¡EUREKA!
De olores a olores
El aroma de un producto es una mezcla muy compleja de compuestos volátiles de gran diversidad molecular y con un amplio espectro de propiedades biológicas que pueden influir en la vida diaria del ser humano, algunas veces de manera benéfica, aunque en otras la influencia resulta perjudicial.
La doctora en química ambiental Mercedes G. López cita en la revista Ciencia y desarrollo del Conacyt (volumen XXIV, número 141, correspondiente al bimestre julio/agosto de este año) algunos ejemplos ilustrativos:
Ingestión de alimentos: podemos elegir el ingerir o no un alimento, basándonos en el olor que percibamos de éste.
Emociones: un aroma determinado puede despertar sentimientos específicos, por ejemplo, las rosas rojas se asocian con la pasión y las amarillas con la infidelidad; por su parte, las violetas evocan elegancia y algunas especies nos hacen sentir exóticos (canela y jengibre).
Comportamiento: la depresión en algunas personas puede ser aliviada con aromas generados por hierbas como la albahaca, el jengibre y el eucalipto; además, algunas otras fragancias pueden influir hasta en la vida sexual de una persona.
Aceptabilidad: la aceptabilidad o rechazo de un producto están relacionados también con la edad y el sexo; por ejemplo, los niños toleran mejor el olor del sudor y los adultos el del almizcle. Por otra parte, las mujeres tienen mayor aceptabilidad por los olores culinarios y los hombres prefieren los frescos.
Aplicaciones comerciales: en la actualidad, los aceites esenciales se están utilizando como agentes psicoterapéuticos, y además se sabe que los de clavel y lila ayudan a la concentración mental, mientras que la albahaca y la mandarina tienen la propiedad de relajar y provocar sueño.