La Jornada 17 de agosto de 1998

HUEHUETLA, COMUNIDAD ACOSADA EN LA SIERRA DE PUEBLA

Blanche Petrich, enviada/ I, Huehuetla, Sierra Norte de Puebla Ť El municipio de Huehuetla recibe un trato ``especial'' del gobierno del estado y del Ejército Mexicano, se quejan sus autoridades.

El 9 de julio, cuando las autoridades locales empezaban a organizar su festejo anual del día 20, fecha en que nueve años atrás la Organización Independiente Totonaca (OIT) ganó las elecciones, llegó una partida militar al mando del capitán Emilio Merino Hernández del segundo Batallón de Infantería de la zona 25.

Sin presentarse previamente ante la autoridad civil, los militares irrumpieron en el modesto cuartel de la policía municipal, anunciaron que aplicaban la Ley Federal de Fuegos y Explosivos y desarmaron a los agentes comunitarios. El ``arsenal'' consistía en una Colt .38, otra .45, una Trade automática .38 y una carabina M-30. Desde entonces los topiles totonacas andan desarmados.

De los 20 municipios totonacas ``regados'' en la Sierra del Totonacapan, norte de Puebla y en su vertiente hacia el Tajín veracruzano, solo éste es gobernado por indígenas. La coalición opositora entre la OIT y el Partido de la Revolución Democrática cumplió ya tres trienios de gobierno y se muestra segura del triunfo electoral para los próximos comicios, con la candidatura de Juan Garía Cipriano, del Consejo de Ancianos, y casi monilingüe.

Sus dirigentes no usan el término ``autonomía'' para definir su experiencia de gobierno comunitario. La legislación poblana ni siquiera ha adoptado en su cuerpo de leyes las reformas al artículo cuarto constitucional, a pesar de que 40 por ciento de su población es de origen indígena.

Huehuetla, sin embargo, cuenta con un bando de policía y buen gobierno municipal desde 1996, que lo distingue como pluriétnico y se rige por el convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo -su tocaya de siglas- en lo relativo a los derechos indígenas. Aquí no se habla de ``usos y costumbres'' pero la máxima autoridad social es el Consejo de Ancianos y el presidente municipal debe rendir cuentas ante la asamblea de la comunidad.

De todas las poblaciones de la región, sólo en ésta el gobierno poblano estimó necesario instalar, hace dos años, una partida permanente de policías judiciales. Sólo aquí -donde el café y la pimienta que se cosechan se quedan embodegados por meses y años debido a la falta de mercados y caminos- se consideró necesario ``despistolizar'' a la policía municipal.

Y solamente aquí a las autoridades estatales se les ocurre interrogar al presidente municipal Pedro García, cuando éste se quejó por la pasividad de la judicial ante un asalto ocurrido dentro de sus límites municipales.

``Así nos tienen amenazados y molestándonos para que no se escuche a nivel nacional que aquí ya hay un gobierno de organización indígena, que poco a poco ha ido conociendo su derecho y exigiéndolo. Le estorbamos al gobierno del estado porque ya sabemos defendernos'', dice Pedro García.

En nueve años de experiencia de gobierno los dirigentes de la OIT han mantenido al mínimo sus contactos con la prensa y su trabajo es casi desconocido. Ahora, en el salón de cabildos, con toda la solemnidad de una audiencia y flanqueado por sus regidores, con los asesores mestizos discretamente sentados al fondo del salón, habla el gobernante totonaca.

``Por humildes y sencillos que seamos aquí hay autoridad. Esas armas las compramos hace tres años y no las registramos porque nadie nos explicó que teníamos que hacerlo. El capitán me dijo que son reglamentarias del Ejército.

``Yo le pregunté que cuál es la ley que está manejando. ¿Quién decide quién va a tener las armas, los asaltantes o los policías? Un día me van a pedir auxilio mis comunidades y ¿cómo le voy a hacer? Yo creo que el Ejército entró aquí a provocar conflicto.''

``Somos como un cedro''

En el noveno aniversario de la llegada de la OIT al gobierno de Huehuetla el auditorio del pueblo se inunda de blanco. Hombres de sombrero claro, camisa azul celeste y calzón albeante. Mujeres con trajes de algodón finamente tejido, vestidos traslúcidos.

Más de dos mil personas han interrumpido las labores de siembra, ahora que han empezado las tardías lluvias, para asistir al encuentro de pueblos indios en la cabecera municipal.

Las danzas y los huapangueros echan la casa por la ventana. Hay un bailable particularmente extraño, el de los vaqueros. Los disfraces son bizarros, charros de lentes oscuros y otros con una vestimenta de terciopelos y corbata, pero el acto es aplaudido calurosamente.

Los danzantes vienen del pueblo vecino de San Juan Ozolonocaxtle, hasta hace poco parte de la base social de Antorcha Campesina, abundante en estos rumbos. Pero los de San Juan se acaban de salir de esa organización y se han incorporado a la OIT.

Esto ocurre cada vez con mayor frecuencia en los pueblos de los alrededores. Otras comunidades se acercan para pedir consejo y terminan por adherirse a la experiencia. La organización totonaca está en franca expansión.

En su tercer año de gobierno, el presidente municipal tiene buenas cuentas que rendir ante la asamblea en su informe anual, aunque también reconoce que ``los problemas sobran''.

Cuando la OIT ganó sus primeros comicios ninguna comunidad del municipio tenía electricidad ni teléfono. ``Los mestizos de la cabecera decían: ¿quieren luz para iluminar a los tejones? Y que el teléfono era para hablar español, no totonaca''.

Durante los tres trienios la zona se ha electrificado. Al actual munícipe sólo le falta un pueblo, que tendrá postes y electricidad antes de que termine 1998. Casetas telefónicas ya hay en todas las comunidades y en algunas de ellas más de una.

En el último trienio se construyeron cinco clínicas comunitarias, tres preescolares, cuatro telesecundarias y se introdujo agua potable en 10 de los 11 pueblos.

Otro logro es que el DIF entregue directamente sus despensas al ayuntamiento y éste lo distribuya entre la gente. Antes los acaparadores e intermediarios de la cabecera, mestizos todos, dueños de los pocos vehículos que pueden sacar la producción agrícola de las montañas, recibían las despensas y las revendían en sus tiendas a precios abusivos.

Frente a los más de mil 500 delegados que asisten a la plenaria con la que culminan los festejos de los nueve años del triunfo de la OIT el ``presi'' concluye su informe de gobierno:

``Somos una organización que tiene vida y tiene fuerza para defender a los totonacas, es como un cedro con ramas, hojas y flor. Su producción son las obras''.

Los festejos comenzaron con un encuentro de escritores totonacas el 19 de julio. Sin apenas una gramática y reglas ortográficas mínimas comunes que regulen la lengua que comparten, con algunas diferencias, los pueblos que suben desde Papantla hasta Zacapoaxtla, un grupo de hombres de letras ahora buscan, además de preservar el antiguo lenguaje de los ``hombres de tres corazones'', crear poesía y literatura.

Centro de Estudios Superiores Totonaca

Esto ocurrió en las aulas del Koyom -Centro de Estudios Superiores Totonacas-, una preparatoria alternativa a la oficial donde los jóvenes de la región, además del programa oficial, cursan planes de estudio de desarrollo sustentable y microempresas.

``Curioso -explica una de las maestras del Centro-, esta escuela surgió del rechazo de los mestizos de la cabecera, para que el bachillerato oficial no se les llenara de indios. Ahora, aunque tenemos menos apoyos económicos, muchos reconocen que como escuela ésta es mejor''.

Después se instalaron las mesas de trabajo en las que los totonacas analizaron problemas nacionales -con dificultades pronunciaron y trataron de comprender el misterio de esa extraña palabra, Fobaproa-, los problemas locales: agricultura, economía y perspectivas sociales.

Con la metodología aprendida décadas atrás de los párrocos que impulsaron su organización, trabajaron en tres etapas. El primer día, para ``ver'' los problemas, el segundo para ``pensarlos'' y el tercero para ``actuar'' y resolverlos.

Concluyeron que ``buscando nuestro lugar en el corazón de este país, nos preocupa la situación que estamos viviendo y de la que somos afectados y muchas veces actores pasivos e inertes, al margen de lo que acontece, con pocos espacios de expresión donde hacer oír nuestra voz y valer el derecho de hijos de esta tierra''.

Denunciaron que ``en el plano nacional el gobierno busca a toda costa debilitar a las organizaciones civiles y a los gobiernos municipales de oposición, y no se detiene para usar la fuerza pública y la militarización de algunos estados del país.