Hace 15 años los expertos en prospectiva se divertían construyendo escenarios del futuro de México. Hoy, imaginarlo es una tarea simultáneamente estéril y de urgente necesidad. Es inútil porque en materia política y social las variables son múltiples y el dinamismo de la vida mexicana arrastra todo. Es necesario porque, sin imágenes de lo que nos pueda suceder, la angustia colectiva (que está creciendo) nos impulsaría a decisiones absurdas en la vida pública, los negocios y la esfera personal. El miedo y la incertidumbre son los peores consejeros. Me temo que el actual gobierno está afectado por tales emociones, por lo que lo inadecuado de sus decisiones y lo errático de su conducta obedezca a ello.
¿Cómo vamos a vivir la Semana Santa en el 2002? Para entonces, el nuevo gobierno (presumiblemente electo el 2 de julio del 2000) habrá cumplido su primer año. ¿Cuáles serán las circunstancias económicas, sociales y políticas? ¿Cómo podemos orientar nuestra vida personal en el ambiente que va a crearse? Imagínese a sí mismo como lector típico de este diario. Hoy tiene usted 40 años, y tendrá 44 en la primavera del 2002. Haga la prospección de su propia vida. ¿Cómo estará su matrimonio, su vida familiar? ¿Cómo habrán crecido su hijos? ¿Qué oportunidades de empleo, ascensos, seguridad, salud, mayores ganancias, etc.? Mucho tendrá que ver lo que usted haga, pero será importante aquello que suceda en el país. Al reflexionar sobre el tema he identificado varios escenarios.
a) Confirmación del sistema. El presidente Zedillo logra transmitir el poder a una persona de su confianza y el PRI (o como se llame en el 2002) gana por 40 por ciento las elecciones, sigue unido y controlando el Ejecutivo. Inicia su octava década de gobierno en el país. El nuevo presidente promete que ahora sí completará la reforma del Estado, elogiará a su antecesor, al que exaltará como el presidente de la transición. Mientras, en su fuero interno estará seguro de la perdurabilidad del sistema. Como sea, no sería fácil la situación económica. Sería mala. El Congreso estaría en manos de la oposición.
b) Alternancia. El presidente Zedillo tiene un final malo o excesivamente mediocre. El PRI-gobierno no tiene fuerzas suficientes para impedir que la oposición se una, coaligue (y gane por el 66 por ciento). Uno de sus núcleos derrota (por pequeña mayoría de 40 por ciento) a los otros y al PRI y así lleva a la presidencia a un candidato opositor e inicia el proceso de alternancia política. Tampoco sería fácil. La situación económica también sería mala. El PRI derrotado encabezaría oposición feroz.
c) Colapso light. Zedillo termina muy mal. La situación económica, social y política del país se complica a tal punto que el Presidente renuncia y se forma un gobierno de coalición con apoyo del Ejército, que se compromete a reorganizar política y económicamente al país y llamar a elecciones. La situación económica sería desastrosa. Las ambiciones y el protagonismo estarían desatados.
Cuando comencé mis investigaciones en abril de este año, suponía que podría haber un final feliz. El Presidente lograba la recuperación económica y presentaba y hacía aprobar un ambicioso esquema de reforma integral, no sólo en el ámbito político sino en las instituciones y las políticas económicas de Estado. Zedillo, en lugar de ser el jefe del PRI y el operador del sistema, se convertía en el fiel de la balanza. México iniciaría el tercer milenio como nación democrática en vías de consolidación y recuperación.
Hoy, apenas en agosto de 1998, mis pronósticos se van ennegreciendo. Un final feliz parece altamente improbable (aunque no imposible). En cambio, se va formando un escenario de colapso hard, tétrico, en el que el Presidente no sólo termina mal su mandato sino que aparece un gran vacío político y signos de violencia y hasta de insurrección. Como medida de seguridad nacional, el Ejército interviene bajo la declaración de convocar a elecciones en tiempo breve. La situación es desastrosa en todos los órdenes.
Imagínese, estimado lector, ¿cuál será la respuesta y la reacción en cada uno de esos escenarios de las clases sociales? Los grupos de poder y el gobierno de Estados Unidos, de los grandes protagonistas políticos y sociales. Imagine su propia vida vivida en el 2002.