Es inevitable la vinculación entre el poder económico y el poder político, pero existen diversas formas. En el Estado corrupto esta relación se torna mafiosa. Carlos Salinas trató de crear un aparato económico directamente al servicio de su política y de su predominio transexenal.
Cabal Peniche y El Divino Rodríguez son dos mafiosos, probablemente entre otros muchos, que jamás pudieron actuar sin una conexión directa con el poder. Es evidente que el tráfico de influencias fue una característica de los programas de privatización. Al parecer, el cobrador de los favores era el hermano mayor del entonces jefe del poder Ejecutivo, quien acumuló grandes cantidades de dinero dentro y fuera del país.
El reparto de concesiones fue siempre una característica del Estado mexicano, pero quizá nunca antes de Salinas se había llegado a los niveles que generaron tantos banqueros delincuentes y tanto cobro directo, ya sea para el gasto del PRI o para la creación de una base económica que sostuviera el soñado salinato.
Por lo visto, el dinero de Roberto Madrazo --72 millones de dólares-- no solamente provino de las arcas públicas sino también de donaciones de personas beneficiadas ilegalmente por Salinas. Esa cantidad no sólo se utilizó en la campaña del ahora gobernador de Tabasco sino también en los actos públicos del actual Presidente de la República cuando éste era candidato priísta, como lo demuestran las fechas de las erogaciones de la millonaria cuenta bancaria del PRI en el estado de Tabasco.
Los dineros recibidos por el PRI, provenientes de Aeroméxico, encierran también el método del cobro de favores políticos en una enredada red que debería ser puesta al descubierto.
En la barriga del Fobaproa se encuentran operaciones de mala práctica bancaria, pero también existen aquéllas claramente ilegales que deberían ameritar investigaciones especiales de carácter penal.
Frente a lo anterior, las autoridades encargadas de perseguir los delitos guardan completo silencio, a tal punto que las averiguaciones sobre la gran fortuna administrada por Raúl Salinas se llevan a cabo en Suiza pero no en México, de donde salió todo el dinero, mientras que la denuncia contra Madrazo sigue sin tener ninguna respuesta.
México requiere hoy de una fiscalía especializada en la persecución de la corrupción pública y de las relaciones ilegales entre políticos y empresarios. Mientras no se lleven a cabo investigaciones profundas de carácter general se seguirán descubriendo solamente algunos casos concretos sin conexión entre sí. Se necesita, por tanto, algo como la operación italiana de ``manos limpias''. La ausencia de un programa global contra la corrupción mantendrá en la impunidad las ligas entre el poder político y el poder económico, que son la explicación de muchas decisiones gubernamentales y de tantos apoyos que recibe el oficialismo de parte de quienes han entrado en los juegos sucios del tráfico de influencias y el soborno.