmiende sus errores cometidos contra el pueblo de México y, en particular, contra el pueblo de Chiapas. ¿Será posible? Lo dudo, aunque el rebote está en curso, y de alguna manera deberá ser contestado, so pena de perder la pelota.