La Jornada 17 de agosto de 1998

Marchas forzadas para quitar toneladas de piedra y lodo en Santa Cruz

José Galán Ť Más de 570 hombres, 380 de ellos soldados, apoyados por maquinaria pesada y la fuerza de sus manos, trabajan a marchas forzadas para retirarar los tapones formados a lo largo del recorrido del torrente que el viernes pasado limpió una barranca, y con ella vehículos, escuelas y una humilde vivienda junto con la vida de dos de sus moradores, en el barrio de Santa Cruz, en Milpa Alta.

Prevalecía un sentido de urgencia: si no se destapan los pasos de agua bajo los puentes y a lo largo de su cauce, una nueva lluvia puede desaparecer literalmente el trabajo de tres días y provocar daños más allá de dos vidas humanas, animales, casas, escuelas, automóviles y hasta el lavadero comunitario, del que ayer soldados todavía sacaban ríos de lodo y piedras.

Los miembros de la familia Cruz Castillo esperaban, mientras tanto, la presencia de las autoridades delegacionales. Ya habían enterrado a Virginia y a Aureliano, de quienes lamentaron la necropsia que se les practicó a pesar de la dispensa que les había brindado la autoridad. Pero lamentaron aún más que el delegado Francisco Chavira Olivos, vecino de ese mismo barrio, ``hasta ahora no haya cumplido. Ni siquiera se ha presentado. Manda puros representantes'', se quejó Lidia Cruz Castillo, tía de los difuntos, bajo el techo y los cuatro postes que quedaron de una casa en la que vivían nueve personas.

Cuatro manzanas arriba, trascavos removían un camión de carga modelo F-350 sin placas de circulación, que la corriente arrastró y colocó como tapón bajo el puente de las calles de avenida Oaxaca y avenida Jalisco, lo que obligó a maniobrar para quitarlo y permitir el libre tránsito de las aguas.

``Ahorita está trabajando ya el trascavo. Es imprescindible quitar el camión, la tierra, el lodo y los piedras que obstruyen el paso de las aguas'', Ricardo Fernández, de la Dirección de Protección Civil del gobierno central, presente en las labores de limpieza, señaló ``Si no abrimos un boquete, y en esto los ingenieros militares coinciden, otra lluvia va a provocar un desastre. Por eso la prisa''.

Los vecinos relatan que la construcción de casas por encima del cauce del arrollo, que por las trombas se convierte en torrente, se inició hace 20 años, cuando fungía como delegado político el priísta Humberto Navarro González, quien no sólo les permitió fincar sobre el cauce sino también inició la introducción de servicios como energía eléctrica y drenaje sanitario.La naturaleza terminó por cobrárselo.

``Lo peor de todo es que ahora el delegado Chavira declara que desde el inicio de la temporada de lluvias se avisó a todos los vecinos sobre el hecho de que estamos asentados en terreno peligroso. Eso no es cierto'', dijo Víctor Alvarez, primo de los difuntos. ``No hubo volantes. Nadie dijo nada, nunca nos explicaron el peligro que corríamos no sólo nosotros sino otros vecinos del barrio. Ni siquiera ha dado la cara. Y eso que es de aquí''.

Mientras la tropa trabaja a marchas forzadas para limpiar y destapar el bloqueo de piedras y lodo, la familia Cruz Castillo se prepara para remontar lo que llaman ``la indiferencia oficial'', y demandar hoy por la mañana al delegado Chavira un pedazo de tierra para asentarse. ``Ya no como delegado sino como vecino del barrio, es lo menos que puede hacer'', añadió Víctor Alvarez.

Por otra parte, el presidente de la Comisión de Protección Civil de la Asamblea Legislativa, Pablo Jaime Jiménez Barranco, afirmó que la decisión de desalojar a cerca de 10 mil familias asentadas en zonas de alto riesgo ``es viable siempre y cuando sea definitiva y haya de por medio una verdadera alternativa habitacional para esa gente''.