Las tortuosas relaciones entre Carlos Salinas y Ernesto Zedillo han entrado en una nueva fase ante una sucesión presidencial que se presenta bajo el signo de otra crisis financiera y económica, y en la que el grupo salinista está en un riesgo real de perder el poder.
1. La tentativa de Zedillo (y atrás de él de Joseph-Marie Córdoba y de Carlos Salinas) de convertir los pasivos del Fondo Bancario de Protección al Ahorro (Fobaproa) en deuda pública o, en otros términos, de hacerle pagar a todos los mexicanos la factura por los malos manejos y la corrupción de un grupo de políticos, banqueros y empresarios, ha suscitado un escándalo nacional de enormes dimensiones que amenaza no sólo al actual sistema de gobierno, sino al propio grupo salinista (que es lo que a ellos les interesa).
2. La decisión del PRD de hacer pública toda la información del Fobaproa no puso en riesgo a las instituciones públicas del país, como pretendieron varios funcionarios, sino al grupo que ha venido gobernando a México en los dos últimos sexenios, y es por eso que Zedillo y sus amigos no ocultan el miedo que tienen a que se conozca la verdad de cómo se manejó la banca privatizada, de cómo se han confundido los intereses del narco con los de las instituciones financieras del país y con los de los integrantes del grupo gobernante, y de cómo, en fin, este cúmulo de complicidades ha sustentado en los últimos años al PRI y a sus campañas multimillonarias.
3. Los mexicanos tienen, desde luego, el derecho y el deber de saber toda la verdad sobre el hecho de que las políticas públicas no tengan hoy más prioridad que la de beneficiar los intereses privados de una mafia de políticos y financieros vinculados al narcotráfico. Y eso es lo que a toda costa se trata de ocultar: por razones no de seguridad nacional, sino de seguridad privada de quienes gobiernan.
4. Las operaciones del Fobaproa deben hacerse públicas íntegramente, porque es un derecho de los mexicanos el estar informados sobre el manejo de las instituciones del país, y porque no hay precepto legal alguno que lo prohiba. Eso explica el pánico que no pueden ocultar algunos de los involucrados en estos malos manejos, como José Angel Gurría u Oscar Espinosa Villarreal.
5. El caso del Fobaproa pone de relieve, además, la ilegitimidad Zedillo, pues a las acusaciones de 1996 en el sentido de que su campaña se financió con dinero del narcotráfico se agregan las que ahora señalan que recibió dinero ilícito proveniente de empresas públicas.
6. La situación es grave en extremo, de ahí que una vez más, como un matrimonio en desavenencia, Zedillo y Salinas manifiesten de manera pública algunos de sus desacuerdos y busquen mutuamente moverse el tapete, para asumir el liderazgo de las decisiones oficiales, lo que contribuye a hacer más confuso el escenario.
7. Sin embargo, Ernesto Zedillo no logra engañar a nadie con la escenografía montada durante tres años, pretendiendo que está luchando contra Carlos Salinas, cuando los hechos muestran lo contrario. La detención del hermano del ex presidente, por ejemplo, seguirá siendo sólo una coartada para Salinas y Zedillo en tanto la PGR no integre con seriedad las acusaciones de homicidio, extorsión, peculado y narcotráfico, como lo ha hecho la procuradora suiza. A su vez, las campañas en los medios contra El Divino, Cabal Peniche o De Prevoisin, no constituirán más que actos de demagogia oficial si el gobierno se resiste a procesarlos en serio y a recuperar lo mal habido.
8. Los mensajes de Zedillo a la burocracia gobernante sobre la sucesión presidencial no podían haber sido más desafortunados en este escenario, ya que tras afirmar en marzo que ya no habría dedazos, un mes después buscó imponerle al PRI sus candidatos a gobernador, con la consecuencia de que en varios casos (Tamaulipas o Oaxaca) prevaleció el candidato de Salinas. Por eso, cuando ahora pretende repetir el numerito, no tiene credibilidad más que ante algunos despistados que, como el titular de Salud, se sienten candidateables por tener el respaldo de Nilda, siendo que todo mundo sabe que si se sigue tapando la cloaca de los dos sexenios, el candidato oficial será aquél que le imponga el salinismo al PRI, con el aval del Fondo Monetario Internacional (FMI). O, en otras palabras, el que termine por negociar Zedillo con Salinas.
9. El control del salinismo sobre buena parte del aparato de Estado continúa siendo determinante, de ahí que el gobierno de Washington persista en encubrir sus gravísimos ilícitos, y que la mayor parte de las fracciones priístas antes de buscar la Presidencia lo que hagan sea crear las condiciones para acomodarse en el próximo sexenio. Manuel Bartlett, quien como todos los dinosaurios del PRI ha sido leal y funcional al salinismo, sabe que no puede llegar a Los Pinos y, hasta ahora, no ha buscado más que negociar la impunidad de la vieja ``clase política'' y la protección de los intereses de todos.
10. El tándem Salinas-Zedillo sabe bien que no tiene más opción que permanecer unido en el año 2000 para conservar el poder, pero la sociedad que tiene conocimiento de que el Fobaproa no es un fondo ``de protección al ahorro'', sino de protección a una mafia, entiende que luchar contra éste es también luchar por su supervivencia.