Creció mil por ciento el cruce de migrantes por la inhóspita zona de Tecate-Mexicali
María Rivera, enviada, Tijuana, BC, 9 de agosto Ť Rufa Domínguez no para de contar. El resto de las mujeres deportadas que la escuchan en La Casa de la Mujer Migrante de Tijuana la miran con respeto. Tiene experiencia. El que relata es su cuarto intento por cruzar la frontera. ``¡Quién sabe que tendrá el dólar que uno hace tanta burrada por él!'', comenta la rolliza mujer de Tlapa, Guerrero.
``El que dice cerro, dice muerte. Cuando uno va caminando por ahí no sabe si se va a morir de hambre, le picará un animal o sabrá Dios qué...
``Pasamos por un lugar que le dicen Otay. Fueron cuatro días de puro caminar. No podíamos avanzar mucho porque en el día nos escondíamos de los güeros y sólo seguíamos por la noche.
``A medio cerro en lo único que uno piensa es en el agua. Cuando se nos acabó el galón que llevábamos empezamos a tomar la que había en los charcos que se forman con las pisadas de las vacas. ¡Ni quién se fijara en que tenía unos como animalitos!
``La última noche ya no podíamos más. Nos acostamos un ratito y hasta dormida se me revelaba el cerro.
``A una hora de San Ysidro, que nos pescan. Yo ya he aprendido que cuando la migra te pone la luz, mejor párate.
``Cuando me agarraron que me gana la risa''.
``-Y tú, ¿de qué te ríes? -me preguntó el migra enojado.
``-¡Por pendeja! Si ya casi íbamos llegando...
``El güero nomás movió la cabeza. Entonces que le pregunto:
``-Oye, oficial, ¿por qué no nos haces el paro?
``-El que persevera alcanza. Tú síguele intentando''.
La madre Gemma Lisot, directora del centro para mujeres migrantes, explica: ``Las señoras llegan aquí en muy mal estado. Ellas tienen menos posibilidades de cruzar, no están preparadas para caminar por los cerros o para correr mucho. La mayoría de las veces se quedan en el camino y la migra las agarra más fácilmente. Pero no dejan de intentarlo. Me dicen: `Madre, o morimos de hambre o intentamos pasar'. La única solución que se les ocurre es venir por el dólar. Nosotras les damos de comer y dónde dormir para que tomen aire antes de volver a intentar el cruce''.
Son las 10 de la noche en el cañón Zapata, en las orillas de la colonia Libertad, de Tijuana. Un grupo de 14 muchachos vigila atentamente los movimientos de las camionetas de la Patrulla Fronteriza. Atrás de ellos sólo se ve polvo y basura. A lo lejos se vislumbran las luces de San Diego, una de las ciudades más bellas del país vecino.
Esperan a que haya neblina. Los migrantes saben que con la bruma los radares y los rayos infrarrojos de la Patrulla Fronteriza no funcionan. Unos a otros se dan ánimo. ``¡Vamos, Gokú, aviéntate tú que eres el más aferrado!'' ``Vamos juntos'', responde. Otro -que cada año regresa a trabajar a Estados Unidos- les señala: ``Allá hay como un arroyo y ahí se pone la migra a esperar. Hay que darle la vuelta''. Por fin se animan y saltan. Minutos más tarde regresan. Cuentan que vieron varias camionetas de la Border Patrol.
Antes por aquí se registraba el cruce más intenso de indocumentados hacia Estados Unidos en toda la frontera. Los migrantes llegaban a Tijuana y al día siguiente podían alcanzar su destino. Ahora el paso es casi imposible.
Las bardas fronterizas en Tijuana han desplazado la migración hacia el este, a las inhóspitas tierras de Tecate y Mexicali.
El desierto de Mexicali es tierra muerta. Los pocos huizaches vistos antes desaparecen del paisaje, achicharrados por el sol omnipresente. Sólo hay piedras y arena. Este mundo parece no tener fin. A lo lejos, un reflejo. Es una patrulla. Ni aquí hay tregua.
Letreros de advertencia se sujetan a peñascos, arbustos o la misma barda fronteriza. Mencionan todos los riesgos para los indocumentados. Pero nada parece detener el éxodo. Hasta 1996 por esta zona sólo cruzaban entre 20 mil y 30 mil personas por año; en la actualidad llegan a 300 mil.
A 60 integrantes del grupo Beta de Mexicali -corporación de la Secretaría de Gobernación para apoyar a los migrantes- les corresponde vigilar 100 kilómetros de esta zona, caliente no sólo por las altas temperaturas, sino por su peligrosidad: en lo que va del año han muerto tres migrantes en territorio mexicano y 68 en el estadunidense, según reportes del consulado de México en Caléxico.
-¿Mucho trabajo? -se le pregunta a uno de ellos.
-¡No nos damos abasto! Por este lado la migración ha aumentado mucho. Se esperan temperaturas arriba de los 50 grados para este mes y septiembre. Es mortal caminar con este clima. Además de que es época de víbora de cascabel y alacranes, pero la gente no deja de pasar.
En el parque de Mexicali, los relatos de indocumentados sobre travesías en el desierto son comunes. Nadie se siente particularmente impresionado. ``Todo es según como le toque a uno la suerte''.
Jorge, de 17 años, cuenta: ``Después de dos horas sin tomar agua, uno empieza a alucinar. Ya no sabe para dónde caminar. El suelo es bien blando y se hunden los pies. Cuando se nos acabó el agua yo preferí acercarme a la carretera para que me encontrara la migra''. Los 20 kilómetros del desierto podrían ser pocos, pe- ro el esfuerzo se multiplica en la arena.
Académicos, dirigentes de organizaciones no gubernamentales y religiosos coinciden: el propósito de las medidas antiinmigrantes por parte de Estados Unidos no es el de sellar totalmente la frontera -las bardas tienen apenas 30 kilómetros en una línea de más de 3 mil-, sino controlar la migración y volverla selectiva, porque quien logra cruzar por el desierto o la montaña es una mano de obra con mayor resistencia, en su mayoría masculina. Aunque señalan que también pesa la presión de los grupos conservadores estadunidenses que asocian migración con delincuencia.
A partir del incremento de las restricciones en el área fronteriza, los migrantes dependen cada vez más de las redes de polleros. Estos traficantes de indocumen- tados aparecieron en la frontera en 1965 al término del Programa Bracero -acuerdo que permitía a trabajadores mexicanos laborar por tres meses en EU.
Pero no fue sino hasta fechas recientes cuando los polleros se convirtieron en un mal necesario. Para cruzar montañas y desiertos se requiere de expertos que conozcan las rutas.
Ante una mayor demanda, los precios se dispararon. En los ochenta y principio de los noventa el paquete Tijuana-Los Angeles costaba entre 250 y 350 dólares. Ahora está entre los 800 y los mil dólares. El traslado lo pagan generalmente los familiares de los migrantes que ya viven en Estados Unidos.
Sobre la avenida Coahuila, en plena zona de tolerancia de Tijuana, se ubican las fondas donde se reúnen los polleros. Cada una se especializa en indocumentados de un estado en particular. Generalmente es la entidad de origen del propietario. Todo queda entre paisanos.
Un viejo televisor acapara la atención en la fonda Aquí te espero. Raúl Gratas, conductor de Ocurrió así, narra los problemas de los indocumentados durante el cruce. Los comentarios no paran. Están al pendiente de lo que ocurre en torno a su negocio. Al pie del altar de la Virgen de Guadalupe múltiples veladoras dan cuenta de cada viaje que llegó a su destino.
Chuy Sánchez, pollero, enlista los riesgos de su oficio: extorsiones de policías, atracos de baja-pollos -ladrones de Otay y el Peñón de Las Aguilas- y la migra. ``En cuanto uno sale en un viaje lo primero que mira es la clase de cabrones con los que se va a topar''.
Reconoce que él tiene más miedo de los policías mexicanos que de los estadunidenses. ``Los güeros no hacen nada si uno no se pone violento. Yo, en cuanto me ponen la luz, me paro.
``Es mentira que uno deja abandonados a los pollos. En este negocio la cosa no funciona si te haces de mala fama. Es igual que una tienda que te trata mal, ya no regresa uno. Por una persona que dejes tirada pierdes todo el jale (trabajo). Los de ese pueblo lo van a saber y ya no te buscan''.
A Chuy le gusta guiar a gente del campo. A los de la ciudad no los quiere llevar; dice que lo han metido en problemas. ``Traen la mirada alevantada. Son más truchas, pero no hacen lo que uno les dice y luego se arma el relajo''.
El pollero no considera que la migración pueda ser frenada. ``¿Tú crees que por 30 miserables pesos diarios que ganan en el sur se van a quedar a trabajar? ¡La gente pasa porque pasa!''
El director del Colegio de la Frontera Norte, Jorge Santibáñez, indica que las medidas antiinmigrantes son ``como poner un dique en el mar: el agua finalmente pasará por otra parte. Si no se modifica estructuralmente el mercado de trabajo en ambos países, nada cambiará''.
Víctor Clark Alfaro, director del Centro Binacional México-Estados Unidos, sostiene lo mismo: ``La migración no ha disminuido, al contrario. El gobierno no lo quiere aceptar porque sería reconocer el fracaso de su modelo económico, incapaz de proporcionar suficientes empleos a los mexicanos''.
Cae la noche en Mexicali. Pequeños grupos de migrantes se van reuniendo en la avenida Colón, que corre paralela a la frontera con Caléxico. En una mano llevan su equipaje -generalmente una bolsa de plástico del súper- y en la otra un galón de agua.
Transcurren las horas y los migrantes se acercan a la malla fronteriza en busca de un agujero para pasar. Los innumerables parches a lo largo de esta barrera evidencian la lucha de unos por no dejar entrar a los otros, y la insistencia de éstos por buscar una mejor vida.
LA MIGRACION EN NUMEROS
* México recibe alrededor de 3 mil 500 millones de dólares anuales de * parte de los migrantes. Si se suma el dinero que traen cada año la * cantidad se duplica.
* Tijuana es el punto de tránsito internacional más intenso del mundo, * con 50 millones de cruces migratorios cada año (incluye a los * residentes de la ciudad que van a EU a trabajar, de compras o a * visitar a sus familiares).
* Cada año, aproximadamente un millón de mexicanos ingresa a EU por motivos laborales, de los cuales 700 mil regresan.
* En la región de Tijuana se registra entre 50 y 60% del flujo * migratorio entre México y Estados Unidos.
*Antes de la operación Guardián, 85% de los migrantes eran hombres. Actualmente llegan a 98%.
*La región centro-oeste (Michoacán, Jalisco, Guanajuato, Guerrero, Colima y Nayarit) es la que expulsa al mayor número de
migrantes. Distrito Federal aporta 9%.
* 90% de la fuerza de trabajo ocupada en la producción agrícola del * estado de California es de origen mexicano.
* La tercera parte de la producción agrícola de Estados Unidos se * genera en California.
* Anteriormente, 50% de la migración iba al sector agrícola de EU. Ahora sólo lo hace entre 16 y 20%. El migrante mexicano se dirige a los centros urbanos, a las áreas de servicios y comercio.
Fuente: Colegio de la Frontera Norte.
EL SANTO DE LOS MIGRANTES
María Rivera, enviada, Tijuana, BC, 9 de agosto El santo de los migrantes, Juan Soldado, parece tener más trabajo que nunca. La pequeña capilla en el centro del panteón municipal número uno de Tijuana está llena de veladoras encendidas.
Doña Virginia Rodríguez Hernández, quien vende objetos religiosos relacionados con el culto, cuenta que a la capilla llegan migrantes de todo el país en busca de ayuda divina para cruzar la frontera, conseguir los papeles de residencia en Estados Unidos o ``cuando menos pasaportes falsos para llegar al norte''. A cambio prometen rezos, misas o flores. ``Los polleros también vienen mucho. Ellos piden que salga bien su viaje. Yo creo que con fe todo se puede''.
La vendedora explica que a su familia Juan Soldado le ha hecho varios milagros. El último se lo concedió a su hermano el año pasado. ``Llevaba nueve veces intentando cruzar y no podía. Le hizo la lucha por la línea, por Mexicali, por muchas partes y no la hizo. Un día vino aquí y le dije: `Oye mira a ése, él te puede pasar'. Respondió: `¡Hombre, deveras!'. Aquí en la pura puerta estaba la gente que lo podía llevar. Tuvo que haber venido aquí, pedirle y hasta entonces...''.
Alicia Maldonado se arrodilla ante la imagen del santo, mientras su familia espera que termine la plegaria. Vienen de Chulavista, California. Cuentan que son creyentes de Juanito desde hace 15 años, cuando emigraron a Estados Unidos. Recuerdan que ``gracias a Dios'' y a él pudieron legalizar su residencia. No habían regresado desde entonces ``porque no se había dado la ocasión'', pero ahora están de nuevo en problemas: les quieren quitar sus papeles y ``nadie mejor que este santo para las cosas legales, es como el abogado de uno ante Dios. Mire a todos los que ha ayudado''. Señalan los múltiples ex votos que tapizan la capilla. ``Gracias Juan Soldado por haberme concedido la emigración. JMA''. ``Juan Soldado concede que les den pronto los papeles a mis hijos y esposo. Gracias. Irma Marroquín. 3/20/98''. ``Que reciba pronto noticias de mis hijos. Guadalupe Gutiérrez. 18/6/98''. ``Salvador González da infinitas gracias a Juan Soldado por haberme concedido el milagro de salvarme de la prisión tan grande que me esperaba. Que Dios te tenga en su santo reino''.
Juan Castillo Morales fue un soldado raso al que fusilaron en Tijuana el 17 de febrero de 1938, a la edad de 24 años. Fue acusado de violar y asesinar a una niña de ocho años. El juicio, explica Juan Manuel Valenzuela, investigador del Colegio de la Frontera Norte, estuvo plagado de irregularidades, por las fuertes movilizaciones sociales que provocó el caso. Tiempo después del fusilamiento se descubrió que el asesino fue en realidad un militar de mayor jerarquía.
El investigador explica que Juan Soldado surge del ``avergonzamiento y el rencor frente a la victimización, la injusticia que devino en vergüenza colectiva de una población cuya cultura mística demandaba la construcción de una figura santificada''.