La idea de los tres Méxicos expresada por el panista Felipe González, gobernador electo de Aguascalientes, no fue un exabrupto, sino la confirmación de una línea que ha avalado el Partido Acción Nacional en los últimos diez años.
La idea del ``norte trabajador'' y el sur protegido y holgazán la han usado en sus campañas Barrio, en Chihuahua con anuencia y apoyo de Luis H. Alvarez; Clouthier, en Sinaloa; Adalberto Rosas, en Sonora; Ruffo, en Baja California, y los candidatos del PAN en Nuevo León hasta Canales Clariond.
Según el discurso panista utilizado en el norte, el ``centro'' (dicho despectivamente) los despoja del producto de su esfuerzo, ya que identifican todos los males con el sur, la capital de la república y todo lo que tenga rasgos indígenas. No obstante, Ruffo y Barrio fueron gobernadores mansamente disciplinados a ese centro que repudiaron en campaña, tanto que el segundo se declaró salinista mientras el primero entregó la investigación sobre el crimen de Colosio en menos de 24 horas, lo que ayudó a convertir la investigación en un secreto de la razón de Estado.
La frase ``el centro piensa, el norte labora y el sur descansa'' es más que un chiste regionalista de mal gusto, y muestra una estrategia geopolítica de la que no están excluidos los intereses estadunidenses. Desde los años 70 ahí se establecieron las maquiladoras de las grandes trasnacionales de la industria del vestido, electrónica, química, cibernética y otras tantas de carácter contaminante. La expansión maquiladora se intensifica en el norte, luego de los fenómenos de desindustrialización y reconversión industrial en México y Estados Unidos. Los nuevos intereses en la frontera norte promovieron cambios políticos en el viejo esquema corporativo priísta, el cual se debilitó, pero el cambio hacia el panismo no significó beneficios en la vida democrática, política y cultural, sino despliegue de prejuicios y miedo como estado de ánimo social, frente a las amenazas externas provenientes del sur, los migrantes del interior, la violencia del narcotráfico con sus intereses económicos, los cuales se acomodaron perfectamente en la nueva situación porque, parodiando a Felipe González, ``por el sur pasan (los narcos), en el centro se les protege, y en el norte invierten y se benefician''.
Sorprende que el PAN haya sido un ideólogo de la integridad de la república en contra de la demanda de autonomía para los pueblos indios, mientras se refugia en una idea autonómica que coincide plenamente con la estrategia que llevó a la separación de Texas a modo de independencia para anexarse de inmediato a la Unión Americana.
La inconsecuencia panista tiene una raíz, por lo menos racial, lo que se confirma después de conocer con nitidez qué piensan de las regiones del país, y lo que nos esperaría de un proyecto nacional surgido del PAN.
Si regionalizamos la corrupción existente entre empresarios y funcionarios, nos preguntaríamos ¿cuántos de la lista del Fobaproa vienen del norte ``que labora''; cuántos del centro ``que piensa'', y cuántos del sur ``que descansa''? De la respuesta quizás explicaríamos la actuación panista vacilante y dudosa frente a la corrupción financiera que protegió a una oligarquía ineficiente, mucha de la cual se asienta en el norte.
La derecha piensa que el centro es el norte, y que ahí está su motor; el resto es considerado una carga. Esta concepción llevó a las oligarquías a inventar un Vietnam del norte y uno del sur, y una Corea del Norte y una del sur, por la cual durante más de 50 años se partió China. Estados Unidos no fue ajeno a estas divisiones, ya que construyó toda una estrategia para imponer su hegemonía económica y política en Asia y el Pacífico.
Sin embargo, habría que poner en la mesa nuevos elementos desde esta perspectiva que ve hacia un México del norte y un México del sur, pues luego de la firma del TLC y la destrucción de las economías en el sur, México se extiende económica y culturalmente en territorio estadunidense, y que la visión racista y territorial tiene cada vez más complicaciones, pues Estados Unidos paga el costo de la globalización con la presión migratoria y la fuerza laboral de los trabajadores mexicanos y latinoamericanos.
Para dividir Vietnam, Corea y China, Estados Unidos alimentó alianzas y enfrentó países; esta estrategia ahora ganó Aguascalientes, y ante la debilidad de la dirección panista nacional esto significa que el discurso regionalista de Felipe González ha recobrado fuerza y consenso dentro del PAN.