La Jornada 17 de agosto de 1998

18 grupos de porros operan en la UNAM

María Esther Ibarra /I Ť Corazón y orgullo académico del país; sin embargo, por las arterias de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) se entrecruzan cotidianamente la violencia y la inseguridad, cuyas principales características reconocen las propias autoridades:

Existen 18 grupos porriles, vandalismo, agresiones a la comunidad con explosivos, tráfico y consumo de enervantes, alcoholismo, robo de vehículos, asaltos, violaciones, daño y robo al patrimonio universitario y a sus bienes, operación de una red de taxis piratas y ambulantaje.

Y no sólo eso: el subdirector de Protección Civil de la UNAM, Guillermo Salgado Llaguno, advierte que casi la totalidad de los edificios que dieron origen a Ciudad Universitaria (CU) -incluidos inmuebles declarados patrimonio nacional- están en riesgo permanente por obsoletos e inadecuados, pues lo mismo sufren inundaciones o explosiones, como ocurrió en julio pasado en el Instituto de Investigaciones Biomédicas.

Con otra: para la protección de una población superior a los 320 mil estudiantes, académicos y administrativos, la casa de estudios tiene mil 47 vigilantes, uno por 305 universitarios. Similar situación se presenta en la seguridad y vigilancia de los mil 54 edificios: 345 en Ciudad Universitaria, 567 en el área metropolitana y 142 en el interior del país. Para la custodia, el resguardo, la atención y la prevención de cualquier tipo de desastres, cuenta con cerca de mil 400 elementos, lo que implica un vigilante por inmueble.

Con todo, Salgado Llaguno se precia de la efectividad y el profesionalismo de su depedencia. ``Pocos saben, pero nuestro personal imparte cursos regulares de adiestramiento a integrantes del Ejército Mexicano, la Armada, policías como topos y zorros, bomberos y miembros de asociaciones civiles'', informa. Y a saber si no es al revés, pero la semana pasada concluyó un curso en el que participaron 30 personas, la mitad de ellas soldados de la Secretaría de la Defensa Nacional.

La aparente calma

Ante la relativa pero pactada paz entre los estudiantes disidentes y la Rectoría, otros son los dolores de cabeza de las autoridades de la UNAM: la actuación grupos porriles o vandálicos que se han perpetuado y renovado al interior de la institución.

Los responsables de la seguridad de la UNAM tienen detectados a 18 grupos de porros, los cuales hasta se han constituido en federaciones como la de Estudiantes de Naucalpan (FEN) y la de Estudiantes de Acatlán (FEDA). Otros se identifican con los nombres Los Insurgentes, Los Vándalos, Marqués Muro, Santa Inquisición, 3 de Marzo y 4 de Marzo, Los Lagartos, Los Cuervos y Los Bohemios. Al resto se les conoce por sus siglas, entre ellos FEA, FEGAM, GER, GRU, OEU y PEU.

Entre sus principales delitos destacan extorsión, lesiones, riñas y drogas. Empero, en fechas recientes incorporaron a sus acciones el uso de petardos para agredir a la comunidad universitaria. En los colegios de Ciencias y Humanidades de Vallejo, Azcapotzalco y Naucalpan, y en las preparatorias 3, 4 y 9, varios estudiantes fueron agredidos con ese tipo de explosivos.

El asunto parece no perturbar a los funcionarios encargados de la seguridad en la UNAM. ``Los petardos se han usado con cierta continuidad'', asegura Salgado, y refiere que hace un par de meses un vigilante de la Preparatoria 4 resultó con heridas graves en el cabeza al estallarle un artefacto. ``Su estado fue crítico, porque el explosivo le afectó el cerebro. Se le atendió en el ISSSTE y debe haber salido bien, pero desconozco si ya se incorporó a sus labores''.

Brígido Navarrete Fimbres, director general de Protección a la Comunidad, atribuye el uso de explosivos a los propios estudiantes y no a los porros, pues ``son muy aislados los casos en que participa gente ajena a la Universidad. En el CCH Vallejo y la Preparatoria 3 sorprendimos a una veintena de alumnos elaborando petardos''.

Informa que dependiendo de la cantidad de explosivos, unos fueron consignados a las autoridades de la Procuraduría General de la República, y a otros que ``sólo traían uno o dos artefactos se les remitió a las autoridades del respectivo plantel para lo procedente de acuerdo con el reglamento interno y el estatuto universitario''.

Inexplicablemente, en la mayoría de los casos los infractores han recibido una sanción administrativa. Navarrete Fimbres explica: ``No obstante que se trata de explosivos, hay una laguna en la aplicación de la ley, porque el caso indistintamente lo puede atender un Ministerio Público o un juez cívico de una delegación, y muchas veces se considera una falta al Reglamento de Policía y Buen Gobierno. Son decisiones de ambas instancias, y a nosotros sólo nos compete ponerlos a su disposición''.

Y aunque CU sigue siendo foco de diversos ilícitos, Navarrete Fimbres señala que los distintos grupos porriles han concentrando sus operaciones en los campus externos. Sus principales flancos son las comunidades estudiantiles de las preparatorias (plantes 2, 3, 4, 5, 7, 8 y 9), los CCH (Vallejo, Naucalpan y Azcapotzalco), y las escuelas nacionales de Estudios Profesionales de Acatlán y Aragón.

Empero, un informe interno de la Dirección General de Protección a la Comunidad es contradictorio al indicar que el robo de vehículos representa el principal delito (52.9 por ciento); en otra parte del mismo documento, el consumo, posesión y venta de enervantes encabeza la lista de los 10 ilícitos más frecuentes.

Conforme al texto, de 672 personas que fueron detenidas y remitidas a las autoridades -255 universitarios y 417 ajenas a la institución-, 222 fueron consignadas ante el Ministerio Público por delitos contra la salud. Y en la zona conocida como las islas -donde es recurrente el tráfico de estupefacientes- también se detuvo a seis individuos externos a la UNAM y se ``ejerció acción penal contra trabajadores universitarios -no se precisa cuántos- por posesión de mariguana y seis consumidores''. Incluso se creará un cuerpo de seguridad apoyado con perros para detección de drogas.

Los otros hechos delictivos fueron: robo de vehículos y autopartes (21), robo a personas (74), alteración del orden (93), lesiones por agresión (65), robo patrimonial (22), ingestión de bebidas embriagantes (24), venta de boletos (46), daños al patrimonio universitario (37) y otras faltas no especificadas (68).

En un diagnóstico de CU se menciona de importancia ``crítica'' la operación de una red de 120 taxis piratas, que es operada por trabajadores administrativos sindicalizados. Se señala que el servicio que realizan viola el Reglamento de Autotransporte Urbano del DF y hacen uso ilegal del piso y en muchas ocasiones violan el programa Hoy no circula.

A pesar de los operativos por parte de las autoridades universitarias, al parecer los hechos delictivos están lejos de poder ser erradicados. Salgado Llaguno de plano admite que, ante el tamaño de la máxima casa de estudios, los ``únicos días en que realmente hay un control son los fines de semana en que a Ciudad Universitaria se accede por una sola puerta''.