La Jornada 18 de agosto de 1998

El acoso priísta en Huehuetla, desde el triunfo electoral totonaca

Blanche Petrich, enviada/ II, Huehuetla, Sierra Norte de Puebla Ť Las leyes de buen gobierno del municipio de Huehuetla, en la sierra del Totonacapan, obligan a las autoridades a reunir a su cabildo cada mes para discutir juntos todas las medidas que se toman. Todos los totonacas con cargo público tienen que ser reconocidos por la asamblea por los servicios prestados a la comunidad. Si surge algún diferendo la consulta se amplía al Concejo General del Pueblo, que tiene la última palabra. Este lo integran el Concejo de Ancianos, los jueces, los síndicos y la directiva de la Organización Independiente Totonaca (OIT).

``Así somos'', concluye con sencillez la explicación sobre las formas de gobierno indígena el presidente de la OIT, Manuel Rodríguez García.

Con esta estructura de poder, respaldada por un cuerpo de asesores mestizos procedentes principalmente de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, los totonacas de Huehuetla han encontrado salidas novedosas a muchos problemas comunes a otras poblaciones indias.

La más importante, la forma de comercializar sus productos agrícolas sin depender exclusivamente de los intermediarios mestizos de las cabeceras municipales que suelen ser parte de un tejido de caciques --Valeriano Posadas y Beto Lobato son los nombres que se mencionan en la región--, comerciantes y transportistas que pagan con centavos las cosechas acarreadas a lomo desde las comunidades circundantes.

Así han encontrado otras vías para el acopio de café --aunque esta temporada perdieron más de la mitad de la cosecha-- con fondos del Fonces de la Secretaría de Desarrollo Social. Esto no los ha salvado de la pérdida total de la cosecha de maíz por la tardanza de las lluvias, ni de la crisis por la caída de los precios del café. ``Pero al menos --dice el dirigente-- ahora podemos discutir y decidir juntos si mejor embodegamos lo que tenemos y esperamos. Si no estuviéramos organizados lo malbarataríamos todo''.

Cada vez con mayor frecuencia llegan promotores y organizadores de pueblos vecinos --Vicente Guerrero, Olintla, Mectlán, Puebla y Zozocolco de Hidalgo e Ixtepec. ``Quieren saber cómo le hicimos. Piensan organizarse también''.

--¿Creen ser un ejemplo de organización para otros pueblos?

--Cuando tengamos más capacitación. Tal vez cuando avancemos más. Han sido buenos estos nueve años pero apenas estamos aprendiendo la ley.

Con un billetito de veinte pesos

La charla con el presidente de la OIT y con el secretario de la organización, Félix Cano Cruz, se desarrolla ya por la tarde en la misión de las Carmelitas Descalzas, una sencilla construcción situado en el extremo de un empinado camino de herradura. Del galerón donde se sirvió comida para más de mil asistentes al encuentro indígena gotean todavía restos del aguacero. Huele a tortilla. Algunas religiosas --totonacas que dejaron los quexquémiles de hilo blanco por el vestido café de la orden-- alzan platos y servilletas sucias. Además de sus labores pastorales, explica una de ellas, hacen trabajo de acompañamiento a la experiencia de la OIT.

Manuel Rodríguez recuerda haber visto a su pueblo el 22 de julio de 1989, cuando ganaron las elecciones, ``como ver el momento en el que se están abriendo los pétalos de una flor''.

Ese día la OIT le arrebató al PRI por primera vez una elección local en la región, sorprendiendo en primer lugar a los mestizos de la cabecera municipal que nunca creyeron que los indios fueran algo más que proveedores de maíz, café y pimienta. Todavía en las casas del pueblo hay huellas de la propaganda de esa época. ``En esta casa somos priístas''. Pero la población de las comunidades sobrepasa en número a la de la cabecera.

La votación sorprendió también al PRI municipal, que se dio cuenta demasiado tarde que había perdido las elecciones municipales frente a una coalición nueva, que no había hecho campaña ni contaba con recursos o apoyos externos, sólo el membrete del PRD en su primer año de vida con esas siglas.

``Estaban tan enojados que mandaron cerrar las casillas, levantaron actas y quisieron violar la votación. Pero ya no pudieron''. La votación era demasiado copiosa, había demasiada gente pendiente y la maniobra empezó tarde. A pesar de que el entonces secretario del comité electoral era ``manejado'' directamente desde la presidencia municipal, el Instituto Electoral Estatal tuvo que reconocer la derrota priísta en Huehuetla.

Pero los más sorprendidos fueron los propios organizadores de la OIT.

``Citamos a asamblea esa mañana. Ya veníamos platicando despacito desde tiempo atrás lo de formar la organización y de ahí surgió la coalición con el PRD. Eramos una triple S (Sociedad en Solidaridad Social), pero ni siquiera habíamos pensado en qué nombre ponernos, no éramos OIT todavía. Era nuestra primera reunión grande desde que empezamos a organizarnos, porque en ese tiempo había mucho miedo, no se nos permitía. Porque los que son gobierno no dejaban que se les exigiera. Piensan que como andamos de calzón de manta somos nacos. Cuando vimos las colas que se formaban en las urnas, toda nuestra gente que llegó a pie, sí pensamos que habíamos ganado''.

El primer presidente municipal totonaca fue Mateo Sánchez. Recuerda Manuel, que fue uno de sus regidores, que cuando entraron al palacio municipal ``el ayuntamiento saliente había dejado en las oficinas un billetito de veinte pesos. Y nada más. Ni una silla siquiera''.

Ese fue su punto de partida.

Palabras que sueltan a los indígenas

Félix Cano reconoce que la raíz de esta organización estuvo en la prédica de un párroco que llegó hace tiempo a la región. Se llamaba Salvador Báez. ``No todos los padres le entran, pero hay algunos que dicen palabras que sueltan a los indígenas. Nos daba orientación. Los caciques lo querían matar. A él no le importaba. Decía que a Jesús lo habían matado por lo mismo''.

Los catequistas del padre Salvador, como Félix, iniciaron el trabajo. ``Primero estábamos basados en la fe. Pensábamos en el plan de Dios, qué hacer y cómo hacerlo. Había encuentros e intercambio de experiencias. Luego vino el encuentro regional en Orizaba, en 1988. Se esperaban 3 mil y llegamos como 8 mil, ya todos bien entrados en la teología de la liberación. Y entre las muchas interrogantes nos hacíamos una más: ¿y en lo político cómo hacerle? Así empezó la OIT''.

En la plática, Manuel y Félix hacen hincapié en su preocupación ``por evitar intromisiones del gobierno, del PRD, de los asesores o de los maestros bilingües, porque eso nos puede dividir''.

Con el PRD la OIT tiene intenciones de firmar próximamente un acuerdo en el cual la OIT establecerá claramente que las corrientes internas de esa fuerza ``no vengan a dividir aquí'' y que la alianza es puramente electoral, ``ni una cosa más ni una cosa menos''. En cuanto a los asesores externos, el Koyom, Centro de Estudios Superiores Totonacas, tiene un programa especial de formación de profesionales totonacas ``con la idea --explican los propios asesores y maestros del centro-- de que a través de la valorización de su cultura puedan ir tomando el papel que ahora nosotros tenemos''.

Y en cuanto a su relación con la autoridad estatal, ésta transcurre con roces y conflictos. Principalmente con el INI. Hace dos años el delegado del INI, Víctor Granada, incumplió con el convenio de otorgar recursos para el acopio de café y la comunidad lo retuvo dos días en las instalaciones de la dependencia, hasta que renunció. Con el actual delegado, Benjamín Díaz Cerón, la relación es igualmente conflictiva. Este interpuso una denuncia de peculado contra el presidente municipal, Pedro García, incluso antes de que éste asumiera el ayuntamiento por 50 mil pesos entregados por el INI a la OIT para el acopio de pimienta. El argumento de la autoridad local es que el recurso llegó tarde y la OIT no alcanzó a completar el acopio del producto para el INI.

Pero, desde el punto de vista del presidente municipal, lo que mejor ilustra la relación con el gobierno es ``el incumplimiento del gobernador Bartlett''. Este prometió la carretera a Huehuetla. A pesar de ser una zona con una producción agrícola significativa, trepar los últimos 50 kilómetros de terracería hacia el municipio es como subir por una escalinata de lajas filosas. ``Apunte bien. Ese es nuestro primer y principal problema. Sin carretera no tenemos salida a los mercados. Y se dificulta que llegue un buen médico, una buena clínica. Bartlett prometió cuando llegó al gobierno de Puebla y le queda menos de medio año para cumplirnos''.