A lo largo de este siglo y de manera silenciosa se ha desarrollado un fenómeno religioso que va a traer profundas repercusiones sociales en todo el mundo. Nos referimos al crecimiento de la feligresía de distintos credos en las periferias, es decir, en lugares que originalmente fueron campos de misión a los que llegaron enviados desde los centros confesionales con el fin de anunciar su mensaje religioso a los habitantes de las tierras colonizadas.
Es conocido el hecho de que en el mundo contemporáneo el catolicismo romano tiene más adeptos en el llamado Tercer Mundo, que en el continente donde está ubicada la sede de esa fe. De hecho cuando los especialistas en cuestiones religiosas hablan de Europa, se refieren al conglomerado de naciones que la forman como sociedades poscristianas. Los constantes viajes de Juan Pablo II a las naciones del sur, y su menor atención al mundo noratlántico, tienen como base el hecho de que el futuro del catolicismo se va a jugar en Africa, Asia y Latinoamérica, y particularmente en esta última. La mayor presencia numérica y cultural que tiene en América Latina la institución que encabeza Karol Wojtyla se refleja ya nítidamente en la reflexión y vida del catolicismo global. Incluso en los terrenos teológicos, en los que el pensamiento y la agenda provenían de Europa, se deja sentir el peso latinoamericano a partir de finales de los 60 con la teología de la liberación, y hoy esta corriente es seguida con atención por pensadores católicos de todos los continentes.
Lo que sucede con la fe católica romana también se puede constatar en otras expresiones confesionales surgidas en Europa en el siglo XVI. El anglicanismo, que es resultado de la ruptura de Enrique VIII con Roma, y que se conoce como la Iglesia de Inglaterra, está pasando por una recomposición de fuerzas que se evidenció en la Conferencia de Lambeth (18 de julio al 8 de agosto). Dicho cónclave se realiza cada diez años y aunque sus acuerdos no tienen carácter resolutivo ni obligatorio para los anglicanos (70 millones en el mundo), sin embargo el peso moral de sus conclusiones tiene una influencia muy importante entre los clérigos de esta confesión. La idea de que el anglicanismo es una expresión religiosa fundamentalmente inglesa, norteamericana y blanca no refleja adecuadamente la realidad. De los 736 obispos presentes en Lambeth, la tercera parte (224) proviene de Africa, 177 son de Norteamérica, 139 del Reino Unido y del resto de Europa, de Asia llegaron 95 obispos, 56 de Oceanía, 41 de Latinoamérica y cuatro del Medio Oriente. En la inauguración de la Conferencia, efectuada en la Catedral de Canterbury, el acto incorporó la diversidad del cuerpo obispal y tuvieron lugar en el programa cantos africanos y latinoamericanos. Además el Padre Nuestro se dijo en árabe, swahili y japonés. Si el bastión del catolicismo está en América Latina, el del anglicanismo se ubica en Africa, y por ello las discusiones de Lambeth dieron cabida a las preocupaciones de los obispos de este continente.
Una familia mundial de creyentes más pequeña que la anglicana-menonita formada por poco más de un millón de adultos bautizados en todo el orbe, y que fue perseguida en el siglo XVI tanto por la Santa Inquisición como por los líderes de la Reforma magisterial (protestantes), está creciendo más fuera de sus espacios tradicionales --partes de Europa y Norteamérica-- y su fuerza se ubica en la parte sur del globo. Larry Miller, secretario del Congreso Mundial Menonita que aglutina a 192 conferencias de 60 países, considera que con la existencia de más cristianos anabautistas en Asia, Africa y América Latina (582 mil) que en Estados Unidos, Canadá y Europa (447 mil) el centro de gravedad del organismo estará marcado por las creencias, tareas y estrategias del sur. Acorde con esta convicción, la publicación del CMM ilustró la portada de su número más reciente con un mapa del mundo al revés, poniendo al sur en el norte y a éste en el sur.
Los tres casos que hemos citado ejemplifican lo que está sucediendo en la recomposición del campo religioso mundial. Las sociedades --sus preocupaciones, visiones y gustos de todo tipo-- son cambiantes y la negociación cognoscitiva es cosa de todos los días. Londres es una de las ciudades con más mezquitas que las capitales de varios países musulmanes. México ocupa el segundo lugar mundial en número de testigos de Jehová y los llamados por Carlos Monsiváis tibetecas aglutinan principalmente a hombres y mujeres de la clase media, por su parte los indígenas siguen convirtiéndose al protestantismo evangélico. Mientras la física nos dice que las cosas caen hacia abajo, en religión pueden hacerlo hacia arriba.