Masiosare, domingo 16 de agosto de 1998
Un gobernador, un líder obrero y militantes sueltos, aquí y allá, han declarado que sería el mejor candidato priísta a la Presidencia de la República.
En cinco meses, Manuel Bartlett Díaz dejará la gubernatura de Puebla y entonces estará en condiciones de apretar el paso de una campaña que ya comenzó:
-¿Está seguro de ser el candidato a la Presidencia? -se le preguntó a fines de julio, en Veracruz, donde estuvo para apoyar la campaña de su viejo colega Miguel Alemán.
-Yo estoy considerando que voy a ganar. Para eso voy: para ganar, no para perder.
El año de Bartlett ha sido intenso. El segundo domingo de enero -Francisco Labastida se estrenaba en la Secretaría de Gobernación- el poblano rindió su quinto Informe de Gobierno y luego concedió una entrevista a Ricardo Rocha. Ahí soltó: por las ``señales'' de las bases priístas se consideraba prencandidato a la Presidencia.
-¿Y si se dieran los apoyos, aceptaría la candidatura? -le preguntó Rocha.
-Bueno, pues creo que sí.
Lo que hace unos años hubiera sido un acto de traición, apenas mereció un tímido regaño de Mariano Palacios Alcocer, presidente nacional del PRI: ``No son tiempos de hablar ni pensar en candidatos a la Presidencia''.
Curiosamente, el ex secretario de Gobernación encontró expresiones favorables en personajes como Porfirio Muñoz Ledo y Vicente Fox, quienes lo elogiaron porque su postura ``sacude la esclerosis priísta''.
A finales de enero, Bartlett presentó una iniciativa de Ley sobre Federalismo Hacendario en el Congreso poblano. El PAN se le fue encima. La propuesta imponía nuevos criterios para la asignación de partidas presupuestales a los 217 municipios.
Diego Fernández de Cevallos y Felipe Calderón Hinojosa encabezaron el combate panista contra la que pronto todo mundo conoció como ``Ley Bartlett''. Tres meses después, la Suprema Corte de Justicia de la Nación le dio la razón al gobernador.
Bartlett aprovechó el viaje para declarar que a los panistas ``les da mucho miedo que yo pudiera ser el candidato del PRI''. Y se siguió con un mensaje para su partido: la candidatura presidencial se debe definir en un proceso interno ``que represente el auténtico sentimiento de las bases''.
Cuando en marzo, durante la celebración del 69 aniversario del PRI, Palacios Alcocer se declaró en favor de que no hubiera ``ni candados ni tapados'', muchos priístas recordaron que Bartlett ha sido el más ferviente defensor de los acuerdos de la 17 asamblea, donde se establecieron los ``candados'' que impiden a la mayoría de los integrantes del gabinete aspirar a la candidatura presidencial, por no haber tenido cargos de elección popular.
Poco antes de Semana Santa, Bartlett dio una nueva lección de cómo se construye una candidatura. Un desayuno en La Hacienda de Los Morales, convocado por ex diputados federales, fue el escenario para que Bartlett denunciara que el PRI era víctima de trampas y traiciones ``organizadas desde arriba'' y llamara a sus correligionarios a crear ``una gran fuerza para que el PRI sea quien decida'' la candidatura presidencial.
En cascada se sucedieron las críticas de ex legisladores contra el presidente Zedillo y las demandas de salida de Palacios Alcocer. Algunos llegaron a considerar que Bartlett es ``el único salvador del priísmo'' en el 2000.
Algunas de esas expresiones fueron secundadas por los ex presidentes Miguel de la Madrid y José López Portillo, quienes alertaron a los priístas por los avances opositores.
Poco después, el comité nacional del PRI anunció que la selección de sus candidatos a las gubernaturas sería en juego abierto. El cambio, que incluía la selección en Puebla, ni siquiera inmutó a Bartlett.
Al final, el gobernador presumió la limpieza del proceso interno, acrecentó su capital político -no hubo indisciplinas ni jaloneos- y ahora hasta presume que el ganador, Melquiades Morales Flores, era su preferido.
Puebla quedó como ejemplo de democracia priísta y Bartlett pudo seguir su activismo. En Quintana Roo, junto a su amigo Mario Villanueva Madrid, publicó el acta de nacimiento del sindicato de gobernadores largamente denunciado por la oposición.
``Es una realidad, cuenta con una membresía tan secreta como la de la CTM'', dijo, irónico.
En el último trimestre, Bartlett se ha desatado. Por iniciativa suya -pero en acuerdo con la directiva del PRI- se dejó ver en Baja California, Aguascalientes y Veracruz, para apoyar las campañas electorales.
Esta actividad se ha interpretado como una tarea de ``captación'' de la segunda generación del ``sindicato'', pues este año dejan las gubernaturas nueve de sus integrantes, él incluido.
Uno de los más destacados será Miguel Alemán, con el que Bartlett está unido por un viejo lazo laboral, pues juntos se iniciaron en la política, al amparo de Carlos A. Madrazo.
Bartlett estuvo -el 21 de julio- en tierras veracruzanas para apoyar a Alemán. Allí los reporteros lo picaron:
-¿No es usted un peón del sistema?
-Eso quisiera Fox. Cuando tomo la decisión, la tomo en serio. Nunca he sido testaferro de nadie, tengo una carrera personal, he tomado una decisión política y la llevaré hasta sus últimas consecuencias.
¿Hasta dónde? En febrero próximo, Bartlett cumplirá 63 años. Su nueva edad lo tomará en plena batalla por la candidatura presidencial con otros miembros del ala dura priísta -Alemán y Roberto Madrazo, porque él ya descartó a Labastida- y quizá con algunos de los candidatos tecnócratas.
Y seguirá, sin duda, siendo el rudo de este año.
-¿No tiene usted miedo de que el dedo del Presidente lo deje fuera? -le volvieron a picar en Veracruz.
-Yo no tengo miedo de nada. (Alberto Aguirre M.)