La Jornada 17 de agosto de 1998

Sus miembros, creyentes; se tienen por justicieros: perfil psicológico

David Aponte Ť Los secuestradores son enfermos mentales que llegan a percibirse como reinvidicadores de la sociedad, ``una especie de justicieros al estilo de Chucho El Roto''. La mayoría profesa la religión católica, para justificar el daño que causan a sus víctimas, explicaron especialistas en psiquiatría.

Los aspectos sociológicos no son definitivos para la creación de un delincuente, en este caso de un secuestrador. Las presiones sociales son importantes y catalíticas de la conducta, pero el individuo llega a ser un criminal cuando el ``terreno mental es fértil y está orientado a la agresión hacia otras personas''.

Los secuestradores tienen el siguiente perfil psicológico: son enfermos mentales. Desde esa perspectiva, actúan como si el mundo fuera injusto con ellos. Entonces, pretenden hacer justicia con sus víctimas, como si la sociedad estuviera en deuda con los criminales.

Como un rito o acto de abuso del poder, maltratan o mutilan a sus víctimas. Son capaces de dañar a las personas por el daño mismo. Sin embargo, también tienen como fin amedrentar a la familia del secuestrado y convencerla de que la amenaza va en serio y, en consecuencia, que es necesario el pago del rescate.

El daño físico a las víctimas depende de la capacidad intelectual y emocional del agresor. En esa dinámica e independientemente de las complicidades con los cuerpos policiacos, los jefes de las bandas son psicópatas, situación que les permite evadir el cerco de la justicia.

Las bandas de secuestradores están encabezadas por enfermos mentales, como es el caso de Daniel Arizmendi, sujeto que evidencia una carencia total de afectividad hacia otras personas. Un sujeto así es capaz de contagiar mentalmente a todos los miembros de la banda.

Los secuestradores como Arizmendi no tienen cura. De ninguna manera pueden ser objetos de una rehabilitación social.

Los integrantes de las bandas de secuestradores son profundamente católicos y le tienen miedo a Dios. Los psiquiatras denominan esta conducta como ``escisión de la personalidad'', situación que les permite justificar sus agresiones. En ellos no hay una integración total de la inteligencia. (Fuente: especialistas en psiquiatría)