Masiosare, domingo 16 de agosto de 1998
En Estados Unidos se ha desarrollado un amplio y cada vez más relevante movimiento de solidaridad simpatizante del zapatismo o de la búsqueda de una salida pacífica al conflicto en Chiapas. Este movimiento, sostiene la investigadora de la Universidad de Oregon Lynn Stephen -experta en estudios étnicos y de género, con años de trabajo de campo en Oaxaca y Chiapas-, está articulado en torno a cuatro grandes coaliciones o redes nacionales, iniciativas regionales y unos 50 grupos locales.
En una investigación titulada ``En la senda de los zapatistas: el trabajo de solidaridad en Estados Unidos alrededor de la militarización, los derechos humanos y la democratización en Chiapas'', la antropóloga estadunidense informa que unas 250 personas, representantes de 45 organizaciones, se reunieron el pasado 25 de abril en la ciudad de Washington y debatieron una plan estratégico de emergencia para enfrentar la guerra en Chiapas. Semanas después, el 7 de mayo, decidieron constituir la Red de Solidaridad con México, nombrando un consejo coordinador temporal y creando una página web.
Las cuatro coaliciones que el estudio señala como las más importantes por su membresía, acciones y capacidad de convocatoria son: la Comisión Nacional para la Democracia en México (CNDM), con sede en Los Angeles y El Paso; Servicio Internacional por la Paz (Sipaz), establecido en Santa Cruz, California; Global Exchange (GE), con oficinas en San Francisco y San Cristóbal; y la Fundación Interreligiosa para la Organización de la Comunidad-Pastores por la Paz, con sedes en Nueva York y Chicago. El trabajo destaca también el proyecto impulsado por el recientemente deportado (el número 76) Peter Brown, denominado Equipos de Construcción de Escuelas en Chiapas, con base en San Diego, así como una multitud de grupos locales formados por equipos estables de entre 8 y 12 miembros, como Tonantzin de Boston, New York Zapatistas o la Alianza Zapatista de Pittsburgh.
Cada uno de estos grupos tiene enfoques de trabajo específicos que lo distinguen del resto.
CNDM. Esta organización tiene 24 comités locales distribuidos a lo largo y ancho de Estados Unidos, integrados, en mucho, por chicanos preocupados por la transición pacífica a la democracia en México, y por construir un movimiento de resistencia al neoliberalismo dentro del país del norte. Tiene un periódico mensual, La Libertad, que distribuye 10 mil copias, y una lista de correo electrónico de mil personas a las que diariamente manda información sobre Chiapas. Ha organizado visitas a Chiapas y distribuido ayuda humanitaria. Durante 1998 envió más de 60 mil dólares para apoyar a los refugiados.
Pastores por la Paz. Es conocido por la orientación religiosa de sus integrantes y su compromiso con la ruptura del bloqueo a Cuba. Ha organizado seis caravanas y la visita de 13 delegaciones a Chiapas, en las que han participado 221 personas y distribuido unas 150 toneladas de ayuda humanitaria, con un valor aproximado de 2.4 millones de dólares. Uno de sus integrantes, Tom Hansen, fue también recientemente expulsado del país por el gobierno mexicano. Las caravanas recorren Estados Unidos por distintas rutas antes de llegar a nuestro país, y realizan simultáneamente actos educativos e informativos sobre el conflicto chiapaneco.
Global Exchange. Ha concentrado su trabajo en monitorear la situación de los derechos humanos en México y en buscar la justicia social en Chiapas. Ha patrocinado 30 delegaciones a nuestro país en la que han participado unas 500 personas. Trabaja, además, en la educación de la sociedad civil estadunidense acerca de la necesidad de cambiar las políticas domésticas en materia de comercio y ayuda militar hacia México.
Sipaz. No se concibe como un grupo de solidaridad, sino que busca conservar un nivel de objetividad y de neutralidad que permitan facilitar el diálogo y el proceso de paz. Mantiene una oficina permanente en Chiapas, donde laboran cuatro o cinco voluntarios. Han apoyado actos como la Segunda Conferencia Ecuménica para la Paz y la Reconciliación, que permitió en el encuentro de 75 miembros de distintas denominaciones cristianas. Impulsan la organización de talleres sobre la resolución pacífica de conflictos y funcionan como un centro de información y orientación sobre la problemática chiapaneca para ciudadanos estadunidenses.
Equipos de Construcción de Escuelas en Chiapas. En el trabajo de Lynn Stephen se destaca la importancia de este proyecto surgido en el verano de 1996, en el marco del Primer Encuentro Intercontinental por la Humanidad y el Neoliberalismo como resultado de una consulta entre los indígenas rebeldes de la región de Oventic; la iniciativa busca llevar gente de distintos países a la región y conseguir financiamiento para construir escuelas. Hasta el momento han organizado cuatro viajes. El proyecto se echó a andar en la primavera de 1997. En el verano de ese mismo año participaron 120 personas de 14 países, y en diciembre asistieron unos 160 brigadistas. Aunque la mayoría de sus integrantes son estadunidenses, participan también japoneses, griegos o daneses. El dinero se colecta de lugares tan lejanos como Australia.
Según la investigación de la doctora Stephen, no es exagerado suponer que han participado entre 2 mil y 3 mil estadunidenses en viajes de solidaridad a Chiapas durante los últimos cuatro años. Entre los elementos que actúan como facilitadores de este proceso, el trabajo señala la preocupación por el uso que se da a la ayuda militar estadunidense en México, la experiencia previa de trabajo de solidaridad con Centroamérica, la construcción de coaliciones binacionales previas en torno al libre comercio, el impacto de la rebelión zapatista en los medios y el uso de Internet.
Lejos de considerar el conflicto en Chiapas como una guerra de tinta e Internet, el estudio reflexiona sobre la paradoja de que a pesar del involucramiento directo de miles de personas desde el punto de vista informativo, es hasta una fecha relativamente reciente que han comenzado a reunirse cara a cara en los niveles regional y nacional. La rapidez con la que la información de Chiapas circula ha hecho suponer a muchas personas, entre las que se encuentran importantes periodistas de aquel país, que el EZLN se encuentra directamente conectado al correo electrónico o a Internet. Obviamente, esto no es así. Existen, sí, docenas de páginas web donde se puede obtener información del conflicto, pero, por lo regular, la fuente primaria de información es el periódico La Jornada o algunas ONG como Enlace Civil. La fluidez de la información y la participación en protestas informáticas en la red han generado, según la autora, la ilusión de una gran organización ciudadana que, en realidad, apenas comienza a formarse.
La cultura política estadunidense tiene como uno de sus ingredientes básicos el de una larga tradición de presión de organizaciones civiles y de ciudadanos sobre sus legisladores. Los votantes hacen saber a sus representantes de manera directa sus demandas y solicitan de éstos una respuesta en el plano de las políticas públicas. La presión de las organizaciones de base estadunidenses preocupadas por la guerra en Chiapas ha crecido de manera relevante a raíz de la matanza de Acteal y de la expulsión de ciudadanos de ese país, al punto de que el conflicto ha comenzado a ser, ya, parte de la agenda política de aquel país.
Como se muestra en la investigación ``En la senda de los zapatistas...'', detrás del creciente interés de la administración Clinton y del Congreso de Estados Unidos están presentes no sólo las preocupaciones por la estabilidad política de un país vecino sino, también, la presión de miles de ciudadanos estadunidenses -muchos de ellos de origen mexicano- por la guerra en Chiapas.