La Jornada 16 de agosto de 1998

RIP a la crónica parlamentaria en aras de la modernización

Mireya Cuéllar Ť Este primero de septiembre la crónica parlamentaria escuchará los últimos acordes de su réquiem.

Los afanes modernizadores de una oposición deseosa de tener un Congreso ``de primer mundo'' echaron del salón de sesiones a edecanes con todo y sus pequeñas faldas; a ujieres de portafolios y celular, tazas de café... y periodistas.

Tuvo que llegar la oposición al poder (en San Lázaro) para que se acotaran los espacios.

--Los diputados no quieren testigos cuando tejen fino --comenta un legislador como si él fuera ajeno al tema.

Y es que en los momentos más críticos del debate parlamentario los ``amarres'' se hacen en los pasillos, entre las curules. Cuando una propuesta para ``destrabar'' el debate (o parar el escándalo) llega a la tribuna es porque Carlos Medina ya recibió el recado que en voz de Fidel Herrera le hizo llegar Arturo Núñez. Impertinentes de oficio, los reporteros no pierden detalle del toma y daca.

¿Quién hubiera podido escuchar desde la esquina --donde a partir de septiembre, se ubicará a la prensa-- los ``Con su permiso, señor presidente...'' de Porfirio Muñoz Ledo a Miguel de la Madrid, al inaugurar hace 10 años la historia contemporánea de las interpelaciones?

¿Alguien hubiera atestiguado los muy honorables (por la investidura de los protagonistas) puntapiés, puñetazos y mentadas que los gobernadores de Baja California y Aguascalientes, Xicoténcatl Leyva Mortera y Miguel Angel Barberena, lanzaron entonces al interpelador cuando abandonaba el recinto?

Y el ¡chingaaaaaa tuuuuu maaaaadre! del conocido golpeador y dirigente ferrocarrilero, Víctor Flores (hoy diputado federal), al legislador Marco Rascón, mientras le arrancaba la máscara de cerdo que el perredista usó en el segundo Informe de Ernesto Zedillo..

¿Y la foto de Humberto Roque Villanueva? Esa gráfica --de José Antonio López -- que abrió la era de la Roquiña, interpretada como un festejo por el aumento al IVA. Los reporteros tendrán que adivinar, desde el semicírculo que se les asignó al final del recinto, los gritos, los acuerdos... de los legisladores. Frente a las lentes sólo habrá largas filas de anchas espaldas.

¿Dónde la calidad de testigo que la historia le otorga a la prensa?

Notas del réquiem

Las primeras notas del réquiem se escucharon el miércoles 1o. de octubre de 1997, cuando en una reunión de la Comisión de Régimen Interno y Concertación Política (CRICP) el perredista Pablo Gómez Alvarez --según el priísta Eduardo Bernal-- presentó una propuesta para ``regular'' el acceso al pasillo central del salón de sesiones.

Al siguiente día a los reporteros ya no se les dejó desplazarse por la parte central del salón. Quedaron prohibidas las entrevistas durante la sesión. La respuesta a los reporteros acreditados en San Lázaro fue colocar cámaras, grabadoras y libretas al pie de la tribuna.

La protesta de los reporteros provocó que ninguna de las fracciones parlamentarias asumiera la paternidad de la propuesta (aunque la medida se aprobó por consenso). Muñoz Ledo la defendió con la tesis de europeizar el Congreso mexicano; ``en ningún congreso del mundo la prensa tiene acceso al pleno''. En su estado, se excusaba el guanajuatense Carlos Medina Plascencia, el Congreso ``era más ordenado''.

``Nosotros estamos porque se rectifique el acuerdo de impedir a los medios su trabajo. De hecho, consideramos que es una práctica parlamentaria que debe respetarse'', argumentó el todavía priísta Ricardo Monreal. Y en corto, bromeó: ``Quihúbole jóvenes ¿ también los mayoriteó el bloque opositor? Para que vean lo que se siente'', dijo y remató: ``Que ellos asuman su responsabilidad en el gobierno de la Cámara''. (La Jornada -03-10-97).

En medio de la trifulca que provocó ese día en el salón la protesta de los periodistas, Pablo Gómez señalaba a Núñez y a gritos lo acusaba de haber promovido el acuerdo: ``Fue Núñez, no ven cómo son los del PRI... Sí, tenemos que sacar a mucha gente del recinto, pero no a ustedes que son parte de él, sino a la pelusa ...''

Enfrente, Núñez sostenía exactamente lo contrario. ¿Quién lo propuso?, interrogaron los reporteros. La respuesta fue: ``El PRD''. ¿Fue Pablo Gómez?, insistieron.

--Ayer no estuvo el licenciado Muñoz Ledo (en la reunión de la CRICP donde se tomó el acuerdo), estuvo el licenciado Pablo Gómez --se le escucho decir a Núñez.

Los reporteros ya sabían que sacarlos del pasillo central del salón era el primer paso. El siguiente sería echarlos. Por eso, en una reunión que tuvieron esa misma tarde con los coordinadores parlamentarios expresaron: ``Sin ningún otro afán más que el de garantizar el libre acceso a las fuentes directas de información, parte esencial de un sistema democrático, apelamos a una reflexión serena de su parte respecto a los efectos que tendría en el derecho a la información, establecido constitucionalmente, el que se impongan restricciones a nuestra labor''.

Después del incidente, pareció que los diputados darían marcha atrás. En los periodos de sesiones subsecuentes se dejó trabajar en paz a reporteros y fotógrafos. Quedó sobre la mesa un proyecto de reglamento ``para regular la información de la Cámara de Diputados''.

Llegó la hora

Sin embargo, la decisión de sacar a los reporteros del salón de sesiones sólo fue dejada para mejores tiempos. Y todo indica que ya llegaron.

La muy publicitada modernización de la Cámara de Diputados, y en especial, del salón de sesiones, fue la oportunidad. Mejor aún, por esa vía la decisión se hacia recaer en un órgano técnico, el Comité de Administración y dejaba a salvo a los coordinadores parlamentarios.

Así, cuando se decidió que el basurero en que se había convertido el área dedicada al Senado sería transformado para dar lugar a las comisiones de trabajo de los diputados y que se suspenderían los largos viajes al extranjero (con esposas y todo) que los legisladores se regalaban cada año, para usar esos recursos en pintar paredes y levantar nuevas bardas, también se acordó excluir a la prensa del salón.

¿Cómo? Instalando un sistema electrónico que costo 23 millones de pesos. Sus ventajas: sólo dará acceso al salón de sesiones a los diputados cuya huella esté registrada en el sistema; en lugar de levantar el dedo, ahora los señores legisladores tendrán que digitar con el dedo gordo de la mano derecha los botones instalados en su pupitre: verde, si su voto es afirmativo; rojo para los opositores y amarillo para los indecisos, es decir, los abstencionistas.

La perredista Angélica de la Peña, integrante del Comité de Administración explica el funcionamiento: habrá micrófonos integrados a los asientos para que los diputados puedan razonar su voto, en caso de así desearlo.

``Cada diputado --abunda-- tendrá asignado un lugar y de ahí no se podrá mover porque el sistema sólo aceptará su huella si se encuentra en su lugar. Frente a los legisladores, a un lado de las grandes banderas que sirven de fondo al salón, habrá dos tableros de vidrio líquido que irán registrando --para conocimiento de todo el pleno-- el nombre del diputado, el sentido de su voto y el acumulativo de la votación''.

El nuevo mecanismo, no sólo ahorrará tiempo --llevaba más de hora y media en tomar la votación a todo el pleno--, sino que ``sobre todo no será cuestionada la credibilidad del sentido del voto, tampoco se especulará sobre la posibilidad de que algún diputado votara dos veces. Había casos en los que los asesores votaban por el diputado'', dice de la Peña.

Habrá una ``alarma'' --explica-- que sonará cuando un diputado pretenda votar en un lugar que no sea el suyo o alguien ajeno a los diputados quiera meter el dedo en la votación. Y es que por más que los diputados quieren ser los únicos que ingresen al salón de sesiones, tendrán que registrar la huella de un equipo de ``auxiliares parlamentarios'' que estarán en el salón para atender las necesidades de cada grupo parlamentario.

Este equipo de auxiliares contará con radios para comunicarse a las oficinas de cada legislador y solicitar así un documento o dato que le sería entregado a él por el asesor personal del diputado para que el auxiliar lo lleve hasta la curul.

Esto ocurrirá sólo si el diputado en cuestión aún no sabe navegar por el hiperespacio. De lo contrario, sólo tendrá que encender su computadora personal y enviar un correo electrónico a su asistente. Por esa misma vía, podrá obtener respuesta.

--En lo que aprendo a conectarme se termina la legislatura --comenta un priísta peleado con la tecnología y que duda en privado de las bondades del nuevo sistema.

Nadie se atreve a disentir en público porque todas las decisiones del Comité de Administración fueron ratificadas por la CRICP.

Salvo el perredista Armando López, que se ha negado a registrar su huella en protesta por la exclusión de la prensa del salón y el ``excesivo'' gasto en la remodelación de las instalaciones que tiene a las comisiones legislativas sin presupuesto para trabajar. Todas ya tienen muy bonitas oficinas, equipos de cómputo, Internet, pero no hay dinero para abultar la nomina con nuevos asesores y echar andar proyectos (La remodelación del área de Comisiones costó 26 millones de pesos).

A lo más que han llegado algunos diputados --los del PRI señalando a la oposición como responsable del problema y los de la oposición que no desean hacer público su desacuerdo con la medida-- es a sugerir a los reporteros que presenten por escrito una propuesta ``alternativa'' planteando que se deje entrar al salón únicamente a los medios ``grandes''. La respuesta de los periodistas, sin ponerse de acuerdo, ha sido la misma: no nos vamos a ``vetar'' entre nosotros, y menos por escrito.

En pláticas de petit comité, algunos priístas comentan que cuando se le preguntó a los miembros del comité de administración sobre si el sistema digital de acceso al salón era ``infalible'', no hubo respuesta.

¿Dónde sentar al gabinete?

El acceso de los diputados al salón de sesiones será por la puerta principal, sobre la avenida Congreso de la Unión. Ahí, unas puertas de cristal (todavía por colocarse) se abrirán cuando el diputado imprima se huella digital sobre el sistema electrónico de registros que estará a un lado.

Habrá también ``sistema electrónico'' en dos puertas laterales del salón (la que está ubicada a un costado del salón Protocolo y la que da a la sala de prensa) por donde podrán ingresar los diputados al recinto.

En lo que se conoce como ``el basamento'' (el primer sótano de San Lázaro), que da directamente al estacionamiento, habrá otros dos accesos.

El ancho pasillo central del salón, el de la tradicional alfombra roja sobre la que el Presidente ha caminado siempre con ``gallardía'' --según las viejas crónicas-- desaparecerá. Este pasillo, que según la oposición era de un gusto ``imperial'', dará paso a dos más estrechos.

El problema que tienen ahora los diputados es ¿dónde van a sentar al gabinete el 1o. de septiembre? Y ¿dónde a los senadores? Diseñado para acoger a 500 diputados, no hay lugar para invitados. El sistema electrónico de votación y acceso no permite mover los pupitres. Además del cableado con terminales electrónicas que llevará a los diputados a cualquier parte de la aldea global --vía Internet-- cuando las sesiones se tornen aburridas.

En el área dedicada a prensa, que estará separada de los diputados por una barra de madera sobre la que habrá un cristal de entre 15 y 20 centímetros de alto, tendrán lugar 60 reporteros. En el espacio asignado a cada medio de comunicación habrá una computadora con fax-módem instalado (Toda la red informática de la Cámara tendrá un costo de 18 millones de pesos).

``Es mentirá que estarán (los reporteros y fotógrafos) en una pecera. No habrá un cristal hasta el techo que los separe del salón de sesiones. El área estará cerrada por una barra de madera, igual a la de cualquier palco, y lo único que tendrán será un cristal muy bajito'', comentó Angélica de la Peña. Reconoció que una de las empresas que participaron en la licitación les ofreció aislarlos por completo de la prensa y el área de invitados por cristales enormes, pero que todos rechazaron ese proyecto.

El mérito de la propuesta --de sacar a los reporteros del salón-- no se lo den todo a Pablo Gómez, solicita la perredista y recuerda que el acuerdo se dio en una reunión de la Comisión de Régimen Interno y Concertación Política (CRICP), ``donde todo se resuelve por consenso''. Nunca nos enteramos de que alguno de los coordinadores ``abandonará molesto la reunión'' por ese hecho, apunta.

--¿qué va a pasar cuando en una sesión el debate suba de tono y los reporteros quieran ver las cosas de cerca?

--Si alguien se quiere brincar, lo podrá hacer.