Luis Benítez Bribiesca
Elsevier publica una revista científica mexicana
Hacer una revista científica en México es una tarea ingrata y frecuentemente inútil. Los que dirigen la ciencia nacional, científicos de élite y las instituciones como el Conacyt y el SNI las ignoran o las desprecian sistemáticamente, y hay buenas razones para ello. Nuestras publicaciones son mediocres y locales, y no son consultadas ni tomadas en cuenta en el ámbito internacional, por lo que su impacto es mínimo o nulo. Como consecuencia, los científicos envían sus mejores trabajos a revistas de renombre mundial, lo que genera un círculo vicioso: nuestros impresos no contienen contribuciones de calidad: todas salen del país y ningún investigador parece dispuesto a enterrar sus mejores aportes en esas publicaciones. A ello agreguemos que los apoyos financieros oficiales y privados son escasos, y por lo general parecen más bien dádivas que verdadero sustento económico que garantice su buena hechura y continuidad. Tal parece que nuestras publicaciones científicas están condenadas a la mediocridad.
A pesar de ese panorama desconsolador, todavía existen editores científicos con una entrega casi mística y empeñados en hacer revistas nacionales. Son los Sísifos modernos que, a sabiendas de que no podrán subir la piedra hasta la cumbre, permanecen fieles a su tarea sin recibir compensación alguna. ¿Necedad, masoquismo o entrega a una causa noble? Es difícil decirlo, pero gracias a ellos tenemos algunas revistas de ciencia nacional muy respetables.
Pero hay excepciones. En 1970 surgió una revista del Departamento de Investigación del IMSS: Archivos de Investigación Médica. Los investigadores del instituto, jóvenes entusiastas reclutados en los mejores centros de investigación nacionales y extranjeros, y el amplio presupuesto disponible entonces permitió que rápidamente se le considerara una de las mejores publicaciones biomédicas del país. Empero, su enfoque localista y su dependencia económica presagiaban un destino efímero, como el de muchas otras. La comunidad científica la vio con recelo porque sus artículos tenían un sesgo claro hacia un área de investigación, los anticonceptivos, y porque quienes en ella escribían eran principalmente los investigadores del IMSS. Poco tiempo después, la publicación de los seminarios internacionales sobre amibiasis y su inclusión en el índice más prestigiado del momento, el Current Contents, le confirió el impulso necesario para tener al menos un tenue reconocimiento en el ámbito científico mundial.
Poco a poco comenzaron a llegar contribuciones de otros grupos de científicos ajenos al IMSS, y entonces se decidió hacer una edición bilingüe para darle mayor difusión. Con los cambios de régimen, la crisis económica y los recortes presupuestales, la revista sufrió impactos amenazantes retrasando su publicación, lo que la excluyó del Current Contents, pero no desapareció. Hubo que idear una estrategia revitalizadora para resolver su bajo impacto y su hechura anticuada y deficiente. Se resolvió publicarla en inglés, el idioma actual de la ciencia. Paralelamente, se rediseñó su formato y se renovó el comité editorial, incluyendo a científicos renombrados tanto nacionales como extranjeros.
Para algunos tradicionalistas, eso representó una afrenta a la nacionalidad, por lo que renunciaron a su participación; otros fueron incrédulos pero expectantes, y los más celebraron el cambio en la revista, que ahora se llama Archives of Medical Research. Ya aparece nuevamente en Current Contents, Citation Index, Medline y en Internet, y su impacto creció para colocarse como la revista biomédica más citada en Latinoamérica; recientemente fue comentada en un artículo de Scientific American.
Actualmente, dos terceras partes de los artículos publicados son de grupos científicos fuera del IMSS, lo que la ha convertido en una publicación científica plural y ajena a todo sectarismo. Las nuevas autoridades del IMSS comprendieron la trascendencia de esa empresa y mantuvieron el apoyo financiero y administrativo para su publicación. A pesar de esos logros, Archives of Medical Research seguía siendo una revista biomédica local relegada por los organismos calificadores de la ciencia nacional. Eso marcó la necesidad de usar una estrategia para lanzarla de lleno al ámbito internacional, mediante una compañía de prestigio mundial que se encargara de producirla.
Después de casi un año de prolongadas y rigurosas negociaciones, que incluyó un análisis extremadamente minucioso de su hechura y contenido, Elsevier aceptó publicarla. Esa editorial es una de las más prestigiadas del mundo y una de las más antiguas. En los albores del siglo XVII ya publicaba nada menos que las obras de Galileo, y ahora edita más de 150 revistas internacionales de investigación biomédica de gran relevancia e impacto. La filial de Elsevier en Nueva York producirá Archives of Medical Research a partir de 1999. Aunque la revista seguirá perteneciendo administrativa y financieramente al IMSS, las autoridades han tenido el tino de convertirla en vehículo de publicación abierto, aunque con estricto control de calidad para dar cabida a los mejores trabajos de investigación biomédica nacionales y extranjeros.
Ante la oportunidad de que una revista mexicana irrumpa en el ámbito científico mundial con el aval y prestigio de Elsevier, los investigadores nacionales adquirimos el compromiso de elevar progresivamente la calidad y el impacto de Archives of Medical Research. Tenemos que evitar a toda costa que esta inédita aventura se convierta en mortinato si no la nutrimos con lo mejor de nuestra producción. Esperamos que ahora sí se rompa el conjuro y esta piedra de Sísifo llegue finalmente a la cumbre.
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