Masiosare, domingo 16 de agosto de 1998

VERANO CALIENTE EN EL ESTADO DE MEXICO


El Gigante tiene prisa


Alberto Aguirre M.


En la entidad donde se concentra la quinta parte del padrón electoral del país -un gigante de los votos- los tiempos políticos están adelantados. En el PRI, la señera presencia de ilustres apellidos -Hank, Del Mazo, Chuayffet-, marca el paso de la unidad contra el ``fuereño'' Carlos Rojas. En el PRD la ``caballada'' es numerosa y se prenden focos rojos para evitar la reedición del capítulo veracruzano. Y en el PAN dominan los golpes bajos y la sorpresa: necesitados de una figura ``de peso'', los panistas locales barajan el nombre de Diego Fernández de Cevallos, no porque venda periódicos, sino porque, creen, les daría los votos necesarios para la prueba del 99. Y les abriría camino al 2000.

Toluca, Méx. Verano caliente en el estado de México. Aunque faltan 11 meses para las elecciones mexiquenses, los partidos están desatados y sus principales cuadros instalados en el futurismo político.

Pruebas no faltan:

En el PRD, con el aval de la directiva estatal, nueve precandidatos recorren los 122 municipios en busca de apoyos.

Tres priístas ``destapados'', y seis más ocultos, están moviendo sus piezas.

En el PAN, a punta de golpes bajos, cuatro pretendientes esperan que sus dirigentes los llamen a competir.

La elección del estado de México será uno de los laboratorios donde los partidos midan su fuerza hacia la elección presidencial.

En la tierra del Grupo Atlacomulco, la oposición ha demostrado fuerza suficiente para disputarle el triunfo electoral al PRI. Siempre ha prevalecido la unidad entre la clase política local, ahora más cohesionada ante la amenaza de un ``centralazo''.

Carlos Hank sigue llevando la voz cantante. Pero dentro del bloque toluco hay fisuras, producto de añejas rivalidades entre los personajes relevantes.

Aquí, los partidos tradicionalmente nominan a sus candidatos en enero, pero las giras proselitistas han sobrecalentado el ambiente a tal grado que en diciembre ya podrían estar los aspirantes del PRI y del PRD.

Llama la atención que en el seno de esas fuerzas políticas, los interesados se pronuncien por una ``involución'' de los métodos de selección, a fin de regresar a las candidaturas ``de unidad''.

La del estado de México es una de las gubernaturas que se resolverán el año próximo. Antes de aquí, los partidos tendrán candidatos en Baja California Sur, Guerrero, Coahuila e Hidalgo.

Para entonces, la entidad tendrá más de 7 millones de votantes -la quinta parte del listado nacional- y será la primera ``ancla'' de los partidos, de cara al 2000.

Hasta ahora, los partidos se han pronunciado por candidatos ``nativos'', pero los pleitos internos po- drían derivar en la aparición de ``emergentes''.

Ya suenan nombres: Alejandro Encinas Rodríguez, por el PRD. Carlos Rojas Gutiérrez, por el PRI. Y, a riesgo de desmentidos, Diego Fernández de Cevallos, por el PAN.

PRD, todos contra uno

En tumulto, desordenadamente, en el PRD han aparecido diez aspirantes a la candidatura. Su prisa ha influido de manera central en el aceleramiento de los tiempos políticos en la entidad.

En la lista están: el senador y ex dirigente estatal Higinio Martínez; y otros ``internos'': los ex legisladores Octavio Moreno Toscano y Jaime Enríquez Félix, ex candidato en Zacatecas y ex funcionario del gobierno de Cuauhtémoc Cárdenas; los alcaldes de Texcoco, Jorge de la Vega, y de Nezahualcóyotl, Valentín González, el diputado Felipe Rodríguez, líder de la UPREZ.

Los ex priístas forman otra lista: Mauricio Valdés, Gustavo Baz Díaz-Lombardo y Cuauhtémoc Sánchez Barrales.

Los movimientos de los precandidatos fueron avalados por la directiva local perredista, que incluso convocó a los ocho a una ``pasarela'', a fin de que expusieran sus propuestas.

José Luis Jaimes, presidente del PRD, les informó que el Consejo Estatal sesionaría en la segunda quincena de septiembre para liberar la convocatoria. Se abriría entonces un periodo de tres meses para que los contendientes hicieran proselitismo y la elección interna ocurriría en diciembre.

De los aspirantes del PRD, Valdés Rodríguez es el más reconocido y adelantado en sus tareas proselitistas. Hace cuatro meses renunció al PRI, cansado de esperar la suya más de 20 años.

Antes de ingresar al PRD pasó fugazmente por el Consejo Cívico del Estado de México, encabezado por el panista Rubén Mendoza.

Al iniciar mayo solicitó su registro y anunció el andamiaje de 5 mil ``comités de campaña'', en los que mayoritariamente participan ex regidores y ex diputados priístas, así como ex funcionarios desempleados.

La respuesta del senador Higinio Martínez tardó un mes, pero fue contundente: el 7 de junio anunció la formación de un movimiento de simpatizantes y logró reunir 18 mil personas.

Higinio ha recorrido la entidad para reunirse con dirigentes y la estructura de base. En dos meses ha visitado 80 de los 122 municipios.

El senador ve en el ex prísta un rival de mucho riesgo para la unidad interna y sostiene que la apuesta perredista debe ser por un proyecto auténtico y no coyuntural.

Por eso no acepta que la candidatura recaiga en un ex priísta, como sucedió en Campeche, Zacatecas o Durango.

Atribuye a la militancia los éxitos electorales de 1996 y 1997 -él era el presidente del partido en la entidad- y dice que sin ex priístas ``hemos sabido colocar al PRD en un nivel óptimo de competitividad, lo que nos hace pensar que podemos ganar solos''.

Valdés Rodríguez sostiene que ha encontrado una creciente identidad con su proyecto dentro de las filas perredistas, y ataja: ``No tengo obsesión por ser candidato. Conozco bien mis limitaciones y sé que dentro del PRD deben darse alianzas. Si logro generarlas, mis posibilidades se verán fortalecidas. Por ahora sólo me asumo como una posible solución para el partido, nunca como un conflicto potencial''.

Al perredismo mexiquense le recomienda: ``Hay que apostarle al partido, no a un caudillo. Y reconocer que para tener una posibilidad real de ganar debemos conservar la unidad''.

Después de Mauricio e Higinio, está Gustavo Baz Díaz-Lombardo, hijo del ex gobernador del mismo nombre y quien hace poco estableció su primer comité pro-voto en Tlalnepantla.

Baz -quien pasó tres sexenios al frente de los Servicios Coordinados de Salud Pública locales- trabaja en el gobierno del Distrito Federal. Su padre fue amigo del general Lázaro Cárdenas y él presume su añeja amistad con Cuauhtémoc Cárdenas.

En la entidad nadie le reconoce méritos propios y le critican su inexperiencia política.

Con todo, ha llamado la atención por sus elevados gastos en labores proselitistas y por haber convocado a una reunión de más de 2 mil personas en su rancho de Ixtlahuaca.

* * *

La dirigencia nacional no ha emitido una opinión sobre esta elección. Pero la diputada Laura Itzel Castillo, secretaria de Comunicación del CEN, reconoce que el asunto debe atajarse a tiempo para evitar que se repita el caso Morales Lechuga.

No debe olvidarse que en los diez estados donde el PRD lanzó candidatos a la gubernatura en este año, sólo en Veracruz y Oaxaca los aspirantes fueron internos.

En el estado de México el dilema de una candidatura externa se resolvió desde que Valdés Rodríguez decidió afiliarse al PRD. Sólo existen dudas respecto a la militancia de Baz Díaz-Lombardo, quien no ha acreditado su afiliación.

Más allá del curso actual de sus precampañas, Valdés y Martínez han emprendido ofensivas políticas para acercarse a la dirigencia nacional.

Al estilo de Ignacio Morales Lechuga, el ex priísta se ha entrevistado con Jesús Ortega, Amalia García, Porfirio Muñoz Ledo y Andrés Manuel López Obrador.

Higinio reconoce que Mauricio le lleva ventaja en la tarea de contactar a los dirigentes nacionales y acepta que las opiniones de Cárdenas, Muñoz Ledo y López Obrador decidirán el curso de los acontecimientos. ``Voy a escucharlos. Después tomaré mi decisión'', dice.

Si la directiva perredista optara por una consulta a las bases, podrían participar los 400 mil afiliados y hasta 80 mil simpatizantes.

Pero hay reservas sobre el método. Las otras opciones son: una Convención de Delegados o que el Consejo Estatal defina al candidato.

El escenario de una candidatura de consenso parece lejano debido al activismo de los precandidatos. El senador asegura que se haría a un lado si hubiera un ``pronunciamiento superior''. Pero que, en tanto, seguirá adelante.

Una colisión podría hacer mucho daño al PRD, dice Cuauhtémoc Sánchez Barrales, el último de los ocho precandidatos.

Ex alcalde de Tlalnepantla, ex procurador, ex dirigente estatal del PRI y ex diputado federal, Sánchez Barrales dejó atrás 37 años de militancia priísta después de un sórdido enfrentamiento con Emilio Chuayffet.

A su juicio, Martínez y Valdés han privilegiado sus intereses personales y perdieron de vista que sin la gubernatura del estado de México, las posibilidades de que el PRD gane la elección del año 2000 serán mínimas.

Sánchez Barrales avisora que ambos terminarán anulándose y que se le abrirá la escena a un tercero en discordia: el actual secretario de Ecología en el DF, Alejandro Encinas.

Igual piensa Laura Itzel Castillo, quien refiere que el ex militante comunista no ha olvidado sus afanes de ser candidato, a pesar de que cuando compitió contra Chuayffet, en 1993, no pudo darle al PRD más de 10% de la votación.

Aunque las bases mexiquenses lo recuerdan con resentimiento, porque no estuvieron de acuerdo con su campaña y porque ``soltó la toalla muy pronto''. Dicen que dejó muchos enemigos, pero sin duda es el perredista mexiquense de mayor proyección nacional.

Lira Mora, ``el niño de la calle''

Hace tres meses, nadie tomó en serio las invitaciones que, a nombre de la senadora Laura Pavón Jaramillo, se hacían para asistir a ``encuentros políticos'' donde se hablaría de la sucesión.

Ahora que Humberto Lira Mora, ex secretario de Gobierno en la administración de Ignacio Pichardo Pagaza, ha emprendido un recorrido para alentar a los priístas a ``luchar por la candidatura'', las opiniones han cambiado.

Desde la segunda semana de julio ha estado en Tlalnepantla, Texcoco, Ecatepec, Zumpango, Nezahualcóyotl, Naucalpan, Chalco, Izcalli y Metepec, en reuniones con ex alcaldes, ex diputados federales y locales, así como dirigentes partidistas.

A ellos les ha planteado la necesidad de ``adelantar los tiempos'' para que el PRI tenga candidato antes de concluir el año.

Lira Mora es un ``toluco`` por adopción, que tiene el ``mérito'' extra de haber nacido en Texcoco y logros políticos que debe agradecer a su jefe de siempre, Pichardo Pagaza.

En la entidad se le recuerda por su dureza y su trato áspero. Como secretario de Gobierno mantuvo conflictos con alcaldes -se recuerdan los encarcelamientos de los munícipes Agustín Leñero Bores, de Naucalpan, y Felipe Estrada, de San Felipe del Progreso- y la represión contra militantes perredistas en Tejupilco, en 1991.

Ahora, Lira Mora ha cambiado de humor y de actitudesÉ y despertado las bromas de la clase política, que ya le apoda ``el niño de la calle'', porque cuando ve a algún líder priísta inmediatamente le pregunta: ``¿Cuándo comemos?''

Su madruguete -justifican políticos locales- no es una expresión de indisciplina, sino completamente lo contrario.

Contra el candidato Pronasol

En junio, de una reunión en la que participaron los ex gobernadores Salvador Sánchez Colín, Carlos Hank, Jorge Jiménez Cantú, Alfredo del Mazo, Alfredo Baranda, Mario Ramón Beteta y Emilio Chuayffet, además del actual mandatario César Camacho, resultó el acuerdo de que el candidato fuera local y que no se permitiera la llegada de Carlos Rojas Gutiérrez, recién designado secretario general del PRI.

Un mes antes, los tolucos mostraron su cohesión. El 10 de mayo hicieron de la final del campeonato de futbol el escenario para la reaparición de Emilio Chuayffet, pero causaron disgusto en Los Pinos y en Bucareli.

En esta ciudad, la clase política asumió la unción de Rojas como una respuesta indubitable del enojo en el aparato gubernamental.

Los Rojas -Carlos y Francisco- cumplen con los requisitos de oriundez y residencia. Son nativos de San Pedro Tepexuxo y radican en Huixquilucan. Pero... Carlos no es elegible porque nunca ha tenido un cargo de elección popular.

(El cálculo local: su nominación dependería del resultado de la 18 Asamblea Nacional del PRI, a celebrarse en el primer trimestre de 1999).

Los subgrupos de Atlacomulco

Por lo pronto, y aunque los priístas ``locales'' se han unido contra el ``fuereño'', el ``tolucazgo'' presenta fisuras. En el nacionalmente conocido Grupo Atlacomulco se están moviendo los subgrupos formados a lo largo del tiempo al amparo de los gobernadores en turno.

Destacan dos: el Grupo Toluca, lidereado por Pichardo Pagaza, que agrupa a la mayoría de los priístas de viejo cuño; y el grupo de Chuayffet, de políticos jóvenes que siguen al ex secretario de Gobernación y al que se suman algunos cuadros sinaloenses, llegados a la entidad en la época de Alfredo del Mazo.

Con Chuayffet estaba el actual gobernador, pero en los últimos meses sus diferencias se han acentuado -debido al protagonismo del joven sustituto- y Camacho jugará la suya en la disputa de la candidatura.

Ha trascendido el ``veto'' de Emilio Chuayffet sobre Lira Mora -los separa una añeja rivalidad, alimentada por su pugna con Pichardo Pagaza.

Una señal. Apenas hace dos semanas, Lira Mora se reunió con los ex gobernadores y no estuvo Chuayffet, aunque no faltaron Hank ni Camacho Quiroz.

En una reciente reunión de gabinete, Camacho pidió a sus colaboradores intensificar esfuerzos para sacar adelante el programa de gobierno y les dijo: Nos tocó un sexenio de cuatro años, pero con suerte lo podemos hacer extensivo al siguiente periodo.

Se estima difícil un repliegue de Chuayffet y Camacho hacia Lira Mora, pero en la historia priísta local no hay antecedentes de rebeliones.

El gobernador está por la nominación de su secretario de Gobierno, Jaime Vázquez Castillo, quien anda en abierto proselitismo de fines de semana.

Lira Mora y Vázquez Castillo no son los únicos priístas en movimiento.

El senador Héctor Ximénez González -ex secretario de Gobierno con Chuayffet, ex procurador, ex alcalde de Chalco- también ha tenido reuniones con sectores partidistas. Pero aún no organiza un acto en favor de su precandidatura.

En las últimas semanas también han sido notorios los movimientos de Carlos Rojas, quien ha tenido citas con diputados federales y ha convocado a actos políticos, a través del recientemente creado Consejo Político Empresarial.

Han llamado la atención, por lo demás, las cartas que el secretario general del PRI hace llegar a los principales medios de comunicación de Toluca, para presumir los éxitos electorales de su partido.

Las intentonas de Rojas han encontrado un valladar. Casi todos los dirigentes del PRI estatal han hecho declaraciones para descalificarlo. En todos los casos, el argumento es el mismo: no tiene méritos.

La lista de aspirantes locales la completan: Eduardo Bernal, ex alcalde de Tecámac y actual vicecoordinador de la fracción priísta en la Cámara de Diputados; Jorge Torres Rodríguez, actual alcalde de Ecatepec (único municipio del Valle de México gobernado por el PRI), y el actual dirigente estatal priísta, Arturo Montiel Rojas.

Además de Rojas, en el grupo de los ``fuereños'' están Oscar Espinosa Villarreal y Gerardo Ruiz Esparza, colaborador de Alfredo del Mazo, y Genaro Borrego.

El único que no se ha movido es Humberto Benítez Treviño, ex procurador general de la República y el político mexiquense más cercano a Hank. A Benítez se le ha considerado prospecto en las reuniones de ex gobernadores.

El abanderado del profesor

¿Por qué Lira Mora es el ``elegido'' de Hank? Esta es la pregunta que no dejan de hacerse los políticos mexiquenses.

Aquí se sabía que sus contactos con Hank eran lejanos y prevalece la idea de su antagonismo con Chuayffet.

Pero ahora, políticos cercanos a Lira Mora explican que recientemente construyó una relación propia con Hank por razones mercantiles, desde su puesto de director corporativo de Pemex (1994-1997), al ser él quien directamente autorizaba la venta de combustibles al profesor.

De ahí resultaron hasta compadres. Hace dos meses, Hank fue testigo en la boda de la hija de Lira Mora, que se casó en su rancho de Almoloya de Alquisiras.

Mientras se decide la candidatura, el PRI estatal no se ha dormido en sus laureles. Bajo la supervisión del gobernador Camacho, la dirigencia estatal ya elaboró un ``programa estratégico'' que destaca por el análisis -sección por sección- de la geografía política local y por la detección precisa de sectores simpatizantes, así como de las demandas populares.

Ese diagnóstico señala que la receta para que el PRI se recupere aquí es fortalecer la estructura territorial. De tal modo que ahora los ``comisionados seccionales'' perciben un sueldo de 5 mil pesos mensuales.

Dentro del PRI mexiquense, además de debatirse sobre el candidato, hay polémica acerca de los tiempos y el método de selección.

En la última sesión del Consejo Político Estatal estuvo el ex gobernador de Nayarit Celso Humberto Delgado, secretario técnico del Consejo Político Nacional, quien les dijo que debían abrirse a la democracia interna.

Pero convocar a elecciones ``a padrón abierto'' sería un suicidio para el PRI mexiquense, considera el diputado Eduardo Bernal: ``Lo mejor es que se abran los espacios de interlocución y que la candidatura sea de unidad. Al fin que aquí sí sabemos lo que es la disciplina''.

Distinto opina Tomás López González, coordinador estatal de Democracia 2000 y quien está en favor de acortar tiempos, pero si hay consulta a las bases. ``Si no se abre, vamos a salir exhibidos''.

PAN, todos contra todos

¿Diego Fernández de Cevallos, candidato del PAN a la gubernatura del estado de México?

La idea, hasta hace unas semanas, hubiera sonado ridícula.

El único sustento que alimenta la versión es la actual residencia del jefe Diego en la zona residencial de Huixquilucan.

Pero quienes abren la posibilidad son directivos locales del PAN, que así dejan ver su desesperación por la falta de ``figuras de talla'' que ayuden al partido a enfrentar la contienda de 1999.

Los precandidatos hasta ahora aparecidos -todos locales- son figuras regionales, que con poco respeto a las tradiciones panistas se han dedicado a lanzarse ataques unos a otros.

En las filas del panismo mexiquense la ortodoxia ha sido ignorada. Desde hace tres meses, el alcalde de Atizapán, Carlos Madrazo, y el ex dirigente estatal, Noé Aguilar Tinajero, expresaron públicamente su intención de ser nominados.

A ellos se suman los alcaldes de Naucalpan, José Luis Durán Reveles, y de Tlalnepantla, Ruth Olvera Nieto, quienes no se autodescartan.

Los más activos son los alcaldes, quienes han acudido a foros partidistas para hablar de sus logros administrativos. En esa tarea llevan ya ocho semanas.

Una encuesta de la Fundación Rafael Preciado Hernández ratificó a los tres alcaldes como precandidatos.

En ella no aparecen otros dos interesados: el ex diputado Noé Aguilar Tinajero -ex dirigente estatal y cabeza del panismo ``toluco''- y el senador Luis Felipe Bravo, quien hace tres años fue candidato.

El mayor revuelo lo provocan Ruth Olvera y José Luis Durán. En la encuesta de junio pasado, la alcaldesa de Tlalnepantla aparece a la cabeza. Sus colaboradores y el diputado federal Eduardo Mendoza Ayala han dicho que es la única personalidad panista que podría competir por la gubernatura.

Mendoza Ayala también ha criticado al edil naucalpense ``porque despacha desde el Angus (un lujoso restaurante de la zona)'', y porque detrás de su carrera política hay una ``malsana cercanía'' con gobiernos priístas.

Consultados al respecto, ambos ediles se muestran reservados. Coinciden en que no están buscando la candidatura, pero discrepan al imaginarse en el futuro:

``Yo no quiero, pero si la militancia se pronuncia, me atendré a las decisiones de mi partido'', dice Olvera.

``Será una decisión absolutamente personal, que tomaré en función del entorno político'', dice el naucalpense.

Al preguntárseles sobre las características del candidato, también difieren:

``El perfil es éste'', bromea Durán, señalando su cara, y luego ataja: ``Los precandidatos sectarios, que piensan que sólo su decisión o su propuesta tienen todas las soluciones, están midiendo mal el escenario''.

Ruth habla del apoyo ciudadano -``porque con el solo voto de los panistas no va a ganar la elección''-, de la necesidad de un gran carisma y de que no haga apuestas fundamentalistas, ``porque el partido no está compuesto por ángeles, arcángeles o serafines''.

Y augura un periodo de ``duros cazuelazos'', cuando inicien formalmente las precampañas.

En este punto, el diputado Francisco Gárate Chapa, dirigente estatal del PAN, precisa: ``Necesitamos un candidato capaz de generar un ánimo de que sí se puede entre la ciudadanía, comprometido con las propuestas del partido, capaz de conformar un buen equipo de trabajo y que se haya distinguido por su trabajo partidista''.

Olvera y Durán provienen de familias de priístas, aunque de distintos niveles socioeconómicos.

Ruth dice contar con dos encuestas que la favorecen. En una, 82% de los actuales consejeros del PAN estarían en favor de su nominación, y en la otra, la militancia panista le marca tres condiciones para aceptarla: casarse antes de la postulación, integrar un equipo con ``panistas puros'' y adoptar las tesis ideológicas del partido.

Ella -que se define como católica, marxista y sin pelos en la lengua- dice que ni por la candidatura cambiaría su forma de ser.

Ante los golpes bajos, la dirigencia estatal ya tomó cartas en el asunto y amonestó verbalmente a Mendoza Ayala por los ataques a Durán.

Gárate Chapa censura a los alcaldes por su proselitismo. ``Se están placeando, hablando de los éxitos de sus gestiones, aunque no lo reconozcan''.

Y dice que la directiva estatal no intervendrá, si las confrontaciones son salvadas.

Pero advierte: ``Ya es necesario establecer reglas mínimas y sistematizar la participación. Por lo pronto, el CDE vigilará que no haya ataques personales. Sabemos que la vida interna no está exenta de problemas, pero aquí somos menos facciosos que en otros partidos, porque prevalece una camaradería castrense que los antiguos nos enseñaron''.


Los punteros

Mauricio Valdés Rodríguez (56 años). Licenciado en Ciencia Política por la UNAM, con maestría en la Universidad de Londres. Dentro del PRI fue presidente municipal de Texcoco, líder estatal, dos veces diputado, embajador en Dinamarca y senador. Fue uno de los salinistas mexiquenses y es sobrino de Leonardo Rodríguez Alcaine, líder nacional de la CTM.

Higinio Martínez Miranda (45 años). Fue militante del PMT y del PMS, vinculado con Heberto Castillo. Fundador del PRD en la entidad. Antes de ser senador, fue diputado local. De ese tiempo data lo que se considera su ``cercanía'' con Emilio Chuayffet. Es miembro de la Cocopa y presidente de la Comisión de Salud.

Humberto Lira Mora (55 años). Se inició en la política como periodista, bajo la protección del ex gobernador Gustavo Baz. Trabajó con Porfirio Muñoz Ledo. Ha sido diputado federal, procurador, embajador en República Dominicana y secretario de Gobierno local. Durante la campaña de Ernesto Zedillo fue secretario de Acción Electoral del CEN del PRI. Fue director corporativo de Pemex. Es delegado del CEN priísta en la quinta circunscripción.

Carlos Rojas Gutiérrez (44 años). No ha tenido cargos de elección popular. Inició su carrera en el Instituto Nacional Indigenista y en la Secretaría de Programación y Presupuesto, donde fue director del Programa para Zonas Marginadas. Fue operador del Pronasol y entre 1993 y 1998 secretario de Desarrollo Social. En el PRI ha sido secretario de Promoción y Gestoría. Actualmente es secretario general.

Jaime Vázquez Castillo. Es secretario general de Gobierno. Ha sido diputado local y diputado federal. Su carrera la hizo al amparo de Emilio Chuayffet.

José Luis Durán Reveles (46 años). Ha sido diputado local y federal y presidente estatal del partido, además de haber colaborado en las campañas de Diego Fernández de Cevallos y de Felipe Calderón.

Ruth Olvera Nieto (34 años). Tiene 14 años de militancia en el PAN. Es socióloga por la Ibero y antes de ser alcaldesa fue diputada federal.

Pende de un hilo

En las filas opositoras existe la férrea creencia de que el estado de México se convertirá en la octava entidad de la República arrancada de las manos del PRI.

Y es que, como en ningún otro estado, los antecedentes electorales colocan a la oposición con expectativas reales de derrotar al tricolor.

Actualmente, la fuerza opositora mejor posicionada es el PRD, que en la elección de julio de 1997 prácticamente empató con el PRI -ambos obtuvieron 34%-; mientras el PAN obtuvo 20% de los votos.

Un año antes, en noviembre de 1996, hubo elecciones para renovar las 122 alcaldías y las 45 diputaciones locales. El PRI perdió en 49 municipios y apenas obtuvo 37.22% de los votos. La derrota fue mayúscula.

El PAN se impuso en 23 municipios -entre ellos Naucalpan, Tlalnepantla, Atizapán, Coacalco, Cuautitlán e Izcalli- y el PRD en 26 -Texcoco, Nezahualcóyotl, La Paz, Chalco, Chimalhuacán, Zumpango, Teoloyucan-, con lo que la mitad de la población tiene actualmente gobierno de la oposición.

En las pasadas elecciones federales el que se derrumbó fue el PAN. Perdió diez puntos porcentuales y apenas consiguió cinco de las 34 diputaciones que le corresponden a los mexiquenses.

El PRI se quedó con 15, por 14 del PRD. Aunque meses después la relación se invertiría, al pasarse a las filas del sol azteca el diputado por Atlacomulco, Sergio Valdés Arias.

El IFE ha estimado que para julio de 1999, en el padrón de electores estarán inscritos 7 millones 200 mil mexiquenses. En la última elección local la participación ciudadana fue de 44.61%.

Se estima que la población estatal actualmente sobrepasa los 12 millones de habitantes -70% radica en los municipios conurbados al Distrito Federal- y que el comportamiento electoral de los mexiquenses marca inexorablemente el curso de los acontecimientos en la elección presidencial.

Así, en el estado de México se verían las primeras señales claras rumbo al 2000.

El mito mexiquense

``La unidad de la clase política del estado de México es un mito'', dijo alguna vez Gustavo Carvajal, siendo presidente del PRI. Una visión contrastante con la idea general que se tiene del Grupo Atlacomulco, famoso por su solidez, su férrea disciplina y sus destacadas luminarias.

Existen elementos para creerle a Carvajal:

A la llegada de Isidro Fabela a la gubernatura (1946) se conformó el Grupo Atlacomulco. Los siguientes gobernadores -Salvador Sánchez Colín, Juan Fernández Albarrán y Gustavo Baz Prada- fueron ungidos a la usanza de la época: de unidad, sin competencia interna.

Los lujos de la época eran notorios. Como candidato del PRI, Fernández Albarrán (1956-1962) sólo hizo campaña los miércoles y los domingos.

Pero los modos empezaron a variar. Para suceder a Gustavo Baz, en 1968, dos fueron los aspirantes: el profesor Carlos Hank González y Enedino R. Macedo, poderoso líder campesino de entonces. La mayoría de los priístas estaban en favor de Macedo, pero Alfonso Martínez Domínguez operó la sucesión en favor del maestro de Santiago Tianguistenco.

Macedo amenazó con lanzarse como candidato independiente, pero su intentona no prosperó. Unos meses más tarde, murió asesinado.

Cuando Hank dejaba la gubernatura, en 1975, los precandidatos fueron el senador Fernando Ordorica y el doctor Jorge Jiménez Cantú, quien había sido médico personal del presidente Echeverría y, a la sazón, secretario de Salud. El, por supuesto, fue el candidato.

Seis años después, Jiménez Cantú impulsaba a su director de Hacienda, Román Ferrat Solá, mientras que Hank promovía a Juan Monroy Pérez, entonces secretario general de Gobierno.

Para resolver el dilema, el primer mandatario consultó con Carvajal Moreno, entonces presidente del PRI, quien derribó el mito de la unidad: Hank y Jiménez Cantú tenían candidatos distintos.

López Portillo oyó los consejos de su hijo José Ramón y del mexiquense más poderoso de la época, Fidel Velázquez. Surgió entonces Alfredo del Mazo González, una cuña de la casa para los de Atlacomulco.

Del Mazo no terminó su periodo. En 1986 dejó la gubernatura para integrarse al gabinete presidencial. En su lugar se quedó Alfredo Baranda.

La siguiente sucesión fue más descompuesta. Hank quiso imponer a Ignacio Pichardo Pagaza, pero Miguel de la Madrid prefirió al entonces director de Pemex, Mario Ramón Beteta.

A Beteta se le atravesó la elección de 1988, que el PRI perdió de todas, todas. Antes de un año, Carlos Salinas le cobró la factura. Sólo así pudo Ignacio Pichardo Pagaza cumplir el anhelo de toda su vida. Gracias a Hank, fue gobernador casi cuatro años.

En 1992, la baraja tenía nuevas luminarias. Los ``locales'' eran Humberto Lira Mora, secretario de Gobierno -candidato de Hank-; el senador Mauricio Valdés, líder del PRI estatal, y Emilio Chuayffet Chemor, director del IFE. Los ``fuereños'': los hermanos Francisco y Carlos Rojas, y Oscar Espinosa Villarreal, entonces director de Nafinsa.

Nuevamente, el Grupo Atlacomulco debió disciplinarse. Chuayffet fue candidato, dicen muchos que más por su relación con José Córdoba Montoya que por su pertenencia a la clase política local.

Esta vez, los tolucos han prometido no aceptar ninguna injerencia de la federación. Y en el tumulto de aspirantes, su carta es Humberto Lira Mora. Con el apoyo de PichardoÉ y la bendición de Hank. (Alberto Aguirre M.)