Cinco meses y 17 días han pasado sin que se tenga noticia del cuadro La virgen María impartiendo la comunión a San Nicolás, pintado en 1708 por Juan Correa, que fue robado el 8 de marzo del templo de San Pedro Mártir, en el cerro de San Pedro, San Luis Potosí. La existencia de dicha tela novohispana la dio a conocer, años atrás, el arquitecto Francisco Cossío Lagarde --infatigable defensor y promotor del patrimonio cultural potosino--, para que fuera incluida en el catálogo del artista mulato que, desde hace varios años, viene realizando la doctora Elisa Vargaslugo en el Instituto de Investigaciones Estéticas de la Universidad Nacional Autónoma de México.
El óleo, firmado por Correa, de espléndida factura, es uno de los pocos retablos en lienzo que se conservan en el país. En él se representa a la virgen llevando la comunión al fraile agustino San Nicolás Tolentino (patrono de los mineros), quien se encuentra postrado en cama; San Agustín bendice al enfermo mientras que dos arcángeles auxilian a María. La parte inferior alberga los retratos de San Jerónimo y San Gregorio.
Esta tela perteneció originalmente a la iglesia de San Nicolás (en el poblado vecino del mismo nombre), que se incendió a principios de siglo. Sobrevivió al siniestro junto con otras obras que fueron trasladadas al mineral de San Pedro. Durante muchos años permaneció embodegada en la parte posterior del templo, por lo que al ser dada a conocer acusaba severo estado de deterioro: desprendimientos, escamado y suciedad en las capas de pintura, así como abombados y rasgaduras en las partes superior derecha, media izquierda e inferior central, junto con la separación de su bastidor. También presentaba desafortunadas intervenciones, con parches y repintes, además de que fue recortada y adosada a un soporte más pequeño.
El año pasado le fue encargada su intervención al taller de restauración Caballete, de Cecilia Carreras Lomelí y Jaime F. Galán, asumiendo buena parte de los gastos de restauración la doctora Vargaslugo y otra la Dirección General de Sitios y Monumentos del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes. Fue entregada a la parroquia el 20 de abril de 1997, siendo levantada una acta que firmaron, entre otras, las autoridades estatales de la Secretaría de Educación Pública, Sitios y Monumentos, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y la Arquidiócesis, además de la benefactora, el responsable del templo y el presidente del Patronato Pro-Defensa del Patrimonio Cultural e Histórico del cerro de San Pedro.
Pese a experiencias anteriores, no se tomaron las medidas necesarias para su resguardo. Tal como informaron los periódicos Pulso, de San Luis, y El Universal, la pintura fue sustraída de la sacristía, siendo cortado el lienzo de su marco, con navaja. Al respecto, la investigadora comenta que el día de la entrega advirtió a las autoridades que la obra no debería quedarse en el lugar, sino trasladarse a la Casa de la Cultura de San Luis, para una mejor protección y conservación. Sin embargo, ``no hicieron caso; el candado que aseguraba la puerta era fácil de abrir y la vigilancia nula''.
Por su parte, la maestra Rosa Helia Villa, presidenta de la Asociación Pro San Luis Monumental, señala que ellos ven con escepticismo la recuperación del cuadro, ``ya que ni las autoridades del INAH ni Sitios y Monumentos han presentado un informe oficial, ni tampoco existe un reporte policial del `grupo especial' asignado por el gobierno estatal''. Y concluye advirtiendo que ``si a la ciudadanía no le pueden dar seguridad, menos al patrimonio cultural''.
Días después del robo, la doctora Vargaslugo habló con el gobernador, quien le prometió que ``haría algo'', pero no sucede nada. Mientras tanto, ante el persistente saqueo de tesoros en templos, sugiere que ``sería mejor poner a salvo, en museos, ciertas obras en peligro antes de que se las roben''. En San Luis Potosí, como en gran parte del país, las autoridades no quisieron oír, nuevamente las voces de la experiencia.