Octavio Rodríguez Araujo
Presente de la economía

La economía continúa su ascenso en la atención pública mundial, y México no es una excepción. Por más que los publicistas del statu quo se han esforzado por privilegiar otras preocupaciones, las cuestiones económicas aparecen y reaparecen como parte del engranaje de la gran máquina que mueve al mundo. La economía, ahora y a diferencia de las intenciones ideológicas de los defensores de la unidimensionalidad del pasado reciente, vuelve al lugar que le dieron los marxistas clásicos: una parte, a veces determinante y otras determinada, del conjunto de disciplinas del pensamiento analítico que nos permite comprender el mundo en que vivimos, para cambiarlo.

Cuando se habla de mundialización, que existe en muchas áreas de la actividad humana, se descubre que en el centro de aquélla está la economía. Cuando se habla de efectos de la mundialización salen a flote los problemas de la desigualdad social que ha provocado la economía. Cuando se habla de corrupción entre los representantes del poder político y los usufructuarios de privilegios en el mundo privado y de negocios, el fondo del problema es el enriquecimiento de unos cuantos, y éste es económico. Cuando se habla de democracia y de elecciones se exige transparencia y respeto de la voluntad ciudadana pero también justicia social, empleo, recuperación de niveles de vida, salud, educación que son, a fin de cuentas, asuntos relacionados con la economía. Cuando se habla de aborto, el debate termina por ser opacado por temas económicos como Fobaproa, deuda pública y depreciación de nuestra moneda.

La diferencia más importante con los tiempos del determinismo económico, que ciertamente era simplista, es que ahora el pensamiento complejo y el análisis multidisciplinario se han impuesto, tanto entre los indios de Chiapas (recuérdense los puntos de la Primera Declaración de la Selva Lacandona) como en las empresas consultoras relacionadas con los movimientos de capital en la bolsa, que son dos mundos distintos, sociológicamente hablando.

Fobaproa, un tema de corrupción todavía en proceso de revelarse en su totalidad, es también político, porque afecta al poder, pero en el fondo es económico por sus consecuencias entre la población común. La inseguridad que se vive en el país, principalmente en los centros urbanos, es un tema de corrupción policiaca, pero más que todo económico: en la medida en que aumente la concentración de capital habrá más pobres y gente sin expectativas que intentan sobrevivir por cualquier medio, incluso ilícito. Las elecciones del 2000 estarán fuertemente influidas por la situación económica de los electores y del país en su conjunto, y si no hay fraudes electorales el partido triunfador será el que ofrezca mejores perspectivas para el pueblo victimado por un modelo económico que sólo se defiende en Los Pinos y entre los socios empresariales del poder que han sido privilegiados por éste.

Si bien la economía está presente en los grandes problemas del mundo actual, no es la disciplina económica la misma que antes, como tampoco lo son la sociología, la politología, la psicología o la antropología. Si algo le debemos a la estrepitosa caída del dogmatismo es que las ciencias sociales perdieron las anteojeras y la unidimensionalidad. Pero, para nuestra desgracia, esta nueva realidad no ha alcanzado a los dueños del poder formal quienes, por cierto, muchos son economistas (tecnocráticos). Estos siguen pensando en la economía que aprendieron cuando eran estudiantes, es decir en la dogmática con carácter de ciencia porque se usaban las matemáticas, sin entender, claro está, que el pensamiento unilineal es contradictorio con el mundo complejo que siempre ha existido (aunque cada vez sea más complejo) pero que antes, con excepción del marxismo, se estudiaba por parcelas aisladas. Sin embargo, muy pronto los tecnócratas se darán cuenta de que el modelito económico de los manuales en que estudiaron no se corresponde con la economía que estamos aprendiendo todos a fuerza de ver la interrelación de la economía con los factores que determinan la vida cotidiana y su perspectiva.