``Pedir perdón sería hipócrita''
David Aponte Ť Daniel Arizmendi conducía un Volkswagen rumbo al Toreo de Cuatro Caminos, en el estado de México. Antes de las dos de la madrugada del martes recibió en su celular una llamada telefónica de sus cómplices. La banda de secuestradores negociaba el cobro de 10 millones de dólares por la liberación de un empresario de Guanajuato que, luego se supo, ya había matado.
A la tercera llamada, Arizmendi pactó el encuentro con sus compinches, quienes ya habían sido capturados por el grupo Yaqui, integrado por policías judiciales de varias entidades y del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen) de la Secretaría de Gobernación.
El secuestrador cayó en una celada montada por sus lugartenientes. Varias decenas de policías lo esperaban en el operativo desplegado en las cercanías del Toreo de Cuatro Caminos.
Daniel llegó al lugar de la cita. En el auto compacto llevaba unos cinco millones de pesos y entre 300 mil y 500 mil dólares para sus gastos personales y el pago de su nómina: cómplices y elementos policiacos de varias corporaciones que le dieron protección durante varios meses.
Con anteojos para sol, gorra, gabardina gris, pantalón de mezclilla, camisa a cuadros, cabello largo, barba crecida, el Mochaorejas llegó a la cita pactada con tres de sus cómplices. Los agentes del Grupo Especial del Cisen, a cargo del comandante Alberto Pliego Fuentes, cerraron la pinza.
El hombre más buscado y temido del país no opuso resistencia, a pesar de ir armado. En la captura no hubo forcejeo. Arizmendi olvidó sus propias palabras: primero la muerte antes que la cárcel.
La casa de Mar de Lluvia
Horas antes del operativo del Toreo de Cuatro Caminos, el grupo Yaqui, especializado en la lucha antisecuestros, había penetrado a una de las casas de seguridad de la banda del Mochaorejas en el fraccionamiento Las Brisas, en el municipio de Naucalpan.
La delación de cuatro integrantes de la organización criminal llevó a los policías al número 21 de la calle Mar de Lluvia, sitio ocupado por Daniel apenas cuatro días antes. Ahí encontraron a varios miembros de la banda. Tres de ellos aceptaron participar en la celada policiaca contra el jefe Arizmendi.
El grupo Yaqui, militares y agentes de seguridad nacional ya habrían contactado con la familia de la concubina del jefe de la banda, Dulce Paz Vanegas Martínez, con el propósito de pactar la entrega de Arizmendi, mediante el Programa de Testigos de la Procuraduría General de la República (PGR).
En una carta fechada el 3 de febrero de 1998, encontrada en la casa de Las Brisas, Flor Camelia Vanegas, una de las hermanas de la amante de Daniel, narra el presunto acercamiento de un comandante de la Unidad Especializada contra la Delincuencia Organizada de la Procuraduría, de un militar y de un agente de la Secretaría de Gobernación.
``Le ha dicho el comandante a mi mamá que te presentes con un licenciado a declarar y que se compre un teléfono para que tú le llames. También dice que cuando te vea, él se ofrece a llevarla en la cajuela (de un automóvil) para que nadie la vea.
``Ya le he dicho que no se crea de las palabras de ese viejo, que lo único que necesita es agarrar a otro para mandar a Daniel bien sinchado, ya que también está interviniendo el Ejército y Gobernación y dicen que el cabrón del Ejército (que) amenaza al gordo con sus hijasÉ Pues dice que si no los encuentran ellos, todas las corporaciones andan tras nosotros, pues ahora dicen que yo participé. A de ser por el escrito (que) metí, pero no importa. Sólo le pido a Dios que no nos encuentren a los demás, pues así no lo mandan por asociación delictuosa'', explica la misiva.
Los ``errores'' de la operación Querétaro
La segunda semana de agosto la PGR y el Cisen interceptaron una llamada telefónica de los secuestradores, quienes negociaban uno más de sus plagios. Con la participación de la banda de Los Patanes, ex convictos del estado de México, Arizmendi había secuestrado el 6 de agosto al empresario guanajuatense Raúl Nieto del Río en la carretera Querétaro-Celaya.
En la acción, uno de los delincuentes le disparó al pecho al plagiado, quien murió dos minutos después.
Sin embargo, Daniel buscó cobrar 15 millones de dólares por la liberación de Nieto del Río. Para no despertar sospechas, ordenó a sus cómplices que cortaran las dos orejas del secuestrado. Posteriormente le pusieron maquillaje, le colocaron un catéter con suero para aparentar que el empresario estaba vivo y enviaron una fotografía a la familia.
Arizmendi envió las orejas de la víctima a la familia Nieto dos días después del secuestro, sin comenzar el ``estira y afloja'' de la liberación. Según la PGR, el ``último golpe'' puso nervioso a Daniel, y la banda cometió errores y delaciones.
La policía obtuvo algunas de las conversaciones del Mochaorejas con la familia del secuestrado, cuyo cuerpo ya había sido sepultado en una casa de seguridad ubicada en la colonia Santa Bárbara, municipio de Corregidora, en las inmediaciones de la ciudad de Querétaro.
Con esa información, la PGR capturó a tres miembros de la banda de los Arizmendi. La tarde del lunes esperaban una llamada de Daniel para planear el cobro de 10 millones de dólares por la liberación de Nieto, cantidad pactada con la familia del empresario.
Para ese momento la policía ya tenía intervenido el teléfono celular del Mochaorejas. En las dos primeras llamadas, los tres miembros del grupo no pudieron ponerse de acuerdo con Daniel respecto del lugar de la cita. A la tercera, el jefe propuso un lugar cercano al Toreo de Cuatro Caminos y dio su ubicación. La policía tendió el cerco.
Diferentes rompecabezas
La mañana del martes la PGR ``filtró'' a los medios de comunicación electrónicos la versión de la captura de Arizmendi. A las 11:35 horas, el procurador Jorge Madrazo Cuéllar aseguró, en conferencia de prensa, que el jefe de la banda de secuestradores había sido detenido la noche del lunes en el fraccionamiento Las Brisas, en el municipio de Naucalpan, estado de México. En ese mismo lugar justificó que no tenía todas las ``piezas del rompecabezas'' y toda la información respecto a la captura.
Por la tarde, el procurador general de Justicia del estado de México, Jorge Reyes, afirmaba que Daniel había sido aprehendido la madrugada del martes en un operativo policiaco montado en las inmediaciones de El Toreo de Cuatro Caminos.
La policía ``lo sorprendió'' y ``hasta donde tengo conocimiento no hubo resistencia'' por parte de Arizmendi, narró a la prensa.
El fiscal mexiquense detalló que anteriormente ya habían sido detenidos los cómplices de la banda en la casa de Mar de Lluvia, en Las Brisas. Sus cómplices lo delataron. ``Ellos estaban esperando una llamada de Daniel Arizmendi. Se hizo la llamada y ahí convinieron en que se verían en un lugar determinado. Para entonces, ya la policía tenía a sus secuaces''.
No obstante que Daniel Arizmendi había jurado que nunca lo capturarían vivo, hasta el momento se desconoce con precisión cómo ocurrió la captura, pues ni el procurador Madrazo ni su homólogo mexiquense han aportado mayores datos.
El periplo de Arizmendi
El plagiario fue trasladado de inmediato a la ciudad de Querétaro para que rindiera su declaración ministerial respecto al secuestro y asesinato del empresario Raúl Nieto del Río. En las oficinas de la PGR de aquella entidad reveló la ubicación de la casa donde se encontraba el cadáver, que originalmente sería usada para mantenerlo cautivo.
Al mediodía, los agentes de la PGR lo llevaron al aeropuerto Fernando Díaz Ramírez en una camioneta Suburban con placas del Distrito Federal 962-GIP. Siempre bajo fuerte custodia, lo pusieron en una avioneta de la corporación para trasladarlo a la ciudad de México.
Cuando arribó Arizmendi a esta capital, al hangar de la PGR sólo tuvo acceso la televisora del Ajusco, que consideró para cubrir tal noticia a su conductor estrella. Este, una vez que tuvo enfrente al plagiario le preguntó: -¿Qué tienes que decir?
-Nada, señor -obtuvo por respuesta.
A las 17:25 horas, Arizmendi fue presentado a todos los medios de comunicación. Junto con siete de sus cómplices, apareció por unos segundos en una tarima azul instalada en el auditorio México, de las oficinas centrales de la PGR.
Sin expresión en su rostro y con la misma camisa a cuadros que se le vio en las primeras imágenes trasmitidas desde Querétaro por la televisión, el tristemente célebre Mochaorejas dirigía la vista lo mismo al piso que al techo del recinto. Nada podía extraerse de su pétreo rostro.
Dócil, Daniel se dejaba conducir por sus vigilantes que lo trataban lejos de cualquier brusquedad. Cuando la ``presentación'' concluyó, los reporteros gráficos exigían de nuevo su aparición. Silbaban y gritaban: ``¡Daniel, Mochaorejas, sal!''. ``Eso fue todo'', dijeron como respuesta los responsables de Comunicación Social de la Produraduría General de la República.
Ya preso, el hombre que hizo de la extorsión y la mutilación métodos de exigencia, y el crimen su modo de vida, siguió pidiendo para él: ``Prefiero la muerte, pues toda una vida en la cárcel es feo. Creo que morir sería más bonito.''
Roberto Garduño Ť Enjuto, apoltronado en un sillón de la oficina de la PGR en Reforma 23, Daniel Arizmendi, de 40 años, confiesa que secuestraba por emoción; que cortar orejas era una cosa normal para él y que asesinar a sus víctimas era sinónimo de fuerza. Carterista y robacoches en sus inicios como delincuente, asegura que nunca recibió protección policiaca o de algún político en Morelos, aunque se le vincula con el ex gobernador de ese estado Jorge Carrillo Olea y con el ex procurador local Carlos Peredo Merlo así como con el ex jefe de la Unidad Antisecuestros Armando Martínez Salgado.
Esperando ser trasladado al penal de Almoloya de Juárez, el secuestrador más buscado en México dijo a este diario que sólo cometió 21 secuestros desde 1993, que contó con informantes para conocer la situación económica de sus víctimas y que nunca obtuvo la participación de policías en los que ejecutó.
En el sexto piso del edificio que alojó unas horas a Daniel Arizmendi, sus cómplices rindieron ayer su primera declaración preparatoria. El Mochaorejas permaneció en una oficina pequeña, donde respondió a algunas interrogantes en entrevista a La Jornada, sobre su quehacer, sobre el acoso policiaco y sobre su deseo de morir en caso de que existiera la pena de muerte.
--¿Cuántos policías tenía comprados Daniel Arizmendi?
--Ninguno señor, eso lo hacen ustedes público, o no sé qué periódico. No a ustedes directamente, pero lo hacen algunos periódicos. No sé de dónde saquen esa mentira que yo esté protegido por alguien, o quién sea el que empiece a inventar eso. Es mentira que yo esté protegido por alguien.
--¿Por qué Daniel Arizmendi se burla fácilmente de los cercos policiacos?
--Unicamente fue suerte cuando yo salí huyendo de Cuernavaca.
--Pero fueron muchas coincidencias...
--Tal vez hayan sido muchas coincidencias, por eso piensen que alguien me protegía, pero la verdad nunca fue así.
--¿Qué relación mantuvo usted con el ex procurador de Morelos, Carlos Peredo Merlo?
--Ni siquiera lo conozco.
--Pero usted fue policía judicial.
--En el tiempo de Lauro Ortega...
--La sociedad quiere saber si usted conoció a Jesús Miyazawa.
--Tampoco lo conozco.
--Y a Armando Martínez Salgado.
--Le digo, no conozco yo a policía de ahí, nunca he tenido relación con algún policía.
--En qué lugar se ocultó después de salir de Cuernavaca.
--Hacia Querétaro.
--Pero en qué lugar de Querétaro.
--Antes de Querétaro, no recuerdo cómo se llama, en una zona turística. Ahí llegué cinco días, de ahí me fui a Querétaro, donde renté un apartamento amueblado. Ahí dilaté como diez días, luego compré una casa en la cual fue enterrado el difunto que apareció.
--¿Y la relación de Daniel Arizmendi con el gobernador Jorge Carrillo Olea?
--Tampoco lo conozco.
--¿De ninguna manera?
--Ni en fotografía.
--Pero usted vivió en ese estado mucho tiempo y actuó en el gobierno de Carrillo Olea.
--Nunca hice un secuestro allá.
--¿Cuántos secuestros realizó en Morelos?
--Veintiún secuestros.
--¿Pero en Morelos?
--Ninguno señor.
--¿Entonces dónde realizó usted secuestros?
--En el estado de México, en el DF y este último, que falleció la víctima, en Querétaro.
--¿A cuántas víctimas mató Daniel Arizmendi, a cuántos secuestrados?
--De esos 21 se mataron a dos por no haber dado el dinero, y el último en el intento de secuestro. Tres personas.
--¿Por qué actuar así, Daniel?
--Pues tenía que ser uno enérgico para poder llegar a obtener algo, si no de lo contrario no darían el dinero.
--¿Ser enérgico es sinónimo de cobrarse una vida?
--Pues sí.
--Pero ser enérgico cuesta una vida, y la vida de muchas familias.
--Como se los he dicho a otras personas, porque sale de mi mente hacerlo. Me nace, y es lo que yo pienso que se debe de hacer, se hace.
--¿Por qué más y más dinero?
--El dinero nunca me emocionó, el ver una cantidad grande que me dieran de una recompensa grande, 10, 20 millones, nunca me emocionó eso. Me emocionaba más el ir a la hora en que se iba a secuestrar a la persona, el ir a la hora en que se iba a cobrar. Era un miedo emocionante, era un miedo ...
--¿Le emocionaba cortar orejas?
--No, era normal para mí, ni me daba miedo ni me daba temor, como si fuera una cosa normal.
--¿Qué más era normal para Daniel Arizmendi?
--Pues no entiendo qué es lo que quiere decir.
--Aparte de cortar orejas en esta actividad que usted escogió, qué otra cosa era normal. ¿Era normal mortificar a las familias de las víctimas?
--Pues sí, si en eso estábamos, era una cosa normal a la que se tenía que llegar, a un terror, a mortificarlos.
--¿Eso es normal?
--Pues para mí, te digo, no sentía angustia, miedo, ni nada, era lo normal. Te digo.
--Afuera, en la calle, la gente dice que estás loco.
--No estoy loco, soy una persona cuerda. Como me dicen: o eres valiente o eres cobarde. Ni soy valiente ni soy cobarde, creo ser una persona que está centrada. A veces mis pensamientos se elevan muy alto y a veces se quedan muy cortos. Por eso hay cosas que hago muy locas y hay cosas que hago muy tontas. Entonces no se sabe conmigo qué es lo que va a suceder, puedo cambiar de un momento para otro.
--¿Qué es la locura para Daniel Arizmendi?
--Pues la locura, pues es eso, que yo cambio de ideas muy rápido, que me gusta hacer cosas improvisadas. Me gustaba hacer los secuestros, no por el placer del dinero, sino por el placer de saber si podía hacerlo. Mi familia significaba mucho, ¿no?, mi familia es todo lo que hay, todo lo que tengo en la vida.
--¿Por qué hacerle esto a su familia?
--Pues cometí un error al no haberme entregado y ya cuando me di cuenta ya estaba en este camino y no podía echarme para atrás. Y mi familia, al quererme, seguía a mi lado, a pesar de tener temor.
--Daniel, usted arrastró junto a usted a decenas de personas, de delincuentes que son sus complices. ¿Qué opinión le merece esto?
--Pues ahí también hice un mal no solamente a los que secuestré, sino a los que invité a secuestrar, porque ahora estamos todos perdidos. Les hice daño a los que secuestré y a los que invité a secuestrar.
--¿Qué es estar perdido para Daniel Arizmendi?
--¿Perdido?, pues un camino en el que voy a estar en la cárcel por muchos años. Y la familia de esa persona va a sufrir porque no tiene al papá, que es el de la casa, y se desintegra la familia. Entonces yo he desintegrado muchas por invitarlas a trabajar y porque han creído que se puede hacer algo o que se puede hacer dinero fácil. Y es que han creído en mí y los he arrastrado a que estén en la cárcel y hasta que pierden a sus familias y se desintegren muchas familias.
--¿Daniel Arizmendi es un buen papá?
--Creo no ser un buen papá, porque por lo regular lo único que yo sabía hacer hacia mis hijos era hacerles llegar el dinero, porque me gustaba tener dinero y hacerles llegar dinero, que siempre tuvieran dinero, porque era mi idea que tuvieran dinero mis hijos.
--Para preparar un secuestro, ¿usted qué necesitaba?
--Necesitaba la capacidad de dinero que tuviera esa persona, para saber qué es lo que le iba a pedir, para que fuera una negociación rápida, porque alguien que tiene 10 millones no te va a dar 10 millones, porque alguien que te va a dar 10 millones necesita tener 100 millones y que sea una negociación rápida. Para que alguien te dé 20, necesita ser alguien que mueva 200 millones, para que te los pueda mover fácilmente y así sucesivamente.
--Usted tenía relación con investigadores y con policías que le informaban de todo esto.
--Eso lo dice la prensa, los periódicos, no sé a qué se deba.
--¿Entonces usted cómo se enteraba que tenían 200 millones para pedirles 20?
--Porque había gente, se dice aquí, el que pone el tiro. Hay uno que te dice, por ejemplo, yo conozco a Alejandra, la de los camiones, a la que le corté dos orejas. Agarran y me dicen: ``Tiene como 80 camiones, acaba de comprar 15 de la empresa El Aguila, que en ese tiempo valían como un millón de pesos y los pagó de contado, tenía motos Harley, bodegas muy gigantes. Entonces cuatro millones, imagínate, para alguien que compró 15 camiones de un millón cada uno, le pides cuatro millones y prácticamente no lo afectas. Creo que no tenía por qué haber hecho que interviniera la policía.
--Entonces sí tienes informantes.
--Te digo, el que pone el tiro, es un informante.
--¿El que pone el tiro es un informante?
--Alguien que conoce a esas personas es un informante.
--¿Eran policías o quiénes eran?
--No son civiles. Por ejemplo mi compadre José Juan conoce a uno que le dicen El Barbas, ése fue a pedir, a un amigo de él que era chofer de unos tráilers que transportaban petroquímica, entonces él le comenta a mi compadre José Juan que fue a pedir trabajo ahí, que el señor anda en carro Máxima, que el hijo también con cierta cantidad de tráilers que mueven mercancía con valor de 20, 30 mil pesos y que diariamente hacen esos viajes, entonces él me dio dos millones y medio y no lo tuve que lastimar.
--¿Sabes que en la calle están pidiendo la pena de muerte para ti?
--Ojalá y se les concediera señor.
--¿Por qué?
--Pues para que me mataran, porque si no tengo el valor de matarme yo, si existiera la pena de muerte por lo menos me matarían ellos.
--Por qué tiene el valor de matar a otras personas y no matarse a sí mismo.
--Porque te digo que no soy ni muy valiente ni muy cobarde, soy una persona centrada, entonces sí te da temor la muerte, ¿no?
--Pero eres siniestro Daniel.
--Eso sí, te digo y no me da miedo. Para mí era normal, nunca sentí ser siniestro, simplemente lo hacía.
--¿Era normal matar, secuestrar?
--Mmm, sí.
--¿Qué opinión tienes de ti mismo?
--Como les he dicho, soy centrado, pero rebaso eso, me llegan chispazos de que hay que hacer cosas malas.
--¿Daniel Arizmendi es un líder?
--He tenido la suerte de que la gente crea en mí. Y cuando yo invito a trabajar gente cree en mí, de lo que yo les digo que se va a hacer, creen que se puede lograr lo que se planea, si eso es ser líder, creo que sí.
--¿Líder o genio?
--Pues será nada más líder, imagínate un genio, fuera algo buenísimo. ¿No?
--¿Qué te depara el destino?
--La cárcel casi de por vida, ahorita en el momento en que estoy, voy para un penal con varias sentencias de secuestro, de asesinato, muchísimas más, no sé cuántas sean.
--¿Piensas salir?
--La verdad, no creo que salga algún día. Muerto sí, desde luego, pero que salga vivo, no creo salir vivo.
--Por último, te voy a insistir, es muy comentado, se han presentado pruebas de tu vinculación con el estado de Morelos.
--No sé qué pruebas se han presentado, pero que yo sepa no pueden presentarlas.
--¿Ni de aquella huida de Cuernavaca?
--No hay forma, ni de aquella huida de Cuernava. De que tenga suerte sí, te digo. No hay gente que me proteja, nunca la hubo. En Morelos no conozco a policías. Si conociera polícias, ¿crees que yo me iba a vivir allá, para que me viera un polícia y me dijera ``ahí va Daniel''?
--¿Por qué vivir en Morelos entonces?
--Nunca secuestré en Morelos, con mi presencia sí hubo terror, pero yo soy originario de Morelos y a mi familia también le gusta Cuernavaca por ser bonita y nunca se querían ir de ahí.
--Pero tu familia tenía dinero suficiente para irse a otro país.
--Sí, yo algún día se los comenté, les dije que si nos íbamos para los países de acá abajo.
--¿Qué es aquí abajo?
--Para el Caribe, ¿no?, pero nunca quisieron.
--¿Te gustaba algún país del Caribe?
--Pues se ven reportajes que en cualquier lugar en el que llegue uno y ponga un hotel pequeño o unas cabañas que se renten, que pueda manejar cierta cantidad en el banco, con eso tiene uno para vivir, pero mi familia nunca quiso irse porque añora a su familia, a sus primos, a sus primas, ese fue el motivo de que nunca haiga ido a otro país. Eso te lo puede decir mi familia.
--Has dicho que los medios creamos vinculaciones tuyas con la policía.
--Son mentiras ¿no?, la forma de decir mía se hace chisme, de que me protegen en Morelos, que me protege Miyazawa, que me protege no sé cuánta gente, siendo que nunca me ha protegido nadie, porque no confío en ningún policía. Ahora que me pidieron que me entregara no me quise entregar porque no confío en polícias. Pensé que qué tal si me entrego, llevo una sentencia y a mi familia también la sentencian junto conmigo, creo que lo más correcto era estar afuera y si algún día lograba un secuestro grande, meter a un licenciado, de los mejores penalistas que haya sacado al Negro o a un narco fuerte, pero para eso, esos señores cobran por millones.
--Pero a ti te sobraban los millones.
--No señor, todo se lo llevaron de Cuernavaca. Era todo lo que tenía, me recogieron todo lo que tenía.
--Pero en Quéretaro te encontraron 6 millones de pesos.
--Mi hermano Aurelio me prestó 10 millones al salir de Cuernavaca. Y con esos 6 millones si meto a un licenciado que sea bueno, a la mejor se queda a la mitad de caso y qué sentido tenía invertir en algo que no íbamos a terminar, ¿no?, mas si me salía un secuestro, pensaba yo en buscar al mejor licenciado que hubiera en México, que hubiera sacado a gente mucho muy importante y ya le iba a llegar al precio yo, no iba a quedar por dinero. En un proceso debe salir mi familia, mas sin embargo, si me entregaba yo, ni siquiera la dejaban ir, y ahora que estoy aquí no voy a salir nunca.
--¿Con el dinero del secuestro ibas a pagar el abogado?
--Sí, esa era mi idea, con el dinero de un secuestro comprar un abogado para sacar a mi familia.
--¿No confiabas en policías porque tú fuiste policía?
--Por lo regular todos los policías que trabajan andan poniendo tiros, pues porque es su trabajo, ¿no? Es como a mí me ponían tiros de secuestro, porque es gente a la que le gusta el robo, el hampa y te ponen tiros, un policía si sabe que andas haciendo cosas malas, también lo va a poner, porque es su trabajo, no es que sea chiva, no es que sea delincuente. Su trabajo es agarrar delincuentes.
--¿Pero tú conociste a muchos policías chivas?
-Que me hayan puesto, no, nunca.
--¿Qué piensas de la cárcel?
--Me espera una condena muy larga y grande, ¿te imaginas, por secuestro?, entre sentencia y sentencia puede llegar hasta una de 100 años. Claro que creo que normalmente te pueden dar 50 años en una cárcel, pero ¿te imaginas?, tengo 40 y 50, 90. ¿Te imaginas si voy a salir de la cárcel algún día?
--¿Que le puedes decir a la gente que agrediste?
--No me nace decirles algo, porque sería pura hipocresía.